🔹¿Y sí dejamos de fingir? 🔹CREEK 🔹South Park

Brujería.

Ese tipo era un maldito loco, un desquiciado. Según entendía, al principio era un humano. Entonces, ¿qué tan estúpida debía estar la humanidad ya?

Craig Tucker no gustaba de analizar mucho las cosas, y sobre todo, no las cosas como esta.
Al parecer, había una bruja real suelta en South Park justo unos días antes de Halloween.
Ya no le extrañaba. En ese estúpido pueblo pasaba cada pendejada que juraba que en cuanto fuera posible se mudaría de allí.

Quería imaginar que todo esto era culpa del tonto grupito de Marsh, o del gordo de mierda ese, el que siempre hacía un desbarajuste con el pueblo. En esos no se podía confiar, no olvidaba aun lo que le habían hecho pasar un par de veces, arrastrándolo a sus aventuras tontas.

De hecho, si no fuera por Tweek, jamás habría jugado a esa tontería de los superhéroes. Tweek se veía muy entusiasmado con la infantil idea, y Craig simplemente no podía dejarlo solo. Irónico fue que terminaran peleando a causa de esa mierda. No le había gustado para nada esa estúpida pelea, y tenía que admitir que la mayor parte del tiempo se odió a sí mismo por darle vuelo a la absurda discusión. De Tweek era esperable, el niño rubio era así por naturaleza; paranoico, exagerado, nervioso y también estresante.

Lo bueno fue que lograron resolver sus asuntos gracias a una terapia. Pero, sí el chico del café era así, ¿porqué permanecía con él?

Ahora mismo, atrapado en la bolsa mágica de una supuesta bruja, sin poder hacer nada, fue que tuvo el tiempo suficiente para sentarse a pensar.

Fue una completa mierda lo que pasó con esas niñas asiáticas. Días que jamás en la vida iba a olvidar. Algo que lo tomó por sorpresa, algo para lo que no estaba preparado.
En un determinado momento pensó que odiaba a Tweek. Era muy fácil culparlo de todos los problemas que les acogían a ambos.

No fue como su cabeza lo imaginó.
A pesar de la pelea, a pesar de que el rubio lo dejó como el malo cuando decidieron fingir una ruptura, no pudo proseguir con eso.
Se sintió mal. Mal por Tweek, mal por el pueblo, mal por sí mismo. Así que simplemente pasó. Volvió con Tweek. Volvieron a ser una "pareja".

No supuso que sería mucho problema, podían sobrellevar esto juntos. Y de alguna manera atinaron en eso. No pasó ni un mes para que la fiebre del "yaoi" se fuera disipando y ellos dos dejaran de estar "de moda".

Probablemente podían dejar de fingir, dejar de salir juntos, terminar esa relación, talvez ya nadie lo notaría. O talvez si.

Pero ese no era el problema. Había otro detalle. En todo este tiempo, se habían acostumbrado el uno al otro.

Se tomaban muy enserio sus papeles. Craig comenzó a ponerle apodos amorosos a Tweek.
Se supone que era para hacer más convincente su relación. Luego los apodos salían, cuando estaban en privado, sin gente que pudiera mirarlos. Un instante en que podía ver las pálidas mejillas del otro niño encenderse en rojo.
No tenía idea de porqué, pero no olvidaba tales escenas. Casi como sí su cabeza las grabara en una cinta para siempre; haciéndose preguntar porque algo así era tan especial para su memoria.

—Entonces un día hice una estupidez. Lo besé.

—¡Wow! ¡Eso es tan romántico! ¿Un beso como en esas películas para adultos?

—¿Qué? No. Solo un aplastamiento de bocas, supongo.

—Eso ya no sonó bonito ni romántico.

—Carajo. No sé cómo describir algo así, ¿de acuerdo?

Dentro de esa estúpida bolsa mágica Craig había encontrado compañía. Había muchos niños atrapados ahí después de todo.
La niña se presentó como Jenny. Nunca antes la había visto, pero según le dijo iba en la misma escuela solo que en otra aula. Resultó ser bastante relajante estar hablando con ella, a pesar que en un principio la ignoró. No había mucho que hacer allí de todas formas.
Odió el momento en que sus padres lo mandaron a comprar algo a la tienda, pues en un abrir y cerrar de ojos esa idiota bruja ya lo había atrapado.