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María no se esperaba ver lo que vio. No de manera negativa, pero tampoco positiva.

Los niños jugaban un un tiovivo, que por la cara de confusión de María, no estaba antes. Los manteles eran diferentes, había más recreativos, el escenario era diferente, los animatrónicos eran diferentes por fuera, de momento, por fuera.

Se acercó a ellos con ilusión. Tantos años sin verlos, y ahí estaban.

Chica estaba con una niña, dándole una pizza de peperoni.

María respiró hondo, no sabía que estaba tan nerviosa.

—¡Hola Chica!—dijo María saludando a Chica.

Pero ella no se giró. María frunció el ceño con una mueca maraña.

Le tocó el hombro a Chica, para llamar su atención. Ella se giró, dando a ver sus ojos azules.

María retrocedió un poco de la impresión.

—¡Hola criatura! ¡Bienvenida a Freddy Fazbear Pizza! Yo soy Toy Chica, un placer ¿Tú cómo te llamas?—preguntó la rubia. No eran sus ojos, no era su voz. No era Chica. Era Toy Chica. María no contestó. Ella negó con la cabeza. La sonrisa de Toy Chica se desvaneció.—¿Te encuentras bien, pequeña?—preguntó preocupada.

—Tu...Tu no eres...—dijo María susurrando. Toy Chica ladeó la cabeza confundida.

—¡Toy Freddy, Toy Bonnie! No se encuentra bien.—les llamó Toy Chica, alarmada.

Los dos chicos se acercaron.

—¿Necesitas ayuda, cielo?—preguntó Toy Freddy, agachándose a la altura de María.

Bajó la cabeza. No eran ellos.

Pero en el fondo no podía odiarlos. No sería lo más lógico. No los conocía de nada, podrían ser unas bellas personas, podrían ser unas personas horribles. Pero sean lo que sean: Se merecen una oportunidad. Aún así, no se rendiría hasta encontrar a sus amigos.
María sonrió y los miró con una sonrisa dulce y alegre. Ellos le devolvieron la sonrisa.

—No pasa nada, estoy bien, gracias. Mi nombre es María y vengo desde que era pequeña aquí.—se explicó María, en un intento de remediar su error. El que tomaba el papel de Freddy sonrió con pena.

—Supongo que los de antes no son como nosotros...¿no?—dijo él con notable tristeza. María se sorprendió y agitó sus manos.

—¡No, tranquilo! Supongo que nadie es igual a nadie.—contestó con nerviosismo.

Los acompañantes se rieron.

Se unieron ambos varones y empezaron a hablar.

Fue muy agradable estar con ellos. Ese lugar si estaba lleno de vida.

Cuando se despidieron, Toy Bonnie se quedó un segundo.

—Los antiguos siguen aquí.—le susurró el chico. María lo miró.

—¿Dónde?—preguntó susurrando.
Toy Bonnie miró a los lados, por si había alguien. Pero no había nadie.

—Al final del pasillo hay una puerta que pone "Partes y servicios", ahí se encuentran.—susurró Toy Bonnie, sonriendo.

María lo abrazó fuertemente. Toy Bonnie correspondió.

—Gracias, muchas gracias.—María salió escopeteada de allí para dirigirse hacia donde sus amigos se encontraban.

Corazón De Metal © [Male!Puppet]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora