Capítulo 17

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La cinta comenzó a reproducirse. Sin más, en la escena se podía ver a Lena completamente desnuda, amarrada a cada una de sus extremidades y con todo el cuerpo lleno de profundas heridas en su clara piel. Sin más, una voz distorsionada comenzó a resonar:
- Dime dónde está Adifa Caelesti.- le ordenó quien quiera que fuese esa persona.
- ¿quién es Adifa Caelesti? No conozco a nadie que se llame así.- decía llorando.
- ¡Deja de protegerla! Si no respondes por las buenas, será por las malas.
- ¡¿qué?!- Se podía ver el sufrimiento en los ojos de Lena.
En ese instante, apareció la boca de fuego de una lanzallamas. Y una de las llamas pertenecientes a ese artefacto, acabó en colisión con la piel de Lena, entonces, ella no paró de retorcerse de dolor.
No podía soportar ver eso. Nunca había tenido este sentimiento de remordimientos, y culpabilidad. Solo había oído hablar de él, pero... ¿Por qué lo sentía ahora? En toda mi vida me había sentido culpable por algo, pero ahora... algo había cambiado dentro de mi, por fin me daba cuenta.
- Dime quién más conoce a Adifa Caelesti.
- Sigo sin saber quién es.- le respondió sin dejar de estallar en unas dolorosas lágrimas que se clavaban dentro de mi.
- Ah, claro... puede que te suene más por el nombre de Adela Johnson.- hizo una pausa.- ¿verdad?
- ¡¿qué?!- si tono sonaba incrédulo.- Ella si se quién es.
- Dime que gente la conoce.- le obligó a contárselo.
- ¿si lo hago podrás liberarme y dejarme marchar?
- Claro, mortal... pero no tengo todo el día.
- Se junta con Maddie, otra compañera nuestra de la universidad; también, con Adam. Pero, sobre todo con Lucifer Morningstar.
- ¿quién es ese Lucifer?- preguntó esta voz.
- El jefe de un club nocturno llamado "Lux".
- Necesito saber más cosas sobre... Adela. ¡Indaga más! No solo sus amistades.
- Vino de intercambio desde Europa... pero... ¿eso en que me involucra? Por favor, déjame irme. No sabía ni quién era, no tengo culpa de nada.- su voz era bastante dolorida.
- Ella te ha engañado, aunque realmente, os ha engañado a todos y ella es culpable; de que ahora vayas a morir.
- ¡No, por favor!- gritó desgarradoramente.
- Chao, niña.
De repente, las cuerdas comenzaron a emitir unos rayos haciendo que se friera viva.
Ella no dejaba de gritar mientras la quemaban viva.
Ese dolor... se clavaba en mi alma, y lo que más me resultaba difícil de aceptar era que todo eso había sido por mi culpa.
- Lo siento, no puedo seguir viendo esto.- dije mientras me levantaba temblorosa del sofá.
Rápidamente, antes de que Morta reaccionase, subí a mi cuarto.
Estando dentro, cerré la puerta y me lancé sobre la cama. Entonces, cogí la almohada y me puse a ahogar mis gritos de dolor sobre ella.
¡Estaba harta! No podía más... ya que, por mi culpa estaba muriendo gente ¡inocente!
Yo sinceramente, nunca había querido esta vida. Me resultaba terriblemente doloroso ver como todo el mundo se iba mientras yo me quedaba aquí.
Observar la muerte de Lena me había abierto los ojos.
Realmente, nunca me había importado eso. Pero ahora, ¿puede que hubiese cambiado? El haber estado en contacto con demasiada humanidad... ¿o simplemente he sido siempre así y nunca me he atrevido a aceptar lo que sentía?
Sin más, un golpe en la puerta me hizo salir completamente de mis pensamientos y dejar mi mente en blanco.
Incremente mi velocidad y en una décima de segundo me coloqué al lado de la puerta para aplacar al quien quiera que fuese la persona que se encontraba tras la puerta.
Con los sentimientos a flor de piel, esta, comenzó a abrirse, cogí al objetivo de la camiseta y en ese instante, mis ojos se incendiaron al igual que mis manos. Al mirar quién era, mis poderes se cesaron por completo.
Sus ojos se encendieron en lila, y sin más, chasqueó sus dedos y el fuego que se encontraba en su camiseta se esfumó.
- ¿cómo es posible? ¿Cómo lo has hecho? - me preguntó Morta asombrada.
- ¿el qué?- le respondí intrigada, pero sospechando a lo que se refería.
- Tus poderes se vuelven más fuertes cuando estás enfadada.- me indicó.
- Eso... antes no pasaba.- añadí.- solo me sucede desde que llegué a Los Angeles. Antes, era cuando yo quería.
- ¿Y si... tus poderes sólo se están adaptando a otra etapa?
- ¿cómo sería eso posible?- le cuestioné mientras me sentaba en la cama.
- Es sencillo.- Se puso a gesticular con las manos.- tú experimentas cambios, y como consecuencia tus poderes también lo sufren.
- pero... ¿el ser mortal también puede venir influenciado por estos cambios?
- eso todavía no puedo explicarlo, nunca antes había sucedido tal cosa.- explicó.- Por lo que he podido observar mientras te estudiaba estos días.- no dejaba de mirarse las uñas.- cuando amplificas tus sentimientos, tiendes a amplificar tus poderes. Por eso, puede que te saliesen las alas. Al amplificarse un sentimiento como nunca. Pero... ¿qué fue lo que se despertó dentro de ti aquella noche?- me miró alzando una ceja.
- ¡Nada!- añadí tajante mientras ocultaba mi cara completamente roja.
- Pues tu expresión no dice lo mismo.
- Vale, podemos dejar el tema...- concluí y cambié de tema.- pero, tienes toda la razón en cuanto a lo que me puede estar pasando.
Ahora, todo empezaba a cuadrar. Comencé a sentir unos terribles celos cuando estaba a punto de besarme con Lucifer y apareció ella atrayendo toda la atención de Lucifer.
Puede que... mi humanidad me esté afectando.
- Hey... Adifa.- me di cuenta de que Morta estaba moviendo su mano delante de mis ojos para que reaccionase.
- Lo siento, estaba pensando.- le platiqué.
- ¿o tal vez estabas recordando en lo que pasó aquella noche con la inspectora?- puso morritos recordándome el beso que se estropeó con Lucifer.
- No habrás sido capaz de meterte en mi cabeza...- le indiqué poniéndome de pie y haciendo que mis ojos se volvieran completamente rojos.
- ¡No lo ves! ¡Mírate!- gritó.- estás volviendo a perder el control de tus poderes.
Al darme cuenta, me quedé sin palabras.
- ¿cómo...?- no podía decir nada estaba anonadada.
- Te lo dije, no soy la primera elegida porque sí.- sacudió su pelo con aire de creída.
Yo rodé los ojos mientras me reía, y al instante, le pregunté dubitativa:
- escucha, ¿qué hora es?
- Son las nueve.
- Claro, de la mañana.- reí.
- ¿Sabes cuanto tiempo llevas aquí?- puso sus dedos sobre las sienes.
- Dime que no son de la noche.- abrí mis ojos como platos.
- Pues si te lo dijera, te estaría mintiendo.- se encogió de hombros.
Di un brinco de la cama, y corriendo me coloqué delante del armario. Seguidamente, lo abrí y vi como Morta se ponía a mi lado.
- ¿cómo piensas ir vestida para ir a ver a Lucifer? Casual... sexy.... provocativa... urbana... con poca ropa... porque... ¿¡no te irás a poner tapada como una monja!? Te veo capaz.- me indicó.
Yo cerré el armario de golpe y le dije reflexiva:
- ¿Por qué tiene que ser esta sociedad tan superficial con el aspecto? Realmente, lo importante para enamorar a una persona no debería ser llevar ropa provocativa para hacer que quiera ir a su cama para acabar con el calentón que se le había producido, sino que lo verdaderamente significativo debería ser ese sentimiento que llevamos por dentro que nos obliga a estar siempre con esa persona porque es la que por alguna razón da sentido a nuestra vida. ¿No crees?
- Pero, por desgracia. La actual sociedad es así y tú, no puedes cambiar eso.- me miró fijamente a los ojos.
- ¿y si te digo yo que si?- le rebatí.
- Vale, Adifa... ¿cómo piensas ir vestida hoy? Vamos, ¡sorpréndeme!- añadió cruzándose de brazos.
Yo me puse a ver el armario pensando que podría ponerme para no ser la típica zorra provocadora, quería gustarle por mis facultades; no por las físicas, sino por los sentimientos que sentía dentro de mi.
- ¡quita de en medio que me estás poniendo nerviosa con tanta indecisión!- me empujó Morta haciendo que acabase sobre la cama.
Yo acabé boca a bajo mirando hacia las sábanas de la cama. Cuando me dispuse a darme la vuelta, para devolvérsela. Mis ojos, se toparon con un hermoso y elegante vestido rojo.
- Te dije que tengo buen gusto. Después de todo, estudié en la Universidad de Paris para convertirme en una gran diseñadora.- con su mano hizo un gesto de superioridad haciéndose el pelo hacia atrás.
Yo rodé los ojos, y me levanté mirando incrédula ese hermoso vestido que no había visto.
Era largo, mientras que la zona de la falda que llegaba hasta el suelo era pomposa y parecía llevar algo de tul. Mientras que el corpiño y las mangas estaban compuestas enteramente por un encaje rojo.
En ese instante, se lo quite de las manos y me adentré en el aseo.
Al hacerlo, me puse el vestido y me maquille sin llegar a sobrecargarlo para parecer lo más natural posible; y seguidamente, volví a salir. Después de eso, pude ver la cara de Morta. Se encontraba totalmente boquiabierta.
- ¿Por qué te ves más hermosa que yo?- me preguntó indignada pero alegrándose por mi.
Yo me limité a sonreír, y opté por mirarme en el espejo antes de opinar.

𝐋𝐀 Ú𝐋𝐓𝐈𝐌𝐀 𝐄𝐋𝐄𝐆𝐈𝐃𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐃𝐈𝐀𝐁𝐋𝐎  ➤ LUCIFER MORNINGSTARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora