𝐋𝐀 Ú𝐋𝐓𝐈𝐌𝐀 𝐄𝐋𝐄𝐆𝐈𝐃𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐃𝐈𝐀𝐁𝐋𝐎 ➤ LUCIFER MORNINGSTAR

Capítulo 21

Ambas entramos con pasos temblorosos al cuarto, y había alguien tirado encima de la cama. Mi corazón latía con tanta fuerza que podía sentirlo como si fuesen martillazos que oprimían mi pecho.
Me acerqué con cuidado de no tocar nada para que mis huellas inexistentes no quedaran otra vez gravadas. Cuando pude verle la cara a esa persona, mis ojos se envolvieron en una neblina de lágrimas.
Estaba en shock, era imposible que hubiesen ido a por ella. Solo era... una humana, débil e indefensa que solo había querido ayudarme y ser mi amiga.
Ella era Maddie.
Nunca pude llegar a imaginar que la última vez que la vería sería cuando se marchase a la universidad en aquella fiesta que se torció. Ahora tenía las manos cogiendo el puñal con el que había sido matada, ¿y como sabía que no se había suicidado? Porque tenía escrito en el pecho con el cuchillo y cubierto de sangre.
"¿De verdad quieres más muertes, Caelesti? ¿Estás dispuesta a qué mate a todos los que quieres?"
"¡Dios, dime que puedo hacer!" repetía en mi cabeza.
Noté solo entonces una mano detrás de mi, que hizo que me sobresaltase pero por suerte o desgracia, era la inspectora.
- Adela, teníamos que hablar porque, la única relación entre esas víctimas eres tú.
Apenas me detuve a escucharla, solo podía sumergirme en mis pensamientos buscando una explicación, buscando a un culpable.
En ese momento, la rabia se estaba apoderando de mi o más bien, la impotencia.
Sentí cierto picor en mis manos, y al mirarlas pude corroborar las palabras que se pasaban por mi cabeza y como no, estas se estaban cobrando una tonalidad rojiza.
"Debo salir de aquí." Pensé, intentando que la inspectora no me descubriese.
- Chloe, después hablamos. Debo atender un asunto.
- ¡No puedes irte!- me dijo abriendo los ojos como platos, inaudita por mi acción.
- Lo siento.- me marché sin mediar explicación alguna.
Cuando divisé que nadie me observaba saqué mis guantes del bolso y los coloqué en mis manos, suspirando por fin aliviada.
Sin poder evitarlo, estos estaban cada vez yendo a más, así que me encerré en una habitación que bloqueé con un armario tan grande que ninguna persona sería capaz de abrir.
De repente, todo estaba comenzando a cesar pero no me refería a mi transformación sino a mis sentimientos.
Estos parecían estar consumiéndose por completo, haciendo que un vacío me invadiese a pesar de no querer.
Entonces, mi interior se apagó.
Me miré al espejo y el monstruo que siempre quería esconder en mi más profundo ser estaba delante de mi.
Intenté concentrarme para mitigar mis poderes, así que intenté canalizarlos.
Algo hizo un clic dentro de mi, y eso me hizo abrir de sopetón los ojos.

Ahora, solo tenía mis alas negras, y mi apariencia seguía siendo humana. No había conseguido desacérame de ellos por completo, pero una parte se había vuelto a esconder.
Pensé que recuperaría mi cordura pero pasó todo lo contrario y tras mirarme al espejo de nuevo, pude ver que mis ojos estaban siendo consumidos por una oscuridad que hasta ahora desconocía.
Tras ello, perdí el control de mi cuerpo pero sobretodo de mi mente.
[...]
No sé cómo ni cuándo recuperé mis poderes, pero sin saber tampoco el porqué abrí mis ojos y supe que era yo quien manejaba mi cuerpo.
Intenté averiguar dónde estaba, y por suerte descubrí que estaba en la entrada de mi casa.
Y una ventana estaba completamente dejando ver cristales tirados por el suelo, dándome a entender que era por ahí, por dónde había entrado.
De repente, escuché el sonido metálico de unas llaves chocando.
Sin darme tiempo a reaccionar la puerta se abrió y esas mechas azuladas me hicieron recobrar la tranquilidad.
- ¿Adifa?- dijo Morta perpleja debido a mis enormes alas negras.
- Hola, Morta.- respondí mientras hacía mi pelo hacia detrás y me incorporaba del suelo.
Ella cerró de sopetón la puerta.
- ¿Qué te ha pasado?
- No lo sé, pero nunca me había sentido así.- miré a mis enormes uñas negras que parecían crecer poco a poco más.- es como un jodido subidón de adrenalina... ¿sabes lo que se siente cuando tienes el control? Pues ahora lo sé.
- ¿Adifa...?- se quedó pensativa mientras andaba hacia detrás.
- ¿Qué pasa, Moira?- mi risa era completamente sarcástica.
- Adifa... eso que sientes es tu lado oscuro... eso no tiene vuelta atrás.- escuché como tragaba saliva.
- ¿Y qué? Ahora puedo hacer que cualquier persona sucumba a mis deseos, por ejemplo...- la miré a los ojos y se me iluminaron en rojo.-dime, ¿que sabes de Lucifer...?
Ella huyó su mirada de la mía evitando que estos surtieran efectos sobre ella, pero agarré con mi mano su rostro hincando mis uñas en su barbilla viendo entonces cómo gotas escarlatas corrían por mi mano.
Sus ojos parecían refleja temor hacia mi.
Quería acabar con esto, quería parar. Pero por más que lo desease no podía.
Sentía como si me encontrarse detrás de un cristal, pudiendo verlo todo en primer plano pero sin poder hacer nada.
La empujé contra la pared, mientras ponía mis dedos en sus nervios paralizando su cuerpo, haciendo que le fuese imposible moverse.
- Moira, te lo repetiré una vez más antes de partirte el cuello... ¿qué sabes de Lucifer?
- No me puedes hacer esto, soy una elegida como tú.- insistió resistiéndose.
- Oh, resulta que soy más que una simple elegida.
- Claro, eres la última. El diablo te doy más poder que a ninguna.
- Que mentirosa eres, leí que a la última le dio menos poder que a la primera. ¿Qué me ocultas, Morta?
- ¡Porque perdí la mitad de mis poderes!
Sin palabras la solté y calló al suelo.
Ahora, solo quería respuestas.
- ¿Cómo es eso posible?- mis ojos parecieron incendiarse en furor, que podía ver el reflejo de estos en los suyos.
Ella se levantó, y antes de que fuese capaz de reaccionar activó sus poderes impactando mi cuerpo contra la pared.
- Tienes que volver en ti, Adifa. ¿Qué ha hecho que salga esa parte de ti?