Capítulo 5. Vergüenza

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JOE:

— ¡Jenny Jimenez!— grité fuera de mis casillas a mi hermana. Corrí hacia su habitación hecho una furia —¿Qué se supone que es esto? —pregunté entrando abruptamente en su habitación y señalando la bolsa que tenía en la mano.

—Tu disfraz, me pediste que te lo comprara ¿Recuerdas? —respondió lo más normalmente que pudo, pero yo sabía que estaba haciendo un esfuerzo enorme por contener la risa.

—¡Maldita sea! Ya lo sé, pero… ¿Crees que me voy a aparecer a la fiesta con...? — saque la tela de la bolsa y la señalé — ¡Esto!

—Esa es la idea. —Dijo encogiéndose de hombros —es eso o vas desnudo —dijo simplemente.

—Eres una…

—Joseph — escuche a mi madre frenar mi insulto contra Jane, que sonreía triunfante. Le dedique una mirada glaciar.

—Creo que voy a ir desnudo —dije encogiéndome de hombros. Mi padre que iba pasando por el pasillo y había escuchado lo que dije, me miró.

—Tu... sin… —me miró de arriba abajo —eso no va a pasar— dijo dando un trago a su café.

—Pero ¿Has visto lo que Jane me compro? ¡Es una burla! —Grité— Prefiero ir como Dios me trajo al mundo.

—¿Qué pasa? — preguntó mi madre saliendo de su habitación.

— Joe quiere ir desnudo a una fiesta —dijo Jane fingiendo inocencia.

—¡De ninguna manera! — sentenció Susane.

— Pero…

—¿Puedo ir yo también desnudo a la escuela? —preguntó el pequeño Joe entrando en la discusión.

—¡No! — gritamos todos cuatro a coro, a Joe se le aguaron sus azules ojos.

—Entonces ¿Por qué Joe si puede ir desnudo a la fiesta y yo no? ¿Es una fiesta a la que todos van desnudos o qué? –Preguntó. Mis padres nos miraron a Jane y a mi, interrogándonos con la mirada, al parecer esa idea no se les había cruzado por la mente.

—¡No! Por supuesto que no— respondió Jane avergonzada y antes de que yo pudiera hacerlo ya que me había quedado perplejo ante la idea de ir a una fiesta donde todos estuvieran desnudos, que asco— Es una fiesta de disfraces, pero Joe no quiere usar el suyo.

—¡Es patético! —Respondí indignado —¡No puedo aparecer con esto a la fiesta! ¡Sería una humillación!

—Pero es el único que tienes —dijo Jane —si hubieras ido tú mismo a comprarlo, tal vez no tendrías que pasar por ninguna humillación.

—No es tan malo... — dijo mi madre —Tu padre se disfrazó de lo mismo cuando éramos jóvenes, fue el que más dulces recolectó — dijo abrazándolo por la cintura, supongo que recordando viejos tiempos. Mire a Jane, hacía presión con su mano sobre la boca para no estallar en carcajadas. Genial, ahora tendría que ir a la dichosa fiesta vestido ridículamente.

Salí de la habitación de mi hermana y entré en la mía, hecho una furia. Al cabo de un rato, se escuchó el timbre sonar, recé para que alguien más abriera, pero eso no parecía ser una posibilidad.

—Estas muy guapo— dijo Liz burlonamente cuando le abrí la puerta, no hizo ningún esfuerzo por ocultar sus carcajadas— Pensé que no te lo pondrías.

—Ya ves que si— respondí secamente.

—wow ¿Te enojaste? Porque yo no fui la de la idea fue…

—Puedo imaginarlo— dije y desaparecí por las escalera camino a mi cuarto. La verdad es que esa pequeña broma me había disgustado, y mucho. No podía creer que mi hermana, de mi sangre, que se supone que debe ser amable al menos por compasión, me haya comprado un disfraz como el que estoy usando para ir a una fiesta. Me mire en el espejo. El bulto amarillo empezaba más arriba de mi cabeza y terminaba con un pequeño arco entre mis muslos, tenía pecas por todas partes y unos zapatos de payaso, pero amarillos.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora