Capítulo 10. Guía Escolar

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JANE:

La mañana estaba fría. Un nuevo año comenzaba, la gente se preparaba física y mentalmente para volver al juego, para algunos las vacaciones fueron excelentes pero para otros desgraciados desafortunados como yo, dejaban mucho que desear. Me paré de mi cama lentamente obligando a mi mente al olvidarse de todo lo malo que me hubiera podido suceder. Me bañe, vestí y baje.

Allí estaba mi madre tomándose un café. Se la veía pensativa y aburrida.

—Mamá, buenos días

—Buenos días cariño, ¿Cómo amaneciste? —preguntó parándose del comedor y sirviéndome un poco de chocolate. Asentí en afirmación a su pregunta —¿preparada para ir a estudiar de nuevo? Después de unas merecidas vacaciones

— Preferiría no tener que estar lista

—Jane... — dijo mi mamá a modo de reproche

—Ya ves todo lo que hago para ser alguien en la vida

—Lo se cariño — dijo Susane antes de proporcionarme un beso en la coronilla.

Deslizándose elegantemente en sus tacones de siete centímetros y medio, se encaminó hacia la puerta, cogió las llaves del auto y se volvió bajo mi mirada asombrada.

—¿A dónde vas? —pregunté dudosa

— A trabajar... hice una apuesta con tu padre

Esta era un tipo de conversación por la cual las personas con padres normales se asombrarían. Pero a mí ya nada me asombraba.

—¡Tú de estas cuatro paredes no saldrás! ¡Ni hay desayuno!

Mi madre me miró con reproche. Yo solo continué. —Joe no ha despertado. ¡Su estómago es su despertador! Y si de ahora en adelante no hay desayuno. ¿Qué va a hacer mi pobre hermano?

Mi ahora desconsiderada madre se encogió de hombros. Entré en la cocina y llené un recipiente de agua, cuando iba subiendo las escaleras la voz de reproche de mi madre me detuvo

—¿Qué crees que vas a hacer?

—Voy a colaborar con algo para que esta familia progrese, y despertar a Joe y hacer que tenga tiempo para extender su somnolencia y evitar que vaya por ahí haciendo cosas con lentitud y torpeza, es ayudar mucho.

—Baja de inmediato y vete al colegio, yo lo despertaré

Hice lo que mi madre me dijo, era temprano para ir al colegio y lo sabía, pero prefería eso a quedarme en casa arriesgándome a ver a mi padre cuando bajara por esas escaleras y quedar castigada por lanzarle lo primero que viera, mi vida ya es demasiado complicada como para añadirle un detalle más.

Compre un panecillo con una malteada en una cafetería que quedaba cerca de mi casa por la vía hacia el colegio, me lo comí mientras caminaba. Ahora, gracias a mis dementes padres, había quedado sin que comer al descanso.

Pensé en pasar por Liz, pero iba media hora temprano, y como era ella, seguro todavía se estaba arreglando. Así que decidí darme por vencida y caminar en soledad las seis cuadras que separaban la casa de Liz del colegio.

Cuando llegue al colegio, estaban los alumnos nuevos que siempre llegan temprano cada año para que los profesores les asignen un guía, que comúnmente son los desubicados que llegan más temprano con ánimos de obtener la mejor nota por colaborar, y prosiguen a enseñarles el colegio para que no se sientan tan perdidos en el inmenso plantel.

—¡Jenny! —escuche que gritaba alguien a lo lejos, así es, algunos profesores de mi colegio todavía me llamaban por mi nombre completo, a pesar de mis descomunales esfuerzos por que hagan lo contrario.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora