JANE
Mañana fría, tarde calurosa, Dios bipolar. Había temperaturas espeluznantes en la mañana, pero en la tarde, el ambiente era caluroso. Al parecer había amanecido el mundo algo extraño.
El día había sido normal, ni muy ajetreado ni muy relajado. Trataba de no darle ninguna importancia al hecho de que tenía una cita con Chace el viernes por la noche. Nunca lo vi de ese modo, a Chace, el mejor amigo de mi hermano, casi su hermano; pero ahora era algo inminente, estaba más consciente de la presencia de Chace en mi vida diaria.
Saqué mi celular para hablarle a Joe.
“Joseph Jimenez si no apareces en 2 minutos, entro por ti”
“lo lamento, estoy en castigo. Busca alguna manera de ir a casa. Y no, no te prestaré mi auto, luego no tengo con que llegar”
—Imbécil —musité volviendo a guardar el móvil en mi bolsillo. Mi hermano, por un motivo u otro siempre terminaba metido en líos.
—¿Qué ocurre? ¿Por qué no viene? —preguntó Liz a mi lado.
—Castigo —la miré fríamente —Esta me las paga, nos hizo esperar media hora, no le ayudaré con sus trabajos.
—Sabes que siempre terminas ayudándolo, eres débil, quizá demasiado buena.
Caminamos a la salida, tendríamos que caminar a casa. El pensamiento me hizo enfurecer, no entendía como mis padres, siendo tan sensatos, - al menos un poco-, le obsequiaran a Joseph un auto.
—Quizá, oye, estaba pensando que… ¿Qué estaban mis padres drogados?
—¿De qué hablas? —Liz me miró frunciendo el seño.
—Me cuestiono de si mis padres estaban bajo efectos de alguna sustancia alucinógena cuando le regalaron el auto a Joseph, quiero decir, bien que el es el mayor, pero es el más irresponsable, yo a mis escasos dieciséis años, soy más responsable.
—Bueno, eso es relativo, tu hermano ayudo a restaurar el auto, tu no lo harías.
—Podría restaurar un auto, claro que podría.
—Yo no apostaría por ello.
Me giré, justo la persona dueña de esa voz que esperaba encontrar.
—¿Qué haces acá todavía? —preguntó Liz, yo solo lo fulminé con la mirada y seguí mi camino.
—Te buscaba, Jane, aunque me ignores, te estaba buscando.
—Ya, claro.
—Bueno, en realidad estaba ayudando al señor Petts con unas cosas.
—Estabas en tu papel de lambe suelas. — dije —Nada nuevo.
Fui ignorada.
—Tu hermano está en castigo.
—Eso ya lo sé.
—¿En qué llegarás a casa?.
—Caminando, deberías intentarlo aunque sea una vez en tu vida.
Fui ignorada de nuevo.
—Puedo llevarlas —Liz me miró, sus ojos brillaban con ilusión, y es que para Liz, seis cuadras eran demasiado.
—Ve tú —le dije a Liz —Yo puedo caminar, es más, me agrada caminar.
—Si esta claro que puedes caminar, pero o las llevo a ambas o no llevo a ninguna, mi camioneta está por allá —dijo señalando una Ford negra, reluciente, Liz y yo nos miramos, quedamos totalmente deslumbradas. Fueron necesarios solo dos segundos para olvidar mi admiración, me voltee hacia Nick y le dije en un tono glacial.
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Prohibido Enamorarse
Teen FictionCuando esos dos se miran. Todos contienen el aliento. Hay una batalla silenciosa en sus miradas. Jane. 16 años. Tiene un novio al que no quiere. Un hermano mayor caótico y una mejor amiga perezosa. Asegura provenir de una familia de dementes, pero d...