Capítulo 8. Razones para NO Enamorarse

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Jane

Sus manos se abrazaron a mi cintura

—¿Qué... haces? — pregunté trémula.

—No hay otro lugar donde pueda colocar mis manos, lo siento. Mi hermano ocupa todo el espacio, el auto de tu hermano es muy pequeño.

—No creo que ese sea el verdadero problema — dije descubriendo su juego

—Bueno, a decir verdad, me divierte ponerte nerviosa

—Pues que no se te haga costumbre y... quita tus manos de ahí —dije obligándolo a quitar sus manos, que aunque estaban posadas inocentemente sobre mi cintura, me ponían demasiado nerviosa.

—Así que… ¿no les apetecería entrar un rato a nuestra casa? —preguntó Evan

—Yo creería que mi hermana estaría encantada, le ha caído muy bien tu hermano          

Comentó burlón Joe mirando por el retrovisor —Cállate, Joe.

Todo el camino fue una tortura, sentía su respiración en mi cuello. Él sabía que me ponía nerviosa, y lo que más molestias me causaba era saber que eso a él lo divertía.

—Bueno, creo que ha sido una experiencia…. Interesante compartir contigo hoy— Dijo burlonamente cuando llegamos a su casa

—Piérdete zorro —dije bajándome de sus muslos y enfrascándome en mi lugar al lado de la ventana. No había lugar para amables despedidas allí.

—Bueno solo quería decir que….

—Quiero que te vayas y no verte más, Gracias. Ahora desaparece de mi vista por favor.

Me miró con un poco de indignación y luego sonrió burlonamente

—¿Ni siquiera quieres saber mi nombre? Porque es muy interesante…

—No, Gracias, y tampoco quiero que averigües el mío. —Contesté fría mirándolo asesinamente

—Demasiado tarde, Jane.

Así sin más, se alejó del auto, y yo rogaba a Dios, que también de mi vida.

De camino a casa, me la pasé haciendo caso omiso a las bromas de Joe, pensando en el irritante zorro y en…. Matt. Todavía no creía lo que había sucedido aquella noche, mi corazón lo sentía todavía. Aquella imagen, por algún error cerebral no se quería borrar de mi mente.

Llegamos a casa. Yo tenía el ánimo por el suelo. Definitivamente nada me estaba saliendo bien. Mis padres estaban dormidos, Joe había ido a llevar a Liz, así que estaba sola subiendo las escaleras hasta mi habitación. Se suponía que aquel día todo iba a salir perfecto, pero… ¿con que me encuentro? Con que Matt me engañó y con que un chico me puede bajar, de un estado de suprema felicidad, a uno de irritación profunda. Me bañe y cambié, me acerqué a la pecera.. Rebusque en mis cajones algún libro, pues no tenía sueño. Pero me encontré con una lista bastante peculiar…. Ya me había olvidado de ella, pero seguía allí. Estaba en una pequeña libretita, en el fondo del cofre que albergaba mis recuerdos, la libretita tenía como título “1000 Razones para NO Enamorarse” Sonreí, al recordar la apuesta con Joe.

Su mirada cayó sobre mi espejo de pared, se pasó la mano por el pelo con autosuficiencia, forzó una sonrisa con aire imperturbable y dijo:

—Hola, mi nombre es Jimenez. Joe Jimenez

Me atraganté.

—¿Otra vez el numerito de Bond? ¡No, por favor!

—Pero si a las mujeres les gusta.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora