Viktor Nikiforov

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Era viernes y Yuuri no se sentía nada bien

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Era viernes y Yuuri no se sentía nada bien. Juraba que podría vomitar y tener diarrea al mismo tiempo de lo nervioso que estaba.

-Esto no está bien -murmuró Yuuri- Me siento mal... Voy a vomitar -se puso una mano en el estómago.

Seung miró a Yuuri. El coreano no entendía cómo Phichit le había engatusado para que llevara al japonés a su cita. Él nada tenía que ver con aquello, y si Phichit estaba ocupado, Yuuri bien podría haber ido solo.

-Solo no lo hagas en mi auto, Katsuki -murmuró tranquilo.

-Ese lugar se ve caro -dijo totalmente verde.

El coreano se encogió de hombros y quitó el seguro de las puertas una vez se estacionó.

-No es por echarte de mi auto, pero fuera.

Yuuri respiró hondo y asintió.

-Gracias por traerme, Seung -murmuró quitándose el cinturón y abriendo la puerta- Nos vemos luego.

-Ni lo menciones, Katsuki -asintió y luego de que el chico cerrara la puerta, sonrió un poco- Suerte.

-Tu igual -murmuró respirando hondo, quedándose en su lugar hasta que el auto del coreano se perdió en una esquina. Volvió a mirar aquella cafetería- Voy a vomitar -se dijo yendo a la entrada.

Aquel en definitiva era el tipo de lugar al que Yuuri nunca podría permitirse ir y eso le enfermaba físicamente. Decidió sentarse en una de las mesas del fondo a esperar y derretirse en su asiento fingiendo ser parte de la decoración. Se quitó los lentes dejándolos a un lado y se masajeó el puente de la nariz.

-¿Va a pedir algo? -preguntó una voz femenina haciendo saltar a Yuuri en su lugar.

Y antes de que el azabache pudiera contestar, en su campo de visión apareció una alta mancha con un largo cabello color plata... que obviamente vio como una mancha mientras se iba acercando a su mesa, haciendo voltear todas las miradas de las personas del lugar.

-Buenos días -murmuró la mancha con una voz varonil y melodiosa.

El japonés se colocó con manos temblorosas los lentes y reprimió un gemido de terror al ver al mismo Viktor Nikiforov de Sugar... Aunque no es que hubiese más Viktor Nikiforov por ahí, o eso esperaba Yuuri, ya que un hombre tan atractivo debía ser ilegal en algunos países del mundo.

-B-Buenos días -murmuró la pobre chica, igual de ida que Yuuri.

Viktor era tan guapo que dolía.

Los azules ojos de ruso se fijaron en el pequeño cerdito que había captado su atención en aquella página, por lo que ignorando todo lo demás, se sentó frente a él con una pequeña sonrisa.

-¿Has esperado mucho? -preguntó de forma amable.

Yuuri no sabía de qué forma actuar, por lo que miró a la mesera en busca de ayuda.

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