relato XXIV

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Nuestra historia es de esas que se niegan a evaporarse, de esas que se despiden constantemente, pero buscan la manera de reencontrarse, de dejar una chispa encendida, de encontrar un pretexto que nos haga volver. Tengo en mi mente los recuerdos intactos de nuestro amor, desde ese ese primer beso, hasta nuestro último adiós, recuerdo muy bien tus palabras, esas de que tú y yo estábamos destinados a estar, me creí el cuento color rosa que estábamos hechos el uno para el otro, que llegaría y un momento en que nuestro tiempo sería perfecto y no volveríamos a separarnos más.
Recuerdo todas nuestras promesas, mi ilusión por reencontrarte una vez más, de la emoción que representaba para mi cada encuentro y reencuentro, cada nuevo primer beso que sin embargo me sabía igual. No lo niego, nuestro tiempo juntos fue maravilloso, inolvidable, sin duda un recuerdo que se quedará conmigo de por vida, pero por mala suerte o por el destino siempre tendremos que decirnos adiós una vez más.
Sabes, ha llegado el momento de darnos un adiós definitivo, de seguir cada quien su camino, la suerte entre nosotros se acabó, la verdad es que se perdió el encanto y el amor ya no fluye igual; sin embargo, que de alguna manera estarás siempre presente como un buen recuerdo, como mi más bella historia.
Prométeme tú que recordarás todos los besos que nos regalamos, las caricias, los abrazos, prométeme que conservarás en tu mente las sonrisas, las promesas que nos hicimos, esas que siempre encontraríamos el camino para ser felices, más de un motivo para sonreír. Sé que cada quien logrará hacer realidades sus sueños, que aunque en caminos distintos haremos realidad todos los planes, quizás en compañía de otras manos, de otros besos, de otras bocas.
Sé que todas nuestras palabras no serán echadas al viento, sé que tú futuro y el mío serán buenos, que tal vez algún día nos volvamos a encontrar, aunque ya sin intención de revivir un viejo amor, pero con la dicha de vernos otra vez, podremos reír, podremos apreciar que las pequeñas cosas que nos hacen volar, seguirán siendo motor para vivir, para sentir de verdad.
Me cuesta un poco admitirlo, pero después de tantos encuentros y fallidos reencuentros, nuestro amor se enfrió. 

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