{CAPÍTULO 7}

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Nota: Hola, buen día. que no he actualizado ninguna historia, pero es porque he tenido problemas de salud, me disculpo.
Por ahora disfruten de éste capítulo
Gracias por la paciencia.

CIUDAD DESCONOCIDA, IRLANDA, 13/06/1981

Una tormentosa noche de verano, el viento mecía con violencia las copas de los árboles, derribaba algunas ramas y los truenos iluminaban el oscuro cielo cubierto por las nubes que liberaban su furia sobre aquella pequeña ciudad.

En una modesta casa del suburbio, una hermosa mujer rubia, de ojos azules, en su frente corren gotas de sudor producto del enorme esfuerzo que hace por traer a este mundo a su hijo o hija que ha sido anhelado desde que supieron de su existencia; acompañada por una anciana que asiste el parto. Los truenos acallan los gritos de dolor de la mujer. En otra estancia se encuentra un hombre de cabello negro, espera ansioso la llegada de su primogénito.

El trabajo de parto se ha extendido varias horas ya, pasado la medianoche nace un varón de sedoso cabello negro, el pequeño no llora, la anciana revisa que todo esté en orden, es sano y sin ningún problema aparente; lo muestra a la madre quien sonríe orgullosa, pero su clama se interrumpe por otra fuerte punzada, la mujer mayor envuelve con una cobija al recién nacido y ayuda a la dama rubia que sigue en trabajo de parto, para sorpresa de ella tendrá otro bebé. Unos minutos después nace otro varón de cabello rubio, que llora sin consuelo. La matrona hace lo mismo con él, ambos bebés están sanos y la madre se repondrá. La anciana deja a la mujer rubia con sus hijos y se dirige a la planta baja para avisar al padre del nacimiento.

- ¡ya nacieron! -Anuncio alegre la anciana en cuanto vio al hombre - ¡felicidades señor McCarthy!

El aludido se quedó pasmado, procesando lo que la mujer de cabello canoso había dicho. Aun en shock por la noticia, subió las escaleras con grandes zancadas e ingresó a la alcoba donde su esposa y sus hijos reposan.

TURINGA, ALEMANIA, SEPTIEMBRE/09/ 1981/

Un día caluroso de verano, el sol radiante y abrasador se situaba en todo lo alto del cielo, en el horizonte celeste un pequeño cúmulo grisáceo de nubes levitaba con toda la calma del mundo.

En tierra, a la sombra de un gran árbol, recostada sobre una hamaca se halla una mujer de largo y oscuro cabello, de apacible mirada en sus orbes turquesa, ella acaricia con ternura su abultado vientre, pues con nueve meses de embarazo, es el único lugar que le gusta estar, por su agradable temperatura. Una suave y refrescante brisa agitó las hojas de los arboles cercanos. En el portal de la casa, el cual conduce al jardín donde la mujer se encuentra, hay una figura de un hombre, la mira detalladamente y con destello de ternura en sus ojos; observa como con tanto cariño acaricia su abultado vientre y sonríe.

El hombre de oscuro cabello se acercó a la mujer que reposaba tranquilamente, en su mano llevaba un vaso de vidrio con un líquido rojo, es agua fresca.

-Has estado mucho tiempo afuera -dijo él a su amada, ella lo miró con una sonrisa -, debes entrar antes de que llueva y no quiero que te enfermes -explicó él.

El cielo celeste se cubría de grandes nubes grises, el viento sopló con más intensidad.

Ella bebió el agua mientras mimaba con afán su vientre, ya que el pequeño ser que en su interior se encuentra, se removía inquieto.

Saint Seiya-tlc: SabahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora