Prólogo

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Ser huérfana de padre desde los ocho años no me ha facilitado la vida demasiado, tampoco ayudaba las vagas respuestas que recibía por parte de mi madre cuando le preguntaba cual había sido la razón de su muerte.

“Cariño, la ida no es justa, debes aprender eso cuanto antes si no quieres que jueguen contigo y con tus sentimientos” – Contestó lo mismo las únicas tres veces que pregunté a lo largo de mis diecinueve años de vida.

Con el tiempo descubrí que una enfermedad, desconocida totalmente para mi hasta el momento, había separado a mi padre de la vida. Lo normal en esa situación habría sido investigar sobre la enfermedad, pero ya estaba cansada y había aprendido a vivir con ello, así que dejé que papá descansara en paz.

También influyeron sobre mí las palabras de mi madre, era como si me las hubiera tatuado a fuego en el corazón, por lo que mi vida se resumía en cuidar de mamá, porque como ella misma decía, la vida no era justa y había pasado de ser una triste viuda que lloraba desconsolada la muerte de su marido a convertirse en una mujer depresiva que alguna vez se esforzó por intentar disimular su estado frente a mí, pero no podía engañarme, era tan obvio que abusaba de los antidepresivos, no engañaría ni a un niño de cinco años.

Toda esta situación desde tan pequeña me había creado una coraza que me separaba del mundo, era muy reservada, autónoma y la mayor parte del tiempo me era imposible confiar en los demás y a falta de familia tenía a mi mejor amiga, Irene. Era la única en la que confiaba al 100%, era mi amiga desde antes de que tuviera uso de razón.

Y hasta el momento en el que me encuentro, ese sería un muy buen resumen de mi vida, pero ir a un videoclub en busca de una película que pudiera hacer reír a mi madre lo cambió todo.

Terrible Things  ·Ashton Irwin·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora