A veces no quieres morir, solo quieres que alguien te salve, que te acompañe a recoger todos los pedacitos de alma y corazón que has dejado regados a lo largo de tu vida.
Esa pequeña lucecita que ilumina la habitación, haciendo que la soledad no sea tan notoria, ayudando a que no suframos tanto con el insomnio. Esa lucecita que entra por la ventana avisando que un nuevo día llego, que es hora de colocarnos la máscara y salir y regalar sonrisas falsas a los que carecen de amor.
Es decepcionante ver irse la luz del día, mientras llega la luz de las preciosas estrellas que se complacen con ver cómo noche a noche ruedan lagrimas por mi mejilla, cansada de la rutina, cansada de fingir, cansada de estar triste sin saber un ¨¿por qué? ¨.
La luz de la luna nueva todos los meses diciéndome que el tiempo pasa de prisa, que ponga un poco de fe mí misma, que el reloj no da vuelta hacia atrás.
Las esperanzas se fueron a otra galaxia, yo las deje ir y no sé cómo hacerlas regresar. Es posible que ese alguien que me pueda salvar sea simplemente yo con un poco de amor propio y unas cuantas canciones ochenteras.
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Notas De Un Emigrante
Non-Fiction¿Qué sucede con las otras caras de la moneda que cuando se van del país, no ven todo de mil maravillas? Aquellos que sufren internamente porque han perdido todo lo que tenían pero no estamos hablado de lo material, sino de lo emocional. #140 no fic...