•Cinco•

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Escuché a Barton ingresar a la habitación con un paso apresurado. Dejó un objeto sobre la mesa y seguido, dentro de las cuatro paredes se sumió a un silencio absoluto. Sabía que me estaba mirando, sin embargo yo nunca levanté la vista del suelo. No podía.

—Romanoff —me llamó Barton. Yo no respondí, no me moví, no reaccioné. Dejó pasar unos segundos para insistir— ¿Romanoff?

Sonaba confundido, casi desconcertado. Podía hasta sentir cómo su cabeza se ladeaba a un costado, cómo en las facciones de su rostro se vislumbraba la incógnita. Pero también estaba molesto, no hacia falta verlo para saber que tenía ambas manos sobre su cadera, pude distinguir ese tono de voz que de a poco iba conociendo, familiarizándome, cosa que hacía mucho más fácil el trabajo de localizarlo en la monotonía de sus inflexiones.

—Necesito ver eso, se puede infectar, ¿podrías venir para acá? —inquirió, sin abandonar el enfado en sus expresiones.

No di señal alguna de respuesta, o de que iba a cumplir lo pedido.

Oí ahora como unos pasos lentos, cautelosos, y también pesados que hacían rechinar la vieja madera del suelo se acercaban a mí. El arquero se había parado al lado mío, pero mi mirada estaba clavada en el suelo y no la podía despegar. Esa sensación que no podía distinguir pero que la sentía palpitante y punzante en ni corazón me lo negaba, ¿acaso era verguenza?

—¿Podes por lo menos mirarme, Natalia?

Con la libertad de saber que no me podía ver el rostro, cerré los ojos al escuchar mi viejo nombre. Era la primera vez en meses que lo utilizaba, y no era buena señal; estaba enojado, y tenía su razón.

Había perdido lo que tanto me había costado mantener: su confianza.

Tuvo su comienzo cuando accedí a formar parte de SHIELD, desde ahí la confianza que crecía entre los dos pasó de ser una semilla a echar sus primeras raíces, aferrándoce al suelo, volviéndose sólida. Luego de haberle comunicado mi decisión a Fury, la siguiente vez que había visto a Barton, él me había regalado una sonrisa pequeña, muy sutil, pero tan completa e inmensa al mismo tiempo. Lucía aliviado, contento y hasta orgulloso. Safisfecho. Y desde ahí comenzó la ardua tarea de integración y adaptación. Me dieron una nueva idenditidad, americarizaron mi nombre, cambié ligeramente de apariencia, trabajé horas seguidas para dejar atrás cualquier rastro de acento ruso en mi habla y me adentré en los conocimientos mucho más profundos que el básico del país donde iba a residir por tiempo incierto, como la americana que ahora era.

Me había convertido en otra persona, y por primera vez en mi vida no me sentía mal con ello. Natasha Romanoff no había sido más que una joven que aspiraba aires de grandeza, que creció en un ambiente plagado de amor y respeto, que estudio lo que amaba para luego dejarlo todo para servir a la agencia de inteligencia más importante de su país y el mundo. Natasha Romanoff era la clase de mentira que no me daba vergüenza aprender ni fingir.

Barton se convirtió en mi sombra, yo me convertí en la sombra de Barton. Después de haber trabajado en darle forma y vida a mi nueva identidad, comenzaron las etapas de evaluación y entrenamiento, las que yo consideré más pesadas e insoportables. Innecesarias. No me querían lanzar tan pronto a una misión, no se sentían seguros, así que durante unos cuatro meses, mi rutina se resumía en entrenar con Barton, y realizar evaluaciones de todo tipo, algunas de las cuales no tenía conocimiento, eran nuevas para mí.

El arquero, obviemente, había sido el designado a supervisarme. "Fury lo tomó como un castigo para mí, pero la verdad es que no me molesta para nada", me haba dicho mientras me guiaba hasta mi habitación. Me disgustaba la idea de que esa habitación tan reducida de espacio iba a ser como mi nuevo hogar, pero no presenté queja alguna. Luego me mostró las instalaciones, los funcionamientos y las áreas de descanso y entrenamiento. Él había sido el primero en negarse cuando me asignaron entrenar con los nuevos ingresantes, como me lo habían planteado en un primer momento.

13 BULLETSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora