Mis pies descalzos tocaron el frío piso de madera de mi habitación al levantarme de mi cama.
Miré por la ventana y el sol estaba asomando los primeros rayos, dando a conocer que el día ha empezado.Un día más en esta vida.
El cielo se empezó a cubrir por las tonalidades anaranjadas y rojas que emitía nuestra gran estrella del sistema solar.
Abrí la ventana de mi habitación y me apoyé en el marco de esta. Recosté mi cabeza en uno de mis brazos y suspiré.
Miré hacia el exterior y todo lo que vi fueron árboles y más árboles, decorados por el sol mañanero que acabó de salir por completo.Sentí que alguien abrió la puerta y me volteé a ver de quién se trataba. Era Kyle.
—Lara, el desayuno está listo, baja —dijo serio como siempre, dejando caer todo su peso en un costado del marco de la puerta, provocando un leve crujido debido a su esbelto cuerpo.—Tenemos noticias que podrían ser de tu interés.
—¿Qué clase de noticias? —pregunté acercándome a él con curiosidad. Kyle se limitó a observarme sin decir ni una sola palabra con esos intensos ojos azules que tiene, señal que significaba que no me diría nada ahora.—Muy bien, tú ganas, te acompaño —terminé soltando un bufido.
Kyle dio media vuelta en sus talones y desapareció por las escaleras. Me limité a seguirlo sin reprochar.
Ya sabía cómo eran las reglas en este lugar, llevo años viviendo en esta pocilga.Aunque es mejor que vivir en la calle.
Ahora coincido con mi conciencia, porque si no fuera por esta gente, no sé dónde estaría metida en estos momentos.
Probablemente ya habría muerto por hambre o por frío, cosa que no creo. O simplemente habría acabado con mi propia vida.
Llegué al comedor y me encontré con que ya estaban todos en sus respectivos puestos en la mesa. Solo estaban vacíos el de Kyle, el mío y el de alguien más, pero no le tomé mucha importancia.
Nuestro grupo, secta, manada, o como quieran llamarle, se conforma con seis integrantes principales que son los que llevamos más tiempo en esta situación -el que fundó esta especie de asociación fue Chuck Morin, un hombre de unos cuarenta y muchos-, y somos los encargados de recoger a otros licántropos y darles refugio.
—Siéntense, chicos —habló el susodicho.—Llegó uno nuevo —dijo pasando sus grandes manos por su rostro, como tratando de quitar toda la presión que siente en este momento, como si sirviera de algo.
Al decir esas palabras sentí que mi corazón ya no bombeaba sangre al resto de mi cuerpo, y que mis pulmones empezaban a fallarme. Mi vista estaba nublándose y comenzaba a sentirme mareada.
Me senté en mi respectivo puesto para tratar de recomponerme.
Tragué para disolver el nudo que se formó en mi garganta y pregunté:—¿Dónde está?
—Hey, no te adelantes, Lara —me reprochó Chuck, rascándose la barba de su mentón.—¿Acaso no quieres conocer el expediente del nuevo miembro?
Sabía que negarme no iba a ser una opción, ya que no me gusta hacer enfadar a nuestro líder, al jefe de la manada, de la jauría con la que convivo, y me incluyo.
Moví la cabeza de arriba a abajo a modo de asentimiento.—Bien —empezó a hablar Chuck,—Es un adolescente de unos catorce años, según lo que parece, porque no nos dijo mucho cuando lo encontramos en el bosque. Y al parecer, es pirómano.
—¿Cómo lo sabes? —pregunté haciendo resonar mis uñas en la mesa.
—No ha soltado su encendedor desde que lo hayamos —respondió Chuck juntando ambas manos.
ESTÁS LEYENDO
Licantropía: ¿bendición o enfermedad? (PAUSADA)
Werewolf| LISTA LARGA WATTYS 2018 | TERCER LUGAR FROST GALAXY AWARDS 2019 | Lara Lycan dice estar enferma. Enferma de algo incurable. Esta enfermedad la llevó a abandonar a su familia, y a toda persona que conocía. Porque con esa enfermedad podía lastimar...