—Lara, no podemos vivir así por siempre —refutó Giselle.
—¿Tenemos otra opción?
—Sí —dijo—: decirles la verdad a todos.
—Sería una locura —respondí al instante—. ¿Cómo crees que se lo tomarían? ¿Crees que nos dejarían andar por las calles como si nada? Pensarían que los atacaremos, cosa que sí puede pasar, y nos aislarían de todo y...
—Pero, ¿ya no estamos aislados?
No dije nada, y me mantuve en silencio. No quería pelear con Giselle, es mi amiga y en momentos como este, nos necesitamos los unos a los otros juntos más que nunca.
La pelirroja se alejó, rumbo escaleras arriba, no sin antes voltearse y decirme algo:
—Más vale encontrar esa cura rápido, Lara. No quiero vivir aquí toda mi vida, y sé que tú tampoco.
Respiré hondo, y salí de la casa. Era cierto, no quiero vivir así todo lo que me queda de vida. Tengo una familia, y la extraño más que a nada en el mundo a pesar de que lo niego todas las noches. Extraño el instituto y salir con mis amigos. Extraño a mi hermano y sus berrinches. Extraño el chocolate caliente que mamá siempre preparaba por las tardes. Extraño salir a patinar con papá. Extraño poder salir cuando quisiese. Extraño reír a carcajadas. Extraño no estar con preocupaciones. Extraño angustiarme cuando a un chico no le gustaba. Extraño estar viva.
Sentí cómo una única lágrima corría por mi mejilla. Cerré los ojos. No iba a dejarme vencer tan fácilmente, todavía podía luchar, todavía podía resolver todo este embrollo.
Vi a lo lejos a Kyle y su hermana volver a la casa, abrazados el uno del otro, y sentí una nostalgia que me caló los huesos. Pero no fue por mucho, ya que corrió hacia mí Robin, una de las chicas que recogimos, muy alterada y con los ojos vidriosos. Ahora la preocupación me invadió.
—Lara... —Sollozó—. Es Jim... Solo estábamos corriendo, y de repente... Empezó a temblar y a gritar —explicó con lágrimas en los ojos—. Salió disparado y no sé a dónde se fue. Tengo miedo.
La abracé y acaricié su cabello azabache.
—Solo respira, todo estará bien —intenté tranquilizarla—. Volverá te lo prometo.
Robin dejó de temblar en mis brazos, y poco a poco se respiración se fue haciendo más relajada.
La miré a los ojos. —Ve al hogar, y quédate tranquila ahí. Todo saldrá bien.
Asintió, y se fue. Yo también regresé a la casa, y sin explicarle a nadie lo sucedido, desaparecí en mi habitación. Abrí la carpeta con todos los registros de transformaciones y anoté el que acaba de pasar:
Jim se metamorfoseó gracias a correr por el bosque.
¿Qué clase de sentido tiene esto? Nada, absolutamente nada.
Me agarré los cabellos con frustración. Cada vez me siento más lejos de hallar las respuestas. Solté un grito y pateé la cama. Una y otra vez. La ira, la frustración, el sentimiento de lejanía me aplastaron todos de una vez. Volví a gritar. ¿Por qué esto tiene que ser tan difícil? ¿Por qué no puede ser fácil como que el frío nos cambie y ya? ¿Por qué tuvo que pasarnos esto a nosotros? ¿Por qué a mí?
—Lara.
Kyle me miró con preocupación y duda. Sin pensarlo dos veces, se acercó a mí y me envolvió en sus fuertes brazos. Aspiré su perfume, y sentí cómo las lágrimas se escapaban sin que fuese posible retenerlas. Cerré los ojos y agarré su camiseta con fuerza. Él sólo acariciaba mi cabello mientras me sentía sollozar y temblar.
—Kyle... Ya no puedo más —dije entre los espasmos.
—Estoy contigo en esto, siempre lo he estado —me susurró—. No te rindas ahora.
Me obligó a mirarlo y sostuvo mi rostro con sus manos. Sus ojos lucían más azules de lo habitual, o tal vez solo era cosa mía. Pero sí pude distinguir en ellos, una mezcla de compasión y comprensión. Se me quedó viendo fijamente, hasta que de un momento a otro, estampó sus labios contra los míos. Nunca había estado así con Kyle, pero me sentí bien al hacerlo. Tal vez no fue uno de esos besos románticos que te derriten, pero si me hizo sentir apoyada, y que podía contar con él. Hizo que sintiera que no estaba sola. No duró más de diez segundos, y yo simplemente me acurruqué en su cuello, inhalando su colonia. Kyle nunca me ha atraído como algo más que un amigo, un muy buen amigo. Y no es porque no sea guapo, lindura le sobra, solo que no me había detenido a pensar sobre todo esto. Siempre hemos sido cercanos, a pesar de que él fuese muy frío. Él siempre había estado para mí, y es ahora cuando me vengo a dar cuenta.
Nos sentamos en mí cama, sin separarnos, conmigo sobre su regazo, y nos quedamos así hasta que anocheció. Me dijo que debía ir a ver a su hermana, quien todavía no había digerido del todo todo esto de la licantropía. Lo entendí perfectamente, y dejé que se fuera, aunque no quisiese en ese momento.
Esa noche no cené, y tan solo me metí en la cama con la esperanza de así dormir bien, y olvidar por unas cuantas horas todos los problemas que tenía.
ESTÁS LEYENDO
Licantropía: ¿bendición o enfermedad? (PAUSADA)
Lobisomem| LISTA LARGA WATTYS 2018 | TERCER LUGAR FROST GALAXY AWARDS 2019 | Lara Lycan dice estar enferma. Enferma de algo incurable. Esta enfermedad la llevó a abandonar a su familia, y a toda persona que conocía. Porque con esa enfermedad podía lastimar...