Logan Garber

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Botellas y platos volando y estrellándose por doquier.

Gritos y discusiones nacían del interior de la cocina.

Estaba sentado en la orilla de su cama, encerrado en su habitación, pero aún así escuchaba el estruendo que estaba ocurriendo en el primer piso.

Tiraba de su cabello, se tapaba los oídos y cubría su rostro, pero nada funcionaba.

Seguía escuchando.

Cada día la misma rutina, los mismos problemas y las mismas discusiones.

Ya estaba harto.

Tomó su chaqueta, se la puso y bajó las escaleras. Evitó entrar a la cocina y pasó por la sala de estar hasta llegar a la puerta principal.

Tomó el pomo de la puerta y miró atrás una última vez.

No, ya no tenía que mirar atrás, ya no más.

Salió y una ráfaga de viento se coló por su cuello, provocando escalofríos que recorrieron su espina dorsal.

Caminó por las oscuras calles que estaban vacías a esas horas, iluminadas tan solo por la brillante luna que dominaba el cielo esa noche.

Caminó durante unos minutos y se detuvo en una esquina. Encendió un cigarrillo y comenzó a fumar.

Tocó la herida que yacía en su rostro y miles de horribles recuerdos invadieron sus pensamientos.

Exhaló humo y sintió una presencia en un oscuro callejón sin salida.

Fijó su vista a la calle y vio la silueta de una persona, apoyada en una de las casas que formaban el pasaje.

—Vives una vida de mierda, ¿no es así? —habló el desconocido. Su voz era ronca y sombría, causando un escalofrío en el cuerpo del chico. —Déjame adivinar —hizo una pequeña pausa, como si estuviese pensando lo que diría a continuación—, tus padres pelean cada noche y están al borde del divorcio. Cada día es una nueva discusión, y el alcohol siempre está presente. A veces recibes golpes por entrometerte, he ahí porque tienes una cicatriz en el pómulo derecho —Nuevamente hizo una pausa. —Tus amigos ya no están presentes, te dejaron a un lado y te desecharon como basura.

Logan estaba realmente impactado. ¿Cómo este hombre sabía por lo que estaba pasando, sin siquiera conocerlo? Cada vez más, la duda y el miedo lo carcomían por dentro.

—¿Quién eres? —preguntó temeroso, arrojando el cigarrillo al suelo, apagándolo.

—Alguien que podría hacer tu vida mejor. Alguien que puede hacerte más fuerte. Alguien que puede darte poder —dijo cada vez elevando la voz. —Pero como todo, tiene un costo.

—¿Cuál es el costo? —La curiosidad lo iba carcomiendo poco a poco por dentro.

—Ya no pertenecerás a la sociedad.

Las palabras del misterioso sujeto se repetían una y otra vez en la cabeza de Logan. ¿Está es su oportunidad?

—¿Cómo? —susurró con curiosidad en su voz.

—Es difícil de explicar —comenzó a decir el hombre. —¿Aceptas o no? —finalizó impaciente.

El joven se lo pensó durante unos minutos. ¿Qué más podía perder si ya lo había perdido todo?

—Aceptó —respondió con seguridad en su voz.

—No digas que no te lo advertí.

En un abrir y cerrar de ojos, el sujeto se abalanzó hacia Logan y sus grandes colmillos se incrustaron en la débil piel de su brazo izquierdo. Un grito de alarido salió del chico y cayó al suelo retorciéndose de dolor.

—¿Qué carajos me hiciste? —exigía saber mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.

—Te convertí en un Dios —Dicho esto se esfumó en el callejón.

No pasaron ni dos minutos cuando Logan cayó desmayado por el dolor.

Sabía que su vida desde ese momento, iba a cambiar drásticamente.

Licantropía: ¿bendición o enfermedad? (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora