Capítulo cuatro

74 9 0
                                    

Ahogada y hundida. Así me sentí cuando la hermana de Kyle despertó en mi habitación, y miró con confusión las cuatro paredes en las que se encontraba. Yo me recosté en el umbral de la puerta, esperando que se percatara de mi presencia. Cuando notó que la estaba mirando, le sonreí cálidamente.

—¿Cómo te encuentras, linda? —pregunté lo más amable que pude.

—Me siento algo adolorida —susurró adormilada aún.

—Tranquila, es normal que te sientas así —intenté calmar sus nervios, que obviamente tenía—. ¿Cuál es tu nombre?

—Louisa —murmuró, y luego carraspeó—, Louisa Hamilton.

El solo escuchar su apellido hizo retorcer mis entrañas. Sacudí mi cabeza, intentado disipar el escalofrío que me recorrió completa, y volví a hablar.

—¿Qué hacías en ese callejón anoche? —pregunté sutilmente, queriendo saber más.

—No... no recuerdo cómo llegué ahí —balbuceó—. Solo recuerdo que estaba buscando a alguien.

—¿A quién?

—A mi hermano —murmuró.

Mi corazón se detuvo nuevamente. Ya lo sospechaba, y eso era lo que temía.

—¿Puedo preguntar quién es tu hermano? —dije, aunque ya sabía la respuesta.

—Supongo que ya lo hiciste, ¿no? —Rió por lo bajo.

Una chica lista.

Cierto —Y ahora era yo la que reía, por solo el hecho de pensar que yo hubiese dicho lo mismo en su lugar.

—Kyle —respondió con más seguridad en su voz—, su nombre es Kyle.

—Está bien... —musité—. ¿Quieres saber lo que te pasó o prefieres bajar a tomar algo? —sugerí. No iba a obligarla a escuchar lo que tenía que decirle, y sinceramente preferí que se lo dijese Kyle en mi lugar.

—Lo segundo —dijo levantándose de mi cama sin dificultad alguna, a pesar de que su delgado cuerpo se veía tan débil. Me miró y pude distinguir la misma mirada que su hermano siempre me da. Sus ojos son idénticos.

—Vamos.

Di media vuelta y caminé por el pasillo, dirigiéndome a las escaleras, con Louisa siguiéndome el paso. Al llegar a la primera plana, inmediatamente la muchacha vio a su hermano. No saben la mezcla de sentimientos y emociones que inundaron su rostro. Las lágrimas salían de sus ojos y se quedó estática en su lugar, pero no pasó más de un minuto para que se abalanzara a su hermano.

—¡Kyle! —exclamó en sus brazos—. No sabes... cuánto te estuve buscando —Sollozó en el pecho del chico de ojos profundos.

—Créeme, lo sé —musitó, acariciando el cabello de Louisa.

Sonreí ante su reencuentro. Al menos ahora su hermana está con él, a pesar de que esté maldita como nosotros.

—¿Qué me pasó, K? —preguntó con la voz entrecortada—. ¿Por qué estamos aquí?

—¿Por cuánto me buscaste? —respondió con otra pregunta. Estaba evadiendo el tema el mayor tiempo posible.

—Desde el día en que desapareciste —confesó—, no desperdicié ni un minuto en salir de casa o de la preparatoria para ir a buscarte —Se separó de él—, pero fue como... si te hubieses esfumado.

—Te lo explicaré todo, Lou, pero...

—¡¿Por qué te fuiste?! —gritó llorando aún más.

Está descontrolada, y frustrada. No sabe lo que pasa y no entiende nada. Acaba de encontrar a su hermano después de años sin dar señales de vida, me hubiese puesto igual.

—Lou, por favor, yo... —balbuceó Kyle, pero no alcanzaba a terminar sus oraciones.

—¡Sabías más que nadie en el mundo que te necesitaba! —Lloró aún más—. Y aún así... aún así... ¡Me abandonaste!

Kyle solo se quedó en silencio durante unos minutos, viendo cómo se hermana se ahogaba en sus lágrimas. Yo no sabía qué hacer, y me limité a acercarme a paso lento hacia dónde se encontraba mi amigo.

—Mejor vayan a hablar a afuera —propuse en un susurro—, hay más tranquilidad.

Necesitaban privacidad. Son años de angustia acumulados en el corazón de ese chica, y necesita sacar uno a uno esos sentimientos. Aunque tenga que explotar en el camino.

Salieron por la entrada, y yo me senté en la mesa del comedor, con un dolor de cabeza de los mil demonios. Sentí una presencia al lado mío, y era simplemente Giselle.

—¿Qué va a pasar ahora? —me preguntó.

—No lo sé...

—Digo, si ella estuvo buscando a Kyle todos estos años, probablemente Cyrus también te esté buscando, Lara.

—No lo creo, él siempre fue muy incrédulo, y todos están convencidos de que estoy muerta —dije seca.

—¿Aunque no hayan encontrado tu cuerpo? —La miré—. Quiero decir, se supone que estamos muertos para ellos, pero, ¿crees que de verdad se están creyendo esta mentira? Los cuerpos aumentan, y no precisamente como cadáveres —objetó—. Creo que la policía debe de sope hay algo, aunque no tengan idea de qué.

—Giselle, no descansaré hasta encontrar esta jodida cura —confesé—. Aunque eso implique mentirles a todos, y ser invisibles por el resto de nuestras vidas.

Licantropía: ¿bendición o enfermedad? (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora