Giselle Campbell

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Era una noche como cualquier otra. el viento corría a través de los árboles, haciendo que las últimas hojas de los árboles cayeran y se fueran volando; estaba por comenzar el invierno. La luna se asomaba, alumbrando el bosque, haciendo que las sombras de los árboles parecieran tragarte.

Un grupo de chicos habían decidido acampar en el bosque. Una loca idea si lo pensaba debido al clima que había en esa época, pero querían hacerlo. Eran rebeldes y mientras más les dijeran que no lo hicieran, más querían hacerlo.

Instalaron dos carpas para un grupo de cuatro. Dos chicos y dos chicas.

Hicieron una fogata, y Giselle fue a buscar más leña que tirar al fuego. Y se internó en el bosque.

Caminó y caminó, y cuando tuvo lo que andaba buscando quiso volver sobre sus pasos, pero se dio cuenta de que no sabía dónde estaba. Miraba a todos lados y solo veía árboles y más árboles, y ningún indicio del camino que había tomado.

Mantuvo la calma y eligió una dirección, y hacia ahí se dirigió. Intentó llamar a sus amigos pero no tenía señal. Estaba sola en medio del bosque.

Escuchó a los lobos aullar. Se le erizaron los vellos de la nuca y su corazón comenzó a latir con más fuerza. Apresuró el paso.

Escuchó pisadas cerca de ella, como de alguien corriendo. O algo.

Ahora era Giselle quien corría.

Corrió hasta que sus pulmones no dieron más.

Corrió hasta que tropezó y cayó.

Y cuando cayó, soltó un alarido.

La noche la envolvió y su último recuerdo fueron unos ojos brillantes y afilados colmillos clavándose en su piel.

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⏰ Última actualización: Jan 16, 2021 ⏰

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Licantropía: ¿bendición o enfermedad? (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora