Capitulo 28 - Presente
-¿Mamá?
-¿Mmm...? –Abrí los ojos para encontrarme con la cara de Max frente a mi.
-¿Qué haces durmiendo aquí y no con papá? –Bostecé sentándome en el sillón para besar su cabeza.
-Anoche me quedé dormida viendo la tele, Max. Y buenos días para ti también.
-¿Segura? –Alcé una ceja al ver la cara que había puesto. ¿Por qué me hablaba como si fuera ya mayor?
-Claro que si, Maxy. –Me puse de pie para darle la mano y caminar hacia la cocina. –¿Qué quieres para desayunar?
-¡Sandwich de nocilla! –Le sonreí para asentir y sacar el pan de molde junto con la nocilla.
–¿También le podemos hacer uno a papá?-Claro, hijo. –A todo esto, ¿dónde estaba Kyler? –¿Y dónde está tu padre?
-Salió a correr cuando yo fui a despertarte.
-Ah... ¿Y para que quiere el sándwich entonces?
-¡Para cuando vuelva! –Dijo como si fuera más que obvio.
-Si, señor. –Solté el cuchillo para hacer el saludo militar mientras que él reía.
-¡Cuando sea mayor seré el mejor soldado del mundo!
-Por supuesto, Max. Que no te quepa la menor duda de ello...
–El niño asintió más que feliz antes de morder su sándwich.No era la primera vez en sus cortos años de vida que Maximilian decía que quería ser soldado como su padre y si ese era su sueño, ¿quién éramos nosotros para negárselo? Después de todo, lo llevaba en las venas.
-Buenos días.
-¡Hola, papá! –Moví la cabeza en su dirección cuando me miró.
–¡Mira el sándwich que Savanah te hizo! ¡Está rico!-Que bien, muchas gracias. –Me encogí de hombros recogiendo las cosas para volver al salón.
-Oh, hola.
-¿Erick? ¿Qué haces aquí?
-Salí a correr con Kyler.
-Ah... –Murmuré dándome cuenta de que el salón estaba todo tirado. –Siento el desorden.
-No importa. –Recogí rápidamente el sillón para doblar las sábanas y extender los cojines.
-¿Quiéres desayunar?
-No, gracias. –Silencio.
-Y... ¿Cómo has estado?
-Bien, ¿y tú? Perdona, fue una pregunta algo tonta...
-No importa, Erick. –Suspiré.
–Solo quiero pedirte una cosa, por favor.-Claro, dime...
-Ayúdalo a recordar.
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Siempre A Tu Lado
RomanceMi cabeza no estaba pensando en esos momentos, tampoco mi cuerpo. El tiempo se había detenido ante mis ojos cuando un gran charco de agua se tiñó de rojo a su alrededor. Las gotas de agua seguían cayendo sobre nosotros sin ton ni son, sin olvidar s...