Sirgus, Señor De La Oscuridad

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Al principio, o al final, Los Innombrables crearon una vida, comenzó como todos, siendo un bebé. Lo dejaron en libertad por el Gazú, los primeros mundos. Éste bebé creció, aprendió, amó, envejecio y murió, y nació de nuevo, y de nuevo, y de nuevo... Así hasta haber vivido todas las vidas de todas las especies y razas del Gazú. Al final obtuvo gran sabiduría y el conocimiento infinito, entonces Los Innombrables le concedieron su poder y se hizo un dios, un ser todo poderoso e inmortal, y se le concedió un nombre Darú Asha.

Darú Asha decidió que no podía habitar un universo donde ya había visto todo y creó el suyo, el Asha. Mundos nuevos donde la vida y felicidad reinaria, Darú Asha creó también dioses menores que le ayudarían a llevar la felicidad a cada ser viviente.
Y así se mantuvo el Asha por millones de años, hasta la aparición de las primeras razas inteligentes. Darú Asha vio como la felicidad era vana para aquellos que no conocían calamidad, que la felicidad sola era amarga, vio que aquello que él vivió tantas veces realmente era una manera de hacerle saber qué era la felicidad, sintió dolor al ver que, una acción que él llevó a cabo para no llevar infelicidad, era realmente causa de ésta.

Pero Darú Asha no quería quitar la vida que él mismo había dado, decidió así crear un último dios menor, uno pequeño que quitara y recolectara la vida para sí. Entonces lo hizo, creo un pequeño niño, humano, le dio alas para que llegara a todos lados, le dio una corona de luz para iluminar el camino a la muerte, y una espada para proteger sus almas; así también le dio sentimientos, alegría, tristeza, amor, para que pudiera simpatizar con las almas. Sopló y le dijo "vive" el pequeño respiró, abrió las alas y sonrió.
Cuando Darú Asha le dijo su propósito, él pequeño lloró amargamente, "prefiero morir yo a quitar una vida, mi señor" lo dijo suplicando a Darú Asha que le diera otro propósito explicándole que no debió darle sentimientos si quería que cumpliera tan vil propósito. Darú Asha comprendió y siendo benévolo le dio el nombre de Azu y el rol de dios de la bondad.

Abrumado pensó en lo que Azu le dijo, tenía razón necesitaba una creación diferente para tal propósito y determinado inicio la tarea.
Comenzó escogiendo a la raza más fea de los mundos, un garoc, seres de piel gris cuerpo encorvado y cabeza amorfa que vivían en cuevas. Le proporcionó una joroba para que cargará las almas que quitara, le dio unos ojos para mostrarle maravillas a sus víctimas y le dio la habilidad de aparecer en cualquier rincón oscuro. No le dio sentimientos, pues cualquiera lo podría hacer fallar en su labor, en cambio lo hizo mentiroso e hipócrita, para que pudiera fingir esos sentimientos y engañar, lo hizo astuto y cruel, así jamás aparecerían sentimientos de empatia hacia las almas que robara, y le otorgó un agudo sentido del agradecimiento para que jamás le traicionara. Soplo y le dijo "muévete" pues no podría estar vivo un ente dedicado a matar. Éste abrió sus ojos y habló "para que sirvo?". Darú Asha sonrió victorioso cuando le dio su propósito y éste sólo asintió, lo nombró Sirgus, dios de las almas.

Sirgus cumplía su papel, en unos cientos de años el cambio se notaba en los seres vivos, eran felices. Sirgus conservaba las almas que robaba y se alimentaba con ellas, Darú Asha no quería saber de ellas pues solo se le interesaban los vivos. Así también Darú Asha comenzó a rechazar y eludir a Sirgus cada que este lo visitaba, pues era horrendo, no le gustaba su utilidad y todos los otro dioses le temían, a Sirgus no le importaba se limitaba a ignorarlos pues solo le importaba realizar la labor que le encomendó su creador.

Así pasaron milenios y Sirgus notó que su labor era demasiado para él solo así que pidió a Darú Asha que le diera ayuda o no podría mantener el equilibrio con tantos vivos. Darú Asha se molesto enormemente con su presencia, pues entre tantos comentarios negativos de los otros dioses, le tenía asco y repudio a Sirgus, "hazlos tú mismo y no te vuelvas a presentar ante mí" dijo colérico y dándole el poder de la creación. Indiferente, Sirgus obedeció regresando a su casa, una cueva en un mundo deshabitado, inmediatamente se puso a trabajar, creo una criatura, una sombra que alcanzará cualquier lugar, sin rostro ni cuerpo, con la habilidad de robar almas e invisible a los ojos de los vivos, satisfecho creo miles más y les ordenó vagar por el universo recolectando almas, los Repartidores de Muerte.

También se quizo deshacer de la molesta joroba que cargaba, y decidió crear una dimensión para almacenar todas las almas y habitar él, lo hizo, era un lugar vacío, oscuro y silente. Comenzó a llenarlo con cuanta cosa quería, aprovecho el poder que le otorgó su padre para aligerar su trabajo con otras criaturas más.

Con magnífica organización y precisión, Sirgus mantenía el equilibrio entre la vida y la muerte, vigilando todo desde un trono en su castillo de la dimensión que creó. Aumentando su poder con cada alma que quitaba.

Pasaron miles de años más para que Sirgus fuera llamado ante Darú Asha, apareció ante él y rodeado por Azu y los demás dioses fue juzgado de injusto al matar a uno por cada mil nacimientos. Sirgus se justificó explicando las consecuencias de la sobrepoblación, aún así fue culpado por incumplir su labor y sentenciado a morir. Por primera vez, y por causa de todo el poder reunido en en esa sala de dioses, tuvo un sentimiento, tristeza, y no por ser sentenciado a muerte, si no por el dolor de ser acusado de incumplir su propósito. "Morirás" le dijo Darú Asha, "Discúlpeme, Señor, pero no puede matar lo que no tiene vida" Sirgus hablaba decaído, "Entonces te destruire" Darú Asha levantó la mano y un fugaz destello apareció, Sirgus sintió su fin, mas, no pasó nada, el destello fue solo eso y tanto Sirgus como Darú Asha, comprendieron. Su poder venía de distintas fuentes y uno no podría matar al otro, pero sabían que uno podría matar a las creaciones del otro.

Otro sentimiento nació en ese mismo instante, la ira, Sirgus colérico tras oír con su padre renegaba de su labor decidió que mataría todo, todo lo que Darú Asha había creado, se avalanzo sobre su hermano Azu y lo inundó de las almas de los muertos arrebatandole la suya, el alma de otro dios aumento desmesuradamente su poder, se hizo con las alas, la corona y la espada de Azu y al ser atacado por los demás dioses huyó, escapó a donde jamás llegarían, su mundo oscuro.

Solo, Sirgus comenzó a planear su nuevo proyecto, la aniquilación total, creó entonces hadas, pequeñas muñecas aladas de gran belleza y simpatía, pero maliciosas, les encomendó la tarea de envenenar la mente de los vivos, que provocaran guerras, asesinatos, injusticias. Necesitaba más almas pará poder destruir a los dioses. Y su nuevo propósito le dio un nuevo nombre: Sirgus, Señor de la Oscuridad y la Calamidad.

Y así comenzó la guerra de los dioses...

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