Nota Para Futura Historia #1-2

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El frío la despertó, le dolía el cuerpo a causa de la baja temperatura. A pesar de que abrió lo ojos veía nada, solo negrura, parpadeo varias veces para asegurarse de que no eran sus ojos, la oscuridad era absoluta.
Había estado acostada en lo que creyó era el piso, se sentó apretandose para resguardarse del frío, tiritaba. Se asustó al sentir su piel desnuda, eso, la oscuridad y el frío aumentaron su pulso, con ello el miedo a un destino peor del que había pasado.
Pasaron varios minutos, ella no sabía exactamente cuánto tiempo, cuando se calmó el frío se apoderó de ella todo se ralentizó, su pulso su respiración, sus pensamientos. Se mantenía despierta sólo pensando en la horribles posibilidades, y sin haberse movido antes ahora menos podría pues el gélido ambiente ya había congelado sus extremidades, al menos así lo sentía ella. Tenía ganas de llorar e iba romper en llanto cuando el ruido de algo pesado siendo arrastrado la alertó. Nuevamente se aceleró su pulso, agudizó su oído, el sonido provenía de un lugar cercano; de repente quedó cegada, sus ojos ya adaptados a la oscuridad fueron aturdidos por la luz proveniente del mismo lugar de donde vino el anterior ruido. Durante los segundos que batalló con sus ojos para mantenerlos abiertos nada se escuchó, y cuando pudo mantener la mirada descubrío una silueta, la de un hombre parado en una puerta, la luz a su espalda le impedía ver su rostro. La silueta se esfumó un segundo dejando la puerta abierta, al volver arrojó algo a la niña, una suave manta cayó sobre ella. Instintivamente la extendió y se cubrió con ella sintiendo como en segundos recuperaba calor, se sintió aliviada, pero aún sentía desconfianza.
La silueta nuevamente desapareció, está vez no volvió. Cuando se retiró dejó entrar luz suficiente para que la niña pudiera observar donde estaba, era una pequeña habitación amorfa, las paredes eran de roca negra y brillante, el suelo parecía del mismo material solo que finamente pulido, tanto que ella pudo observar su reflejo, algo tenue por la poca luz. Varios minutos pasaron, el hombre no volvió, y ella ya con el cuerpo tibio recuperó su movilidad. Despacio se puso de pie y avanzó hacia la puerta y fuente de luz. Se sorprendió de no caer por la debilidad de sus piernas, aún más sorprendente era sentirse bien, sin el efecto de la droga ni malestar físico o alguna lesión por el frío.
Con pies descalzos avanzó hasta la puerta, se detuvo en marco, cuando la luz se volvió más intensa. No pasó mucho tiempo para que sus ojos se adaptaran, al otro lado estaba el hombre sentado frente a un fuego. Era extraño que no emitiera humo, pero conveniente pues era una habitación cerrada, un poco más grande que la otra, y aunque también se veía similar está era de tierra y piedra grisácea, nada brillante.
Poniendo atención notó que el hombre, no era hombre, no sabía que era, ya había oído hablar de las otras razas, pero jamás uno como él. Era un monstruo de roca, figura de hombre sí, pero no parecía uno, su piel era alguna especie de cristales negros, separado por grietas de un color azul oscuro. Su rostro era igual, no se notaba que tuviera boca o nariz pero sí tres cristales morados perfectamente redondos hundidos en la altura dónde un hombre tendría los ojos.
No pareció ponerle atención a la niña, se limitó a seguir atendiendo el fuego, luego se puso de pie, la chica retrocedió un paso, aquella criatura solo se giro para tomar algo y regresó al cazo que hervía en el fuego. Sirvió en el plato recién tomado lo que hubiese en el cazo y lo puso en un pequeño banco a lado suyo pues no tenía mesa.

-Comida humana

Dijo regresando su atención al fuego. Ella recordaba, era la misma voz que había escuchado antes de quedar inconsciente.
Se acercó lentamente, algo temerosa, observándolo con desconfianza. Llegó hasta el banco, con una mano levantó el plato y con la otra arrastro el asiento lejos de la criatura, se sentó y por fin le quitó la mirada de encima par ver el contenido del plato, creyó era estofado, veía trozos de carne y papas pero no tenía con qué comerlo.

-Una- se sorprendió al escuchar su propia voz, era seca y débil, diferente a como la recordaba-... Una cuchara- repitió tratando de sonar normal pero sin resultado.

-No hay

Fue la única respuesta que obtuvo.
Ella regreso nuevamente su vista al plato y sopló para enfriar el contenido. Minutos pasaron con ella comiendo, la comida no tenía buen sabor ni malo, era pasable para un ser que no tenía boca. Cuando pensó eso dirigió su mirada a él preguntándose cómo era que hablaba sin boca, y porqué sonaba algo robotica. Y aunque su acompañante no llevaba ropa puesta, no observó algo que respondiera su pregunta.
Otra cosa que llamaba la atención de la chica a su compañero era que constantemente removía las brazas del fuego y nunca dejaba de verlo (si es que eso hacía con las gemas moradas que tenía en la cabeza). Así estuvo todo el tiempo que ella comió e incluso cuando hubo terminado. El tronar del fuego y la respiración de la niña eran los únicos sonidos que habían ahí.
Estaba quedándose dormida cuando notó el movimiento de la criatura, se acercó al fuego y metiendo la mano sacó una piedra, pudo ser cualquier piedra sin importancia, del tamaño de un puño, pero era azul, del mismo tono que las grietas en la piel de su acompañante. Tanto la piedra como el hecho de que el fuego no afectara al hombre piedra (así había decidido llamarlo) la sorprendió, y eso se convirtió en miedo cuando éste se abrió el vientre de una manera extraña y la metió ahí, regresó la mano al fuego sacando una segunda piedra, ahora verde oscuro y también la puso dentro él para terminar cerrándose el vientre, no se notaba que se pudiera abrir el vientre pues las mismas grietas de su piel ocultaban la apertura.

-Cuando te sientas fuerte puedes irte.

Sacó de su sorpresa a la niña con esas palabras, ella enmudeció y él, poniéndose de pie, se metió a la habitación dónde ella había estado y cerró la pesada puerta.

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