Por Dormir Bien #3

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Adler estaba serio, los dos Blair sentados frente a él estaban un poco asustados. Imaginaron que Adler reaccionaría con alegría o asombro ante la noticia, pero en cuanto Stuart le mostró la marca solo se enserió, la duda se mostraba en su expresión. Los hermanos podían oír sus propios latidos ante el suspenso y silencio de la situación.

-Iré al pueblo, quédense aquí, tienen el día libre. Creo que volveré al anochecer o hasta mañana.

Dijo después de unos minutos, Stuart ya se había puesto de nuevo su camisa y miraba a Alice esperando que ella le explicara algo. Adler en cambio, sin esperar a que hablaran, se dirigió a su cuarto por lo necesario para ir y venir del pueblo.

-Yo no sé nada- dijo Alice al notar la duda en la expresión de Stuart.

-Pero no dijo nada! No debía asombrarse al menos? O acaso esto es malo?

Stuart estaba decepcionado, pensó que Adler lo reconocería como gran mago, o que le halagaria por el logro de tener una marca de bestia, en cambio no había dicho nada y hasta él podía jurar que vio decepción en su mirada.
Alice no, ella noto la preocupación en los ojos de Adler, algo andaba mal pero no podía saber que hasta que el hechicero de viento se los dijera.

-No te preocupes, Stu, Adler sabe porqué hace las cosas- trataba de calmar a su hermano-... Además sabes que él es muy reservado, tal vez solo va por libros o algo para ayudarte a encontrar tu bestia.

Stuart relajó los hombros, Alice tenía razón, Adler era muy serio y cuando le quería hacer un regalo, siempre se portaba distante para mantener la sorpresa, sonrió.

-Tienes razón, lo más probable es que vaya por algún obsequio para mí por el logro- alzó la mirada con falsa altanería ante Alice.

Ella solo sonrió ante el gesto de su hermano, al menos había logrado que no malpensara, ya cuando volviera Adler todo se aclararia.
Adler ya volvía de su habitación con su capa puesta, y una mochila al hombro.

-Alice, cuida a tu hermano, y Stuart... No quemes el bosque.

Nuevamente se encaminó sin esperar respuesta, Stuart iba a reclamar pero Alice le dio un codazo para que permaneciera en silencio. Adler salió, los Blair lo vieron alejarse por unos minutos mientras  Stuart sonreía.

-Por qué sonríes?- preguntó Alice.

-Tenemos la casa para nosotros solos- aún diciendo eso jaló a Alice hacia él acercando su rostro para besarla.

Ella correspondió el beso y luego alejó leve a Stuart por los hombros.

-Pues entonces podremos jugar cartas y apostar sin que Ady nos regañe- sonrió muy tierna.

Stuart no pudo más que reír después de admirar el bello rostro de su hermana enternecido por su sonrisa.

-No sólo eso, tampoco debo lavar los trastes hoy!- contestó alzando los brazos festejando.

-No, si los lavas te dejo tacarlas!- dijo Alice apresuradamente, después tapándose la cara con pena, se refería a su busto.

-Siempre dices eso y al final no aceptas!

Stuart no dijo eso como reclamo, solo que era algo con lo que Alice solía amenazarlo o incentivarlo y él solo accedía por la posibilidad. Sonriente empezó a lavar los trastos, mientras, Alice se fue a su cuarto para calmar su nerviosismo pues esta vez pensaba cumplir, en el fondo deseaba lo mismo que su hermano, solo que el miedo y la pena eran más fuertes.

Minutos después Stuart iba al cuarto de su hermana, entró como siempre sin tocar ni avisar. Pero está vez cerró la puerta de golpe apenas al abrirla.

-Perdón, debí tocar- dijo desde afuera, pues había encontrado a su hermana desnuda.

-No, está bien, pasa- la voz de Alice se quebraba, parecía estarle costando demasiado.

-Estás segura? Alice, no te presiones, sabes que yo te esp...

-Que entres, Stuart! - ahora Alice sonó exigente.

Stuart estaba entusiasmado, pero aún abrió la puerta con duda y lentamente esperando que Alice lo detuviera. No pasó, y al abrirla totalmente notó a Alice cubriéndose sus pequeños pechos aún en desarrollo cruzando los brazos y la mirada en el piso. Stuart entró dando un paso y cerró la puerta después.

"Que me detenga, que me detenga ya" decía Stuart en su cabeza ya igual de nervioso que su hermana, con la diferencia de que no podía desviar la mirada. Ninguno hablaba ni se movía, Stuart siempre pensó que él dominaria la situación cuando llegara a pasar, pero no era así, estaba tan reprimido como Alice.

-Quieres- susurro Alice-... Quieres verme? - dijo tomando la iniciativa, pero apretando el rostro y sin levantar la mirada.

...

Adler no llegó esa noche, pero sí al día siguiente, temprano, cuando Stuart ya iniciaba sus ejercicios. Alice lo veía entrenar pues no tenía una rutina como la de su hermano, y además porque Adler aún no le daba nuevos ejercicios de acuerdo a su última charla. Ambos lo vieron aparecer en la vereda, por un pequeño claro en el bosque que rodeaba su casa.

-Alice, ve por tus cosas, lo más importante, tú también Stuart, nos vamos cuanto antes.

El rostro de Adler les demostraba que no bromeaba, sin embargo ninguno concebía lo que su mentor les decía, permanecían quietos.

-Vayan por sus cosas ahora! - repitió más fuerte Adler.

Ambos hermanos reaccionaron obedeciendo esta vez. Supieron que algo grave pasaba por el actuar de Adler, tan repentino, eso y el hecho de que tenían casi diez años sin salir de ese bosque los invadió de miedo.
Adler entró por sus pergaminos y libros, así como algo de comida. Cuando terminó los Blair ya lo esperaban en la entrada de la casa.

-Están listos?

Ninguno habló, solo asintieron.

-Bien.

Dicho eso cerró la puerta y puso la mano en ella, cerró los ojos y empezó a hablar en voz baja y en otro idioma.

-Puedes hacer magia de conjuración? - Alice preguntó sorprendida.

-Sí- contestó una vez que terminó de conjurar-, ahora vamos rápido, al norte.

-Pero el pueblo está al Este- se quejó Stuart.

-Y precisamente por eso vamos al norte, a la ciudad.

Y Adler comenzó a caminar dando por terminada la charla y dejando con dudas a sus pupilos, que tenían demasiadas preguntas en sus mentes, pero entendían que Adler tenía prisa y no estaba de humor para contestar, se limitaron a seguir a su maestro.

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