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Se incorporó mirando a todos lados, buscando la boca de donde provenía la voz, esa voz que resonaba en su cabeza llegando con ensordecedor eco a cada rincón de su mente, "no te di la vida para que llorarás... No te di la vida... No te di la vida...".
"¿Morí? ". Y todo se detuvo, supo que no iba a encontrar el origen de la voz, que sólo podría escucharla, supo que decía la verdad, que había muerto. Permaneció quieto a la espera de volver a escuchar la voz, no tardó mucho tiempo:

-Caminando hacia el este encontrarás un río al amanecer, en un prado, al cruzar el río, habrá un caballo ensillado, éste te llevará a un pueblo donde encontrarás un hombre que vende manzanas, pregúntale al hombre por su hija enferma y pide que te lleve hasta ella, entonces te daré más instrucciones- dijo la misma voz, neutra y monótona.

-Espera- grito Esteban-, acaso... ¡¿Acaso eres Dios?!

***

Al otro lado del mundo, en una granja familiar, una bermeja niña  miraba impaciente por la ventana, esperaba al cartero. Como cada lunes, llegaría la carta de su hermano recién ingresado a la milicia, pero esta vez era especial. Hoy llegaría a carta con la felicitación por su cumpleaños y no podía esperar a leer que lindo mensaje le escribió su hermano.
Al final de la calle pudo notar a un hombre vestido de verde, no espero más y corrió para interceptarlo.

-¡No azotes la puerta... Samanta!-grito su madre-. Ay, esta niña...

Cinco minutos después, y tras haber peleado con el cartero para que le diera el correo, regreso a casa con las cartas en la mano.

-Es esta, es esta- decía mostrando una de sello azul.

-Nada, dámela, yo la leeré- dijo su madre mientras le arrebataba el sobre. Lo abrió, extendió la carta y comenzó a leer en voz alta-. Dice: familia Crapro, lamento informarle que... Esteban... Muerto en acción... Honor... Por la patria...

Dejó de leer, no pudo más, sus ojos cubiertos de lágrimas hicieron que la niña borrará la sonrisa.

-Mamá...?

-Roberto- susurro-, Roberto- gritó ahora.

Por la puerta trasera llego el padre de la niña.

-¿Qué pasa, Elena?- apenas llego se percató de que las dos lloraban, madre e hija.

-Esteban, mi hijo...- Elena hizo una pausa en la que Roberto trago saliba, ya sabía lo que le diría-, mi niño... Está muerto.

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