Solo te quiero conocer, y que tu olor quede en mi ser..

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Sharon Salazar lo iba a volver loco. La había ignorado por 2 semanas a ver si ella lo buscaba a él, pero no había caído. Y le proponía una buena noche de sexo abiertamente, y ella aceptaba. Esta mujer lo sorprendía.

Había llegado a pensar que tendría que luchar para que ella le prestara atención. E incluso, que cuando le preguntará si era virgen, lo abofetearía. Pero ella se había arqueado cuando la había besado y le había dicho cosas sorprendentes. Se dio cuenta que hasta ese momento, había creído que ella era virgen.

Pero no lo era. No supo porque ese pensamiento no le agradó mucho, pero lo ignoró. Se concentró en las imágenes que pasaban volando en su cabeza. Sharon desnuda, Sharon besándolo, Sharon acariciándolo... Uff, fue lo único en lo que pudo pensar mientras su cuerpo se endurecía. Y no le interesaba. Sharon Salazar se iba a acostar con él en unas horas. Lo esperaba con un ansía espeluznante.

Las horas pasaron lentamente, como esas que pasan cuando justamente te mueres por irte. Volteó a mirar a Sharon y esta lo miró a él también. Le dedicó una sonrisa y se la devolvió. Ella también lo esperaba.

-Vamos –le susurró, mientras salían de la clase.

Le pidió las llaves del coche y ella se las dio inmediatamente. A él le encantaba ir a su casa caminando, pero ahora estaba con Sharon y no podían dejar su auto ahí. El transcurso a su casa estuvo cargado de un tenso silencio. Entraron al edificio y subieron al apartamento.

Sharon recorrió el apartamento con los ojos abiertos y sorprendidos.

-Tu casa es muy... griega –le dijo, con una sonrisa.

-Con orgullo –le guiño un ojo y entró en la cocina.

Agarró dos copas y sirvió un poco de Vodka. Había pensado en pasar un día relajante, tomando y viendo películas, pero sus planes habían cambiado. Miró a Sharon por la puerta, quién miraba todo con los ojos iluminados.

-¿Sabes? – le dijo ella desde la sala-. Siempre me ha encantado la cultura griega. Tengo una extraña obsesión con sus dioses. Y me he repetido más de 5 veces Helena de Troya.

El se rió al pensar en esa película. Era una película magnifica, muy centrada en la historia. Pero la actriz no le hacía honor a Helena; no era ni el cuarto de bella que el personaje de la mitología.

-¿Sabes mucho de mi país? –le preguntó, mientras le daba una copa.

-No mucho. Sé que su capital es Atenas –le dijo con una sonrisa burlona y él no pudo evitar reírse-. Y he leído algunos libros de los dioses y sus mitos. Pero nada más.

La miró a los ojos y se acercó a ella. ¿Qué tenía Sharon que lo obsesionaba tanto?

-Eres increíblemente hermosa... -le dijo, y le acarició la mejilla. La sintió temblar bajo sus dedos y sonrió.

Capturó su labio inferior con delicadeza, mientras pasaba la lengua por el superior, para luego introducirla por completa en su boca. Sharon gimió levemente, y se pegó a él, respondiéndole al beso con entusiasmo. Le agarró el cabello con las manos mientras la apretaba más, y cuando sintió los dedos de ella recorrerle la espalda, sintió un estremecimiento. Esta mujer lo sacaba de sus casillas.

La besó suavemente, saboreando la textura de sus labios, de su boca, y luego, la besó con fuerza. Sharon se agarró de su cuello y gimió contra su boca, mientras se frotaba contra él. Sharon era arcilla bajo sus dedos, y él perdió todo pensamiento coherente cuando ella se quitó la camisa y lo ayudó a desvestirse. De un momento a otro, estaban desnudos y él le pasó los brazos detrás de las rodillas, llevándola a su habitación.

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