solo tendre ojos para ti.
EPILOGO
Sharon se sentó nerviosa en la tina. Debería estar en la universidad, pero no se sentía con fuerzas suficientes para ir. Llevaba dos días preocupada con la idea del embarazo, pero llevaba esos mismos dos días sin una sola nausea. Miró la prueba y se levantó.
La prueba daba NEGATIVO. Suspiró pesadamente, sintiendo el corazón en los oídos. El pulso se le aceleró y se recostó contra la pared, deslizándose hasta caer al piso. Se llevó las manos hasta el rostro y sintió la humedad de las lágrimas. No sabía si sentirse feliz, o si llorar.
Era muy joven para tener hijos. No había terminado su carrera, y evidentemente no estaba preparada para ser madre. Ni siquiera estaba casada... no quería que su hijo naciera por fuera del matrimonio. Suspiró una vez más, lloriqueando sin saber porqué. Llamó a Alexandros, suplicándole que fuera a acompañarla.
Alexandros salió de la clase con paso firme y corrió en dirección a la casa de Sharon. Estaba nervioso pues la había escuchado apagada, y con la voz entrecortada. Estaba llorando, y la sola idea de que le pasara algo... Le ponía los pelos de punta.
Entró rápidamente, usando el juego de llaves que tenía y subió las escaleras. No la vio en la salita, ni en su cuarto. Pero un leve lloriqueó le indicó que estaba en el baño. Se acercó lentamente, y la abrazó, levantándola del suelo.
-Hola amor –le susurró contra la oreja, mientras la acostaba en la cama.
Ella no respondió, pero se prendió de su chaqueta con los puños apretados. Tenía el rostro escondido en su cuello y el cuerpo tenso. Lloraba levemente y se removía entre sus brazos.
-¿Qué pasa, Sharon?
-La prueba salió negativa –respondió ella, suavemente, con una voz que no era la suya.
Alexandros frunció el ceño, confundido. Estaba casi seguro que las nauseas y los escalofríos se debían a un embarazo. ¿Qué más podría ser? La prueba podía estar mal. No eran 100% seguras. Se sorprendió al darse cuenta de que buscaba excusas para que fuese un POSITIVO. De verdad pensaba que estaba embarazada.
El desconcierto y la soledad hicieron mella en su interior. No era lo mejor para esos momentos, pero claramente ella lo deseaba tanto como él. Habían discutido el tema, y habían llegado a la conclusión de que mejor era que no lo estuviera. Pero ahora...
-Oh... -fue lo único que pudo responder.
-Tú... ¿también pensabas que si lo estaba?
-Si –susurró.
El llanto de Sharon se intensificó y él llegó a preocuparse. Era desconcertante y desgarrador. Se agarraba a él como un sí de eso dependiera todo. Lo necesitaba, y él lo comprendió.
-Tranquila, chiquita –le acarició la espalda y se acostó a su lado-. No pasa nada... respira, tranquila.
-Yo quiero ser la madre de tus hijos, Alex –le dijo ella, mirándolo a los ojos.
Alexandros le sonrió con amor. Él quería que ella fuese la madre de sus hijos. Quería compartir con ella todo lo que la vida quisiese darle. Amor, odio, felicidad, tristeza, salud, enfermedad... Hijos. Lo que más deseaba era formar una familia con Sharon.
-Y yo quiero que lo seas, chiquita. Pero quizás no es el momento.
Ella lo miró dolida.
-No me malinterpretes. Yo quería que estuvieras embarazada, tanto o más que tú. Pero quizás no estamos preparados. No hemos terminado nuestras carreras, y yo no quiero depender de mis padres.
Ella le sonrió un poco, calmándose.
-Y no estamos casados.
-Pero eso se puede resolver... -le sonrió y se levantó, arrodillándose en el suelo-. No vine preparado con un anillo, pero mis ganas de estar contigo por siempre bastan por el momento. Sharon Salazar... ¿me harías el honor de casarte conmigo?
-¡Si, si! –exclamó ella, tirándose a sus brazos.
Ambos cayeron al suelo, y Alexandros rodó sobre ella, quedando encima. Le acarició el rostro y entre risas, se besaron hasta quitarse todo dolor, y reemplazarlo solo por el amor intenso que se sentían.
-¿Te imaginas a muchos campeones corriendo...?
-O a princesitas.
-¿A muchos campeones o princesitas corriendo por aquí? Todos igualitos a ti...
-O a ti.
Alexandros se rió al ver la sonrisa burlona de Sharon. Se acercó a ella y la agarró de la cintura, besándola en los labios. Sharon lo abrazó por el cuello y se pegó a él, necesitando su cuerpo y su calor.
-Y además, le enseñaras a bailar a nuestras hijas, así como tú...
-La haré aplicar a la universidad, ya que yo no iré.
-¿No irás? –Alexandros frunció el ceño. La academia la había aceptado después de todo, y él pensaba que ella quería ir.
-No, la psicología es lo mío. Agradezco todo el esfuerzo que le pusiste para que entrara, amor, pero no quiero ir. Quiero terminar la carrera rápido y así nos mudaremos.
Se miraron a los ojos y se dieron un pequeño beso. ¿Qué más le podría pedir a la vida, si ya tenía todo lo que necesitaba a su lado?
-Llegará nuestro momento de formar una familia, Sharon –le murmuró él en sus labios-. Y todos saldrán perfectos...
-Pero para la perfección se necesita práctica, ¿sabías? –levantó una ceja y se pegó más a él-. Y bueno, para tener muchos....
-Los hijos pueden esperar. ¿Por qué mejor no nos ponemos a practicar? Así saldrán todos preciosos...
Sharon se rió alegremente cuando Alexandros la tiró a la cama, y se montó encima. Se dedicaron a soñar juntos y amarse esa noche. Hicieron el amor lentamente, sin ninguna prisa de correr. Al fin y al cabo, tendrían el resto de sus vidas para compartir.
FIN ☺
PS:
Yineka mu : mi mujer.
S'agapo toso poly: te amo tanto.
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Oficialmente, hasta aqui llego Tocarte. Espero les haya gustado mucho como a mi me gusto escribirla, que les haya hecho sentir algo... por mas pequeño que sea.
Seguire por aqui escribiendo, compartiendo fantasias y sueños que a veces se aparecen por ahi...
Espero que todo el que estuvo por aqui, la lea hasta el final y le traiga una sonrisa en el rostro.
Hasta que nos volvamos a ver! XO
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Tocarte
RomanceAlexandros Kana sabía lo que quería de la vida. Mujeres, diversión, y no pensar en absoluto en la dinastia griega que le esperaba en casa. Volver a Inglaterra era su ruta de escape. Sharon Salazar solo quería graduarse y salir de su rutinaria vida...