Llego pero ya me iré, no sabes cuánto extrañaré despertar en ti, abrazarte así.

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Shelly por fin la había soltado y podía irse a casa. Pasar el día con su familia no había estado tan malo. Hasta reconsideraba volver más a menudo. Miró el reloj y frunció el ceño. Alexander no la había llamado hacía 2 días. ¿Qué estaría haciendo? Sonrió mientras cambiaba el rumbo de ida. No le caería mal una sorpresa. Pasaría a alquilar una película y comprar comida. Pasarían toda la tarde juntos.

Luego de media hora, llegó al edificio. El portero la saludó como siempre, y ella subió al ascensor. Antes de que se cerrara, notó que la miraba fijamente, hasta asustado. ¿Qué tendría? Suspiró. Esos pobres hombres a veces tenían una vida miserable, puesto que no podían pasar el tiempo debido con sus familias.

Cuando llegó, la reja estaba abierta. ¿Por qué estaría abierta? Él era muy cuidadoso con eso. Pero bueno... luego se quejaba de que le podían robar algo.

-¿Alex? –murmuró al entrar. No estaba en la sala, ni en el estudio. Mejor, así podía organizar un poco antes de verlo. Entró con una sonrisa a la cocina, y empezó a desempacar... cuando escuchó unos ruidos en el cuarto e instintivamente, su corazón empezó a latirle rápido, como siempre que lo veía o la tocaba. La volvía loca.

Sonriendo más aún, se abrió algunos botones de la camisa con total desvergüenza y caminó lentamente, para así poder sorprenderlo. Conforme se acercaba, los ruidos se iban volviendo en... ¿murmullos? ¿Estaría hablando por teléfono? Abrió un poco la puerta y espió un poco. No veía nada, así que la abrió por completo...

-Maldita sea, Nicky, no te lo puedo quitar... -susurró la voz más hermosa que había escuchado. La risa femenina inundó sus oídos.

Con total desconcierto, observó la escena. Alexander estaba solo con un bóxer, encima de una mujer semidesnuda, excepto por el sujetador y con la cara de Alexander enterrada en sus pechos.

Escuchó un <Oh...> y por la expresión de ellos, que la miraron enseguida, comprendió que era suyo.

-¡Mierda, Sharon! ¿Qué haces aquí? –gritó Alexander, que se había separado de 'Nicky' y la miraba furioso.

-Yo... no sé. Ya comprendo porque no cerraste la reja –murmuró, con la mirada clavada en Nicky.

-¿Qué?

-Eh... yo me... -no terminó la frase, sino que se fue caminando a un paso rápido.

Estaba como en shock, porque sentía NADA. Solo sabía que tenía que salir de ahí, y rápido. Pero cuando estaba cogiendo su bolso, fue detenida por una mano que la agarró con fuerza del brazo.

-Sharon... -susurró Alexander.

-¿Q-que pasa? –le preguntó, mirándolo a los ojos.

-Escucha... esto que acaba de pasar...

-Fue nada, ¿cierto? –susurró ella, tímida.

-No, si fue algo. Pero tú y yo no somos 'algo', Shar –suspiró-. Nunca nos prometimos algo –murmuró cínicamente. Ella solo asintió mientras se desprendía de su mano.

-Les dejo... la película, por si quieren verla cuando acaben –le sonrió un poco, sintiéndose como una completa estúpida mientras salía.

En el transcurso a su casa, empezó a analizar todo. '¿Les dejo la película?' ¿Pero que clase de idiota era? ¿El hombre que quería la estaba destruyendo, y ella le daba la película para que la viera con la zorra esa? Pero conforme pasaban los minutos, y mientras entraba a su casa, comprendió todo. ¿Qué diferencia había entre ella y Nicky? Ella no le había pedido algo a Alexander. Nunca. Y eso había recibido: Nada. Y en eso estaba su amor.

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