Capítulo 20: Venganza final

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- ¡AMAYA ESTÁ EN PELIGRO!

- ¡Suéltale! – ordenó Reinhardt e inmediatamente el guardia obedeció.

Will permaneció en el suelo, su prótesis estaba completamente destrozada, no podría levantarse.

- ¡Está en la playa! ¡Está luchando sola contra un meka! ¡Está herida! – gritó Will por última vez.

- ¡Ana, Ayuda el chico! ¡Los demás conmigo! – salió corriendo Jack hacía la dirección indicada seguido por todos.

Al salir de la base todos oyeron los disparos que provenían de la playa. No se detenían, la gente que no sabía lo que pasaba se quedaban impactados y atemorizados al ver correr con tanta prisa a los héroes. La playa estaba lejos pero esta vez no perderían a su niña.

Los edificios y hoteles de la zona impedían ver la playa pero cuanto más se acercaban veían a la gente correr en dirección contraria. Más de uno maldecía los edificios, y mucho más cuando ya no oían disparos. Soldado aceleró de una manera sobrenatural, su corazón latía más fuerte que nunca. Fue entonces cuando los Shimada al igual que todos quedaban atónitos al ver la imagen que se asomó por uno de los edificios, se alzaba y se elevaba para luego desaparecer. Un dragón amarillo, el dragón de Amaya, el poder heredado de sus tíos. Amaya era más fuerte ahora, eso quedó claro para Hanzo y Genji.

Al llegar a la playa, se encontraron con el meka destruido y al maestro dispararle a Amaya, pero no la ayudaron. Fue demasiada la impresión que les dio, ver a su niña esquivar las balas con la misma facilidad que su tío, ver como avanzaba por la arena sin vacilar, plantando firmemente los pies.

Al llegar al maestro, Amaya no tardó en desarmarlo, empezó entonces un combate cuerpo a cuerpo, dónde Amaya esquivaba perfectamente los golpes como lo haría su abuelo. El maestro le bloqueó una pierna, fue entonces cuando su familia estaba dispuesta a ayudarla, pero no anduvieron ni un paso cuando se quedaron de nuevo petrificados al ver a Amaya ejecutar, con gran exactitud, la patada en la cara que le dio al hombre en el aire, justo como su padre hizo en aquel entrenamiento.

Amaya estaba exhausta, tenía un balazo en el costado, su brazo estaba empezando a ir mal. Ya no podía controlar el equilibrio tras esa patada, así que cayó al suelo al mismo tiempo que el maestro. Ella ya no podía más. Levantó la mirada para ver al hombre con el que había peleado, esperando que no se levantara más. No fue así, el maestro se levantó con el rostro ensangrentado, lleno de ira, se echó una mano hacía atrás y cogió su subfusil.

Amaya no podía levantarse, se recostó de nuevo en la arena, esperando los disparos, preparada para morir, viendo las estrellas. Oyó disparos, pero de otro calibre, no tenía la mente como para pensar, antes de desmayarse vio a alguien a su lado, llamándola, no lo veía bien, se desmayó antes de reconocer que era su padre.

Tres días después del incidente de la playa, por la mañana, Jack se bebía una taza de café mientras veía a los soldados entrenar desde un ventanal. Era un día soleado y caluroso, perfecto para disfrutar de sus días libres. Aún era temprano, pero había gente ya de pie y el comandante no iba a ser una excepción.

Unos brazos rodearon la cintura de Jack, abrazándolo por detrás una figura más pequeña que él. Al segundo se giró y abrazó fuerte a su pequeña, pegándola contra su pecho y apoyando su barbilla en la cabeza de la menor.

- Es pronto para levantarse. – comento Jack.

- El tío Torbjon nos llamó a Will y a mí para ponernos las nuevas prótesis – enseña contenta Amaya .

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2017 ⏰

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