Capítulo 19

251 14 8
                                    

— Esto está mal.

— Lo sé, pero se siente tan jodidamente bien.

Suspiré embelesada: veía sus labios entreabiertos mientras tenía su vista en mis ojos, el corazón me martilleaba fuertemente y sentía mi cuerpo temblar, pero solo cuando su aliento impactó en mi rostro y su mano encajada perfectamente en mi cintura, presionándome a su pecho, logré tranquilizar mis nervios de una manera absolutamente anormal; como si fuese este mi lugar, uno destinado exclusivamente para mí.

El sonido del piso de abajo era estridente, pero poco me importaban las personas ahora. Solo éramos él y yo, solos... Solo nosotros dos.

***

P A O L A

— ¿Estás segura de que esto queda bien? —pregunté por tercera vez a Ainhara; el top negro de manga larga junto con la falda de tubo se adhería perfectamente a mi cuerpo, resaltando las pocas curvas que tenía.

No era de las chicas que tenía buen cuerpo, o eso era lo que yo pensaba: me faltaba trasero y senos, mis piernas no estaban estilizadas, pero tampoco me quejaba.

— ¡Deja de mirarte así, joder! ¡Te ves preciosa! —vociferó emocionada. Estaba segura de que ella era más positiva que yo.

Se acercó dando largas zancadas y, tomándome por detrás, me giró de modo que pudiera ver mi trasero.

— Esta parte del cuerpo te resalta demasiado, tía, tienes que aprovecharlo. —Rio y sonreí, quizás tenía razón—. Recibirás muchos halagos y piropos. —Me miró orgullosa, yo solo pude corresponderle tímida.

La abracé, agradecía completamente el que estuviera presente ayudándome. Quise invitarla a mi casa antes de tiempo y solo el mencionar la fiesta a la que me habían invitado fue suficiente para que ella sola se ofreciera a ayudarme a maquillarme y el saber qué vestir. Había mencionado también el que tenía una fiesta, que un amigo la había invitado, pero no sabía con exactitud en dónde.

— Tu maquillaje ya está listo, ahora sólo falta el toque final —sonrió maliciosamente mientras se alejaba hacia su bolso.

— ¿No crees que ya es demasiado? —pregunté mientras alaciaba la falda con mis manos después de estar tanto tiempo sentada. Vi con recelo los botines de tacón ancho que esperaban pacientes ser puestos, pero la verdad era que ahora no tenía ganas de usar algo como esos.

Ainhara guardó silencio mientras yo estaba ensimismada en mis pensamientos: ¿le gustaría a Rubén mi aspecto en estos momentos? Tenía que aclarar que la calavera dibujada en mi rostro con toques de color blanco, negro y sangría daban un pique de misterio y hacían parecer mis ojos más grandes de lo que verdaderamente eran. Las medias cubrían sensualmente mis piernas haciéndolas más llamativas y los dedos de mis manos estaban pintados de igual manera que mis ojos, de modo que se difuminaba conforme llegaban hasta la palma y lo demás, de un color blanco; el collar se adhería de igual forma a mi cuello, mientras que del medio se dejaba caer una pieza de diamante hasta llegar a mi escote. El atuendo en sí no era revelador y la sensualidad no era cargada con demasía, pero, a fin de cuentas, ahí estaban.

— Me enorgulleces, Paola —recalcó cuando por fin encontró aquello que había estado buscando desde que me había perdido en mis pensamientos, y la media sonrisa que surcaba su rostro mientras caminaba hacia mí, no me gustaba del todo—. ¿Miras esto? —alzó un pequeño frasquito, asentí, abrí los ojos sorprendida y, sobre todo, aterrorizada.

— No..., ¡no pondrás esas cosas en mis ojos! —exclamé, Ainhara rio corriendo hacia mí y sentándome en la cama de nuevo hasta posicionarse entre mis muslos.

VIGILADA |RDG|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora