— ¡Puta madre! —espeta Ainhara, conteniendo la risa—. Que ese chico sí te ha conquistado, ¿verdad?
Miro sorprendida a mi amiga que me mira con coquetería, finjo que no sé de quien habla, pero sé exactamente de quién.
Sonrío, recordando la tarde después de comer en la casa de Rubén; hablamos, vimos películas e incluso, jugamos en su pc; sinceramente tenía mucho tiempo que no jugaba, por lo tanto, perdía demasiadas veces, pero él me tenía paciencia.Había sido más que perfecto.
— ¿De qué chico hablas? —Me hice la malentendida, bebiendo del jugo en caja delante de mí.
— ¿Cómo que de qué hablo? ¡Pero mira la sonrisa que te cargas!
— ¡Mejor dime tú lo que tienes entre manos con Emiliano! Te he visto en las clases de deportes cómo lo miras.
Me mira sorprendida y baja la mirada, sonriente: Emiliano llegó hace aproximadamente 3 semanas por un intercambio y durante este tiempo, se había acercado más a nosotras; un chico de tez blanca, alto, corpulento a pesar de su edad, mandíbula cuadrada, cabello negro, ojos grises y labios regordetes.
No era un chico malo, al contrario, muy inteligente y listo; ya habían sido varias las veces que nos había defendido de Guillermo, que éste último, al saber mi acercamiento con Juanjo y Samuel, ha estado empeorando, pero al final, hemos decidido ignorarlo. De todos modos, sus comentarios no son tan ofensivos como para reclamar, simplemente nos hemos acostumbrado ya.— ¿De qué están hablado? —pregunta Samuel, colocándose a mi lado, mientras que Juanjo a lado de mi amiga.
— ¡¿Por qué estás tan roja, tía!? Parece como si fueses a explotar —replica Juanjo pellizcándole las mejillas a la castaña, quien da manotazos al chico.
— ¡Déjame en paz de una puñetera vez, idiota! No estábamos hablando de nada.
— Por Emiliano —susurro a los chicos, sonriente. Ainhara me da un manotazo en el brazo.
— ¿Quién es Emiliano? —pregunta Samuel.
— Un chico que le gusta a esta chica, ¿verdad? —intercedo, sonriendo y mirándola.
— Eres una maldita perra —contesta Ainhara en forma de broma, ya que su sonrisa la delata. La miro y le mando un beso.
— Ow, yo también te amo, querida.
— ¡Sigo sin entender quién es Emiliano! —espeta Juanjo, mirándonos sin entender, a lo que reímos.
— ¿Alguien habla de mí? —El chico de cabello negro y ojos claros se manifiesta con un plato en manos y miramos sorprendidos al susodicho. Samuel se acerca a mí, mirándolo y Ainhara no puede estar más roja, avergonzada. Todos guardamos silencio y palidecemos—. ¿Puedo estar con ustedes? Ya no hay mesas disponibles y son con los que más he estado, así que...
Miro a mi amiga que evita hacer contacto visual con el chico y le sonrío, ella me mira al darse cuenta y balbucea algunas cosas para que no diga nada, pero sonrío más abiertamente y asiento, mirándolo a él.
— Claro, siéntate, siempre hay espacio para ti, ¿verdad que sí? —sonrío a los chicos y me sonríen de vuelta, como unos excelentes cómplices.
No nada más yo había sentido esa atracción o química entre ellos, sino también el par de chicos o más bien, mis amigos, por lo tanto, nos propusimos emparejarlos. Los 3 sabíamos que Ainhara era una chica sumamente tímida cuando un chico le atraía y se notaba desde kilómetros lo mucho que le gustaba, entonces decidimos ayudarla.
Pero este acercamiento no había sido planeado, y lo agradecíamos.
— Ven, siéntate aquí, yo iré al baño. Regreso en un momento —Juanjo se levantó dando su lugar para que estuviera cerca de mi amiga y se fue, sonriendo triunfante y mirándonos a Samuel y a mí.
ESTÁS LEYENDO
VIGILADA |RDG|
Misterio / SuspensoPaola Méndez no era más que una chica de su edad, una chica con deseos. Una chica con sueños. No, no era perfecta. No tenía calificaciones excelentes. No era la hija que toda familia quería, pero lo intentaba. No, no era extrovertida y, aún así, co...