Capítulos tres: Campo magnético.

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El hombre de ojos grisáceos y ojeras marcadas caminaba a prisa por los pasillos de la facultad de agronomía, el bullicio de los adolescentes recién ingresados le hizo chasquear la lengua.

—Eh —gritó uno de ellos mientras alzaba las manos al cielo—, pasa la pelota, estoy libre.

El chico de cabellos negros camino de espaldas a la puerta, calculando la distancia que debería tener para poder alcanzar el objeto antes de que cayera al suelo, pero al ir mirando hacia el frente no se dio cuenta del hombre que estaba a sus espaldas mirándolo con incredulidad.

«Ese chico es...» Pensó con cierto deje de duda, no podía estar pasando aquello que le hacía dar vueltas la cabeza desde ese simple acostón¸ que según él no había significado nada.

Se había aferrado a la idea de que ese crío, aquel que había conocido en aquella discoteca mientras el alcohol le pasaba factura a su sistema y con el que termino dándose un revolcón; no había significado nada para él. Pero eso, era una mentira, cada noche cuando compartía la cama junto a su esposa no dejaba de pensar en la piel canela cubierta de un perlado sudor, de los sonrosados labios gimiendo un mote extraño que en esa ocasión se escuchaba tan sensual e inundado de un placer que le recorría con pasión las entrañas.

— Fíjate por dónde caminas —escuchó decir al chico enojado. Para su desgracia sí era ese chico.

El tipo que también había terminando besando el suelo no podía pronunciar palabra alguna, estaba atónito debido a la situación, él objeto de sus insanos deseos estaba frente a él, pensó que no lo volvería a ver y deseaba que así fuera, pero cómo los elementos magnéticos crean un campo que los hace atraerse a un cierto punto, cómo el imán atrae a los metales, así el chico de facciones infantiles lo atraía.

— Fíjate por dónde caminas tú —contestó enojado al sentir un leve dolor en sus trasero—, eres tú, él que no prestaba atención.

El aludido se congeló en ese instante, sus mejillas se coloraron y su cuerpo tembló indescriptiblemente. No podía olvidar ese sensual tono de voz, ni la frecuencia de la misma, era más que obvio que el hombre que le recriminaba era Torao, quién a decir verdad lo había estado evitando las últimas dos semanas.

Con un deje de duda, alzo su vista para confirmar lo que sus oídos y su respiración errática le hacían sentir. Lentamente sus orbes fueron vislumbrando el traje negro del chico, que acentuaba su delgada contextura, observo sus manos con los tintas negras y de un saltó estaba abrazando al moreno de ojos grises.

— ¡Torao! —gritó efusivo a punto de darle un beso en la boca.

El nombrado reaccionó tapando su boca, y lo tomó de su muñeca adentrándolos en los baños del edificio. Dejo al crío dentro y con cautela abrió poco a poco la puerta. Suspiro aliviado al notar que todos seguían en sus clases y que la anterior acción había pasado desapercibida.


CONTINUARÁ... 



Mil disculpas, pero he estado en un hoyo dónde apenas y puedo escribir. No sé que me pasa, espero pronto terminar todo esto. También espero que este nuevo fic les esté agradando. ¿Ya han descubierto el tema principal?

El amor es sufrimiento. [LawLu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora