Capítulo diez: Ley de gravitación universal.

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Estaba sentado a la orilla de la cama, tenía una copa de whisky en una de sus manos y tallaba el puente de su nariz, del otro lado estaba ese chico, su pierna estaba moviéndose con frenesí y repasaba sus nudillos con una de sus manos. Escuchó el tintinear de unas llaves y supo que no tenía escapatoria.

— Mugiwara-ya —carraspeó con incomodidad—. ¿Podemos hablar?

— No quiero —contestó tajante.

— Tenemos que hablar —puntualizó a la vez que rodeaba la cama y se plantaba frente al chico—. Debemos hacerlo, Mugiwara-ya.

El nombrado alzó su vista, el cansancio se enmarcaba en las ojeras debajo de sus ojos, sus labios estaban fruncidos en una mueca indescifrable para el médico. Expiró tratando de reunir fuerzas en dónde no las había y empezó con su discurso barato, el que siempre utilizaba cada vez que debía terminar con alguien. Porque Luffy no era el primero y esperaba que no fuera el último.

— Tengo una esposa —soltó al fin— y no pienso dejarla.

El chico bramó y no mencionó nada al respecto. Tomó de las solapas de la camisa a Law, lo tiró boca arriba en la cama, se subió a la altura de su cadera a horcajadas y comenzó a comerle la boca con desespero, bajo a su cuello y por primera vez le mordió la manzana que resaltaba con presunción.

— Creo que es tarde para que menciones ese detalle, Torao —habló por primera vez el chico, fue desabrochando los botones de la camisa, recorriendo con sus manos los tatuajes del mayor, desprendiendo jadeos lujuriosos de los carnosos labios—. No te dejaré ir, no ahora.

— Mugiwara... ah —sorpresivamente el chico había tomado su miembro sobre la ropa y lo apretó en su palma al punto de hacerle gemir con un ligero tinte de dolor en su voz—. Para... detente —jadeo con una voz cargada de lujuria sin sonar muy convincente.

— No —frunció sus cejas con desagrado y bajo hasta el recién liberado miembro del contrario—, tú deseas esto más que yo —paseo su lengua con saña por la palpitante erección—, no te dejaré ir... no aún.

— • —

Suspiró con fastidio. ¿Por qué nunca podía decirle que no a ese crío? ¿Por qué siempre sucumbía a esas candentes manos y esa ardiente boca? Escuchó el sonido del agua de la ducha. No era su primera aventura, desde que había formalizado su noviazgo con aquella chica, de la cual no recordaba su nombre, la había engañado. Hasta tuvo sus pequeñas peleas con Monet en sus años de noviazgo por la misma razón. Se preguntó mudamente sí la chica ya se habría dado cuenta de quién era su aventura en turno.

Observó como el chico salía bañado y cambiado, no era el crío tímido que había conocido esa noche en aquella discoteca, ahora se veía más maduro, más posesivo y ese terminó de flecharlo más. Movió su cabeza de lado a lado, él ya tenía una mujer que proclamaba amar y que debía respetar.

— ¿Sabes? —Luffy irrumpió el silencio de la habitación—. Pensé que podría formar una pareja a tu lado, pero ese día que te llamaron —se volvió al espejo a un lado de él— supe que todo era una mentira. No sé nada de ti —relató con los ojos acuosos—, no sé qué te gusta, cuál es tu platillo favorito, no sé nada de ti —la tela entre su puño se arrugo— y aún así deje que siguieras irrumpiendo en mi, te di total acceso a mí.

— Mugiwara-ya —habló quedo.

El muchacho se sentó en una de las esquinas de la cama, dándole la espalda, mientras su cuerpo temblaba esporádicamente. Negó con lentitud y enjugó las lágrimas de sus ojos.

— No quiero que terminé aquí Torao —le comunicó al chico cuando al fin pudo calmar un poco su voz—. ¿Ambos nos sentimos bien, no es así?

— ¿Estás seguro, Mugiwara-ya? —Observó con detenimiento como el otro asentía, otra vez no pudo negarse a las palabras de aquel chico.

No hizo ningún movimiento, no se movió de su lugar ni fue capaz de estirar su brazo hasta dónde estaba el chico, sólo lo dejo ahí, mientras miraba el temblor de su cuerpo. ¿Ambos se sentían bien, no? Repitió eso en su cabeza, una vez más. Él era el adulto y el chico era un crío que no sabía nada, pero aún siendo el mayor no pudo frenarse, sólo se dejo hacer, sin decir nada, sin mirar las consecuencias de los actos. Pero de una cosa estaba seguro, lo que mal empieza, mal acaba. 

CONTINUARÁ...


Ah, acabo de terminar, literalmente de escribir todo el fic. 
Sólo le quedan dos capítulos más. Espero que les agrade tanto cómo a mí, el escribirlo. 
¡Nos estamos leyendo! 

El amor es sufrimiento. [LawLu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora