14.Hermanos perdidos.

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No sé porque me afecta, no siento nada por él,¿verdad? Ya no estoy tan segura. Alan se separa de mí y me pregunta:

-¿Te pasa algo?

-No,estoy bien.-Digo, forzando una sonrisa a la vez que miro a la pareja.Él se da cuenta y también los mira.Luego se vuelve hacia mí.

-¿Estás celosa?

-¿Celosa?¿De quién?-Miento yo, en un tono tal vez poco disimulado.

-De quién va a ser.De la novia de Mario.-Trago saliva.

-¿D-de la novia?-Digo, resaltando la última palabra.

-Sip. Se llama Ana, va conmigo a clase de Matemáticas. Está muy buena.-Dice él, mirándola.

-¡Eh!-Le digo, dándole un puñetazo en el hombro para que deje de mirarla.

-No conocía esa faceta celosa de tí, Ju.

-Imbécil.-Él sonríe y me mira, coqueto.

-Anda venga, que ya ha llegado el profesor.-Entro delante suya y él me da una suave palmadita en el trasero.  Gruñe y yo le saco el dedo, sonriente. Sin embargo, yo no dejo de pensar en que detrás de mí están Mario y Ana, tal vez besándose.

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Acabo de salir de la última clase del día, y me abro paso con dificultad entre la gente, hasta que llego a mi destino. Están los dos cogidos de la mano, caminando hacia la salida. Corro hacia ellos y toco su hombro.

-¿Julia?¿Qué pasa?

-Tengo que decirte algo.

Él mira a Ana, que me mira con un aire de superioridad, y suspira.

-¿Va a ser mucho tiempo? He quedado.

-Cinco minutos.

-Vale. Ana, espérame aquí.

La chica asiente, mirándome con rabia. Después, se aleja y nos deja a Mario y a mí solos.

-Tengo muchas cosas que contarte. Pero como tienes prisa, te diré lo más importante.

-Adelante.-Dice él.

-Voy a ir a buscar a Jace. Y quiero que vengas conmigo.

-¿Qué?

-Lo que oyes.

-Julia...¿Te das cuenta de la locura que estás diciendo?

-Sí, soy muy consciente. ¿Vas a venir?

-No lo sé, lo tengo que pensar.

-Susan también dijo eso y viene.-Susurro, pero él me oye.

-¿Susan también viene?

-Sí.

Él suspira y me mira a los ojos.

-Está bien, iré.

-Gracias.-Le digo, y le doy un abrazo. Él se queda rígido, pero después me rodea con sus brazos. Inhalo su olor, una mezca de colonia y detergente de la ropa, de ese que hace su propia madre. Carraspea, haciendo que me despegue de él.

-Bueno Ju...ya nos veremos.

-Sí. Adiós Mario.

Él camina hacia Ana, que lo está esperando en un banco cercano al instituto. Nada más lo ve, se lanza a sus brazos. Suspiro y camino hacia...¿hacia dónde?

Supuestamente, ahora Holly es mi madre, pero nadie me ha avisado, y menos Scottie, que va al instituto. Miro a mi alrededor, buscándola. Tan sólo quedan algunos grupos pequeños de gente. Por fin, localizo la trenza de la chica.Me acerco y le doy un toque en el hombro. Ella se da la vuelta y me mira, como preguntándose quien soy. Finalmente me reconoce.

-Julia-dice.-Te imaginaba menos...

-¿Pecosa?¿Baja?

-Parecida a tu hermano sería la definición.

-Ah.Bueno...¿nos vamos?

-Claro.-Dice ella, mostrando su blanca sonrisa. Como la odio, enserio. La muy imbécil es perfecta.-Voy a despedirme de mis amigas, un momento.-Asiento y ella le dá dos besos a las chicas que están con ella. Después, empieza a caminar hacia un Mini que hay aparcado en frente del instituto, conmigo detrás. Saca las llaves y abre el coche. Monta en el asiento del conductor, y yo a su lado. Arranca y nos dirigimos hacia su casa, bueno, nuestra casa.

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Abre la puerta de la casa. El aroma a comida me invade. Un olor tan cálido y familiar. Tal vez demasiado. La casa es enorme, Holly debe ganar bastante con su tienda de antigüedades. Sigo a Scottie a lo que parece que será mi habitación,  aunque por su tamaño podría ser un aula de ballet. Dentro están mis cosas, las cajas que recogí cuando salí de casa. De casa. Un lugar tan extraño ahora, tan lleno de secretos.

-Vamos a comer.

-Sí.

Holly nos espera en la mesa junto a un plato de macarrones con queso fundido. La boca se me hace agua, no he desayunado casi nada. Holly me dá dos besos y yo me siento, observando a las dos hermanas. A primera vista podrían ser hermanas gemelas, nadie diría que se llevan unos 4 años. Los ojos iguales de grises y el pelo igual de largo, pero Holly tiende a llevarlo suelto, Scottie en una trenza. Como los macarrones con ansia, como si no hubiera comido en mi vida, y ellas me miran, con pena. Termino y voy a la habitación.  Me tumbo y empiezo a pensar en lo que ha pasado estos últimos 3 días.¿3 días? A mí me ha parecido una semana. O más. Un mes, incluso un año.Llaman a la puerta.

-Adelante.

-Hola...Venía a hablar contigo.

-¿Si Scottie?

-Quería saber...como te encuentras y eso.

-Estoy bien, no pasa nada.

Ella se sienta en la cama, junto a mí.Veo sus ojos cristalinos, a punto de estallar en lágrimas.

-Tu...tu hermano era muy buena persona. Siento mucho lo que ocurrió. Debes estar simplemente...destrozada por dentro ¿no? Pero era el destino. Todos estamos destinados a morir tarde o temprano. Aunque no de esa forma desde luego. Yo...yo sé muy bien lo que se siente al perder un hermano.-Traga saliva. Ella no sabe que Jace está vivo, pero aun así me intereso por lo que dice.

-¿Ah sí?¿Y eso?-intento no sonar muy borde, pero me sale así.

-Yo...tenía un hermano gemelo. Murió cuando teníamos 12 años. Fue por el bullying.  Un día, venía a casa con más cortes que de costumbre-su mirada sealeja de nosotras, recordando.-Holly y yo sabíamos lo que hacía,  pensábamos que lo había dejado, pero aquel día...aquel día había mucha sangre. Josh estaba muy débil, lo llevamos a urgencias y pasadas unas horas la mayoría de la sangre de su cuerpo ya no se podía reponer. Murió en el hospital, en la misma habitación donde años atrás había nacido.Desde aquel momento me prometí que iba a ser perfecta en todo lo que hiciera, para que nadie pudiera meterse conmigo y no me pasara lo mismo que a mi hermano. Quería olvidarle,  hacer como si nunca hubiera existido. Pero ahora que has venido a vivir aquí...va a ser difícil

Las lágrimas caen, lentas y suaves por sus mejillas. La abrazo.

-Lo siento.

-No importa.

-¿Sabes lo que hago yo cuando estoy triste? Como un montón de helado y comida basura, y veo una película muy triste, para desahogarme.

-Tengo helado en la nevera y podemos pedir algunas pizzas. En cuanto a las películas...

-Yo tengo un pen-drive en la mochila.

Asiente y se limpia las lágrimas con la manga. Señala un mando en mi mesilla de noche y se lo doy. Tras pulsar una serie de botones, una pantalla blanca sale del techo. Esto es mejor que la tele de Susan. Ella va a por la comida y yo pongo la película. Pedimos las pizzas y, cuando llegan, nos tumbamos las dos en la cama.

Mañana comienza mi plan.

Floreciendo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora