Despierto abrumada por las pesadillas, que me atacan desde la muerte de mis padres. Siempre es lo mismo: estoy en una vitrina, al borde de un precipicio, mis padres caen, y yo no puedo remediarlo. Después llega Jace y empuja la vitrina al vacío, y se rompe en montones de pedazos, produciendo cortes en mi piel.
Scottie está a mi lado, durmiendo. No recuerdo nada de lo que pasó anoche, ni siquiera sé en que momento abrimos la cama ni cómo acabé en ella. Miro hacia el otro lado. Mario duerme, Ana sobre su pecho. Intento encontrar algo que falle, pero sus cuerpos encajan a la perección. Busco la cabeza de Alan en la oscuridad de la furgoneta. Lo encuentro recostado en un cojín, con Susan apoyada en su hombro. Cualquier chica se pondría celosa, sin embargo, sé que Susan es como una hermana para Alan, y viceversa.
Me tumbo boca arriba y observo a Mario. Acaricio su pelo,oscuro y alborotado. Desprende ese olor a champú de miel, ese que también usa Alan. Intento volver a dormirme, pero temo que las pesadillas vuelvan, así que me limito a coger la foto de Jace de mi bolsillo. La acaricio con la punta de mis dedos, repasando cada uno de los detalles de la fotografía. La cara feliz de mi padre, el globo de Mickey Mouse que se levanta de los dedos de mi hermano, la larga trenza alrededor de mi cuello. Llegamos a parecer una familia feliz. Incluso mi madre, que se añadió a la foto en el último momento, parece feliz. Más de lo que estaba estas últimas semanas.
Oigo un ruido de sábanas y veo a Alan levantarse. Me mira con los ojos entrecerrados y el pelo alborotado, yo sonrío. Se sienta con las piernas cruzadas y dice:
-Ven.
Me acerco, andando a gatas hasta donde se encuenta él, y me siento en el hueco de sus piernas. Echo la cabeza hacia atrás, dejando caer el pelo por su espalda desnuda. Espera...¿desnuda? Giro la cabeza y me encuentro con los hombros de Alan. Ahora recuerdo que me dijo que siempre dormía sin camiseta. Me acaricia el pelo y besa mi cuello suavemente.
-Julia-dice, casi en un susurro.-Te quiero.
-Y yo.
Él sonríe y me besa en los labios. Yo le sigo la corriente y me doy la vuelta. Caigo sobre la cama y él sobre mí, sin dejar de besarnos. Me agarra de la cintura, acercándome a él, con fuerza. Me da besos por el cuello, dejando pequeñas marcas en él. Suelto un gemido leve, para que no se me escuche, y cojo su cuello. Él mete la mano bajo mi sudadera y bajo mi camiseta de tirantes, subiendo hacia ...¿el sujetador?
-Alan...
Él responde, sin parar:
-Dime, amor.
-Para.
Él me hace caso, sin embargo, me mira con una ceja alzada.
-Me dijiste que no eras virgen.
Bajo la mirada.
-Te mentí.
-¿Por qué?
-Me daba vergüenza.
Él se acerca a mí y me acaricia la barbilla.
-No tienes que avergonzarte de eso.
Asiento. Nunca ha sido un problema para mí ser virgen, pero tampoco me gusta ir diciéndolo por ahí como si tal cosa. A mis 16 años al menos 4 de cada cinco chicas ya se han acostado con alguien, incluso Susan.
-Vamos a dormir-me dice. Vuelvo a mi sitio y él al suyo, y poco a poco, mis ojos se van cerrando.
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NARRA SUSAN
La luz del sol atraviesa los cristales de la furgoneta. Miro a mi alrededor. Alan, Scottie, Ana y Julia duermen, pero...¿y Mario? Abro la puerta del coche, con cuidado de no despertar a nadie, y salgo fuera.
Estamos en un descampado, con plantas secas y quebradizas, y Mario está sentado en una roca, a unos 100 metros del coche. Me acerco y me siento junto a él. Susurra unos buenos días, y sigue pensando en quien sabe que. Lo observo y pienso en todas las cosas que hemos pasado juntos. Pienso en el día que nos conocimos.
*FLASHBACK*
Es mi primer día en este colegio. Odio el trabajo de papá, nos tenemos que cambiar de ciudad y de colegio. Pero mamá dice que esta será la última vez.
Los niños se sientan en sus pupitres, todos saben con quien van.Como siempre, me siento en la última fila, sola. Pasa el tiempo y llega un niño del médico. Tras la regañina habitual, busca un sitio con la mirada, y sonríe al ver la mesa vacía a mi lado. Para tener 9 años no es nada feo. Se sienta al lado mío y me dice:
-Hola, me llamo Mario.
-Susan, encantada.
-Qué nombre tan bonito.
-Gracias. ¿Mario no es un nombre de aquí, verdad?
-No, pero en un viaje a España, mis padres se conocieron, y ahora tengo ese nombre.
-Ah.
Se hace un silencio incómodo, que acaba rompiendo él.
-¿Tienes muchos amigos aquí?
-No, ¿y tú?
-Algunos, sí. En el recreo te puedo presentar a mi mejor amiga, se llama Julia.
-¿Sus padres también se conocieron en España?
-Sí, jajaja.Oye, si te cuento un secreto,¿no se lo cuentas a nadie?-yo asiento y él prosigue-estoy enamorado de Julia.
Suelto una carcajada, que no es del agrado de la profesora, y Mario me mira, muy serio.
-Lo siento, pero no creo que estés enamorado, eso es una palabra muy fuerte para un niño de 9 años, ¿no crees?
-Estoy enamorado, y no tengo miedo de decirlo.
-Vale, vale, no se lo diré a ella.
-Bien. Yo creo que ya nos podemos considerar mejores amigos.
-Sí.Mejores amigos.
*FIN DEL FLASHBACK*
Sin ni siquiera darme cuenta estoy al lado de Mario, en la roca.Oigo un sollozo que viene de él.
-Aún la quieres.
Asiente.
Nos abrazamos
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Floreciendo.
Tajemnica / ThrillerLa historia de como tu vida puede cambiar en una noche, para siempre.