9. Revelaciones.

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Disclaimer: AMOLAD Pertenece a The Snipster

Con sus ojos cubiertos en llanto, la mujer lo seguía mirando con ensoñación sin embargo, cuando Leo revelo su naturaleza, el gesto de aquella se descompuso, apartando la mirada; murmuró.

—Es la única forma en la que puedo estar viva— Había mascullado Marie en un hilo de voz imperceptible.

Ella había atentado tantas veces contra la vida de los dragones durante las batallas, incluso contra la de aquél terrible dragón que se encargaba de esparcir enfermedades; cual veneno su aliento podía esparcir las más terribles pandemias, sin embargo aquél siempre se mantuvo alejado, intentando no dañar a los seres vivos del mundo, en su forma humana fue un virtuoso medico, que le enseño la belleza de las plantas medicinales más que las de sus venenos, manteniéndose los dos juntos como compañeros, el dragón de la enfermedad le había salvado la vida cuando ella perdió aquella batalla en la que fue dada por muerta.

En aquel paraje perdido entre las montañas y el bosque, ahí donde los humanos no llegarían ni tampoco los dragones, ahí vivió con él durante tantos años... Aprendiendo que, incluso los dragones pueden rechazar a aquellos que no son afines a sus planes de conservación de la vida, para aquellos no tenía sentido el papel de la enfermedad...

Cuando ella envejeció y la muerte se acercó a su morada; Aquél hermoso dragón de piel violeta le dio su corazón, no como parte de un pacto de unión, sino como uno de devoción.—"Déjame ser útil, por primera y única vez en mi vida"—Le había murmurado antes de cederle su corazón, antes de fallecer y volverla a ella inmortal, y consecuentemente brindarle aquella virtud contraría a la de él, sanar. — Mi dama venenosa, conviértete en la cura de este retorcido mundo—Murmuro antes de morir.

Fue en ese entonces que comprendió la carga que debían tolerar aquellas magnificas bestias, no era poder en bruto, era responsabilidad, era compromiso, un pacto con la tierra, un juramento eterno.

Se formularon tantas preguntas en su cabeza, como ¿Qué hubiese pasado si aquél que era el portador de la enfermedad hubiese actuado con imprudencia? El señor Ithis, habría pensado en el poder que se cultivaba en la personalidad de cada uno de ellos, o simplemente así crecían sin saber que podrían desatar una calamidad...

Leo chasqueo la lengua y salió del salón apartándose de toda esa multitud, sintiéndose extraño, miro con extrañamiento la pequeña ciudad, su mente era un caos, se sentía vulnerable, culpable... ¿Culpable de qué? —Yo no he hecho nada malo. —murmuro, como si pudiera creerse esas palabras.

Camino por las rusticas calles adornadas con piedras y en un tropiezo chocó con alguien, un hombre alto de cabello castaño y ojos azules, cubierto por una larga túnica color caoba.

—Lo siento—Se disculpó el hombre, mientras enfocaba mejor a Leo, subió con sus manos sus anteojos y dijo—¡Un foráneo, es extraño verlos por aquí!— le brindo un sonrisa abierta y empezó a inspeccionar a Leo, mientras daba de vueltas alrededor de él, al final tomo entre sus manos las del contrario... —Un caballero, tu nombre es Leo... y... tu.... —La sonrisa del hombre desapareció— Y tú podrías estar muerto— Dijo con un tono serio, — No es cierto, sólo estoy jugando — Se auto contesto con el mismo entusiasmo.

Leo lo miro asombrado, los sucesos habían sido demasiado rápidos, quien era el hombre frente a él, que extraño. —Creo que no nos hemos presentado...

—primero mi nombre—Dijo continuando la oración de Leo— Soy Thomas Zerban —Le sonrió — y tú me acabas de recordar a alguien.—Dijo, mientras veía la figura de amare correr al lado del foráneo, decidiendo darse la vuelta y retomar su camino, mientras se despedía hondeando su mano.

Solem & NoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora