Preludio.- "Bienvenido de vuelta"

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 “Ya no te soporto… Pero te extraño” es tan bizarro y contrastante la habilidad que los humanos tienen para contradecirse en tan solo dos segundos, sin mencionar los cambios de humor que sufren durante el día, y claro esta ese pequeño gusto por hacerse sufrir, entre tanta discriminación y aunque aún suene anticuado y estúpido aún existe el racismo y la discriminación entre ellos mismos, Sin embargo una vez más aquí estoy entre todos ellos, tratando de preservar lo que una vez comenzó como tan solo un juego para volverse un deporte extremo.

Mi primer día en la tierra llego mucho antes de lo que me esperaba, ¿de dónde soy? Bueno, yo vengo del lugar al que los humanos ruegan por no llegar pronto ese supuesto paraíso al que con el paso del tiempo le han cambiado sus nombres sin embargo desde su existencia lo conozco como “Olimpo”. Muchos de nosotros rogamos por no caer de gracia como suelen decir pero desafortunadamente nuestra labor lo requiere, después de todo mi padre el dios Ares dijo “algunos peones que deben asegurarse que todo siga como debe de ser”.

Después de aquella luz que deslumbro mi vista me encontraba parado sobre lo que reconocí de mi última visita era una azotea, estaba parado en el techo de un edificio, después de recuperarme un poco tras la transportación que me aturdió ubique unas escaleras a las que me dirigí inmediatamente.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que vine?- me pregunte mientras lograba terminar de bajar de aquel techo donde llegue, ya me encontraba sobre el ultimo escalón cuando una figura se dibujó frente a mí.

-¡Vaya!- dijo la sombra mientras tomaba una forma humana.- no creí que te dejaran bajar tan pronto- escupió con cierto tono de burla.

-Elliot- dije sin saber porque, aunque realmente lo sabía bien, mi padre y mi madre al mandarnos aquí todo el tiempo desde mi existencia nos regalaba toda una identidad nueva, una vida muy cómoda.- ¿Cómo es que me hallaste tan rápido?- pregunte.

-Como no eh de hacerlo, si eres mi pequeño hermano menor- dijo aun con ese tono que aun molestaba sin importar cuantos siglos llevemos juntos.- Por alguna razón esta vez pude sentirte en el aire- comento poéticamente.

-Seguro fue mi madre- respondí algo enojado.

-Relájate, lo hace por tu bien.- comento mi hermano Elliot o más bien debería decirle Anteros.- bueno Eric creo que es hora de que las cosas marchen- tras decir eso nuevamente se tornó en una sombra gris y avanzo hacia el frente, observe como salía del callejón en el que estaba aún parado sobre el último escalón por bajar.

Ahora sabía lo que sucedía, mi madre fue quien me envió de regreso ya había pasado un siglo tal vez desde mi última visita, pero aun así no olvida lo que sucedió aquella vez en la que falle en mi misión puesto que cometí el peor pecado que un dios guardián como yo podemos cometer. Yo simplemente me deje llevar por mi propio don “El Amor”

Desde entonces mi madre y mi padre me mantuvieron castigo poco más de medio siglo en la penumbra lugar donde mis medios hermanos deimos y fobos se encargaron de torturarme ante tal traición a mi obligación y todo eso gracias a mi estricto padre. Después supe por mi hermano que mi madre la hermosa diosa afrodita le rogo por mi liberación.

El sonido de un claxon me saco de aquellos recuerdos, y al observar pude notar como los humanos habían evolucionado en muchos aspectos, edificios más grandes e imponentes casi como queriendo tocar el olimpo, ropa más detallada y delicada, cortes de cabello y muchas cosas más, sin embargo había algo muy notorio y totalmente diferentes en esta generación, puesto que todos parecían correr a toda prisa con pequeños aparatos que sonaban y los mantenían viendo una y otra vez a esos mismos.

¿Qué es todo esto?- me pregunte y una dulce voz me respondió.

-Es el siglo XXI hijo mío- esa voz era mi madre tan dulce y tierna como siempre- y ahora más que nunca la humanidad te necesita, necesitan de ti y tu hermoso don…- sin más que pensar o decir simplemente camine a lo que ahora sería mi nuevo departamento que gracias a mi madre fue en un muy lindo lugar.

-Me pregunto ¿qué vida estaré ocupando ahora?- dije al abrir la puerta del departamento que solía pertenecerle a algún humano al que muchos preferimos llamarles Vasijas, según las reglas de mi madre yo tenía que habitar en el cuerpo del hombre que haya sufrido el peor de los desamores que pueden existir pero no lograba sentir de este aquel dolor.

Al encender las luces del algo lujoso departamento encontré unas cartas sobre la mesita de noche junto a la puerta…

“Eric Hampton”… 

The Art of Not Falling in Love (El Arte de no Enamorarse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora