Capítulo 19

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Era el cuarto sábado que ingresaba en su departamento para descubrir a un dormido Louis sobre el sillón. Cerró los ojos con pensar, era su culpa.

Se aproximó a él y bastó solamente un movimiento para despertarlo.

-         Hola –susurró, depositando un corto beso en sus labios.

-         Hola.

Lo miró confundido, aquella no era la forma en que Louis lo saludaba.

-         ¿Está todo bien?

-         Sí, claro –Louis se incorporó entre adoloridas muecas-. Tienes lo que sería la cena dentro del horno.

Harry frotó su nuca mientras sentía a la tensión crecer en su cuerpo.

-         Lo siento Lou, he intentado retirarme antes.

-         Da igual.

Lo siguió con la vista desde su lugar en cuclillas frente al sofá. Lo observó  tomar su abrigo y sus llaves del coche. Fue entonces que saltó para ponerse de pie. 

-         ¿No te quedarás? -cuestionó alterado. 

-         Estoy cansado, Harry. Tengo correcciones atrasadas y tú debes necesitar descansar también.

Negó, sintiendo como aquel temblor que tanto conocía lo recorría de pies a cabeza. 

-         No es eso. Esto es por el club, ¿cierto?

Louis suspiró dejando caer sus brazos.

-         Dijiste que no interferirías, Louis, que no debía elegir -exclamó. 

 Su cuerpo sudaba y sus ojos picaban.

-         Lo sé Harry y lo siento. Hice todo lo que estaba a mi alcance para no pensar en ello, pero esto es ridículo –su voz era firme, fría. Tan lejana al alegre tono cotidiano-. Al principio pude tolerarlo. Me mentía diciéndome que todo estaba bien, que tú debías trabajar mientras yo esperaba por ti para que pudiéramos acurrucarnos juntos, pero no son las diez de la noche ni trabajas en una tienda de dulces.

El latido de su corazón era irregular, podía sentirlo en su oído. Pestañeó seguidas veces para comprobar estar despierto e intentar alejar las lágrimas.

-         ¿Qué quieres decir?

-         Bebé, mientras espero aquí, tú estás allí teniendo relaciones con otros hombres, no puedes pedirme que finja estar a gusto.

-         N-no es algo real, Lou, no significa nada. Tú más que nadie sabes que no es así. Yo te quiero a ti, no a ellos.

-         Lo he intentado Harry, no puedo hacerlo por más tiempo. No puedo imaginarte allí, siendo tratado de esa manera -negó suavemente con su cabeza, sus ojos cerrados con fuerza. 

-         Dijiste que no lo harías, confié en ti. Mierda, Lou, te quiero y tú... –algo punzaba en su cabeza, acompañado de aquel calor que lo asfixiaba-. Tú prometiste no ponerme condiciones.

-         No te estoy diciendo que abandones el club -se defendió Louis. 

-         Me estás dejando si no lo hago. ¿No es eso hacerme elegir?

-         Lo siento, Harry, creí poder con esto.

Se enderezó, necesitaba aparentar entereza.

-         En ese caso no te detendré por más tiempo.

Louis se mantuvo en su lugar, observándolo detenidamente. Pareció querer hablar, pero él fue más rápido.

-         ¿Puedes cerrar con tu copia? -lo vio asentir antes de abandonar el lugar.

Sus rodillas se debilitaron y no opuso resistencia. Simplemente se dejó caer en el frío sillón.

Las lágrimas no tardaron en salir. Se deslizaron apresuradas hasta su cuello, pasando por debajo de su camiseta.

Quiso gritar. Abrió su boca, incluso, pero silencio fue todo lo que consiguió. Intentó una vez más y tuvo que toser ante aquello que cerró su garganta, ahogándolo.

Presionó su estómago mientras se arrastraba hasta el cuarto de baño. Cogió el picaporte para incorporarse y tosió repetidas veces sobre el lavatorio. 

Luego de abrir el agua fría y limpiar su rostro, las piernas se le aflojaron nuevamente, impidiéndole llegar a su habitación.

Se encogió en su lugar y apoyó la frente contra el duro cerámico bajo él.

No podía estar sucediendo, no de nuevo. Se golpeó a sí mismo recordando lo estúpido que fue en volver a confiar, en volver a amar. Él lo sabía, quienes prometían cuidarlo eran los primeros que decidían abandonarlo. Lo había olvidado, pero la vida una vez más tuvo el placer de hacerlo recordar. 

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