Capítulo 2

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Su rutina comenzó un viernes y ese era el primer motivo por el cual había tenido un mal comienzo.

Se hallaban en la semana de inicio a un nuevo año universitario, lo cual implicaba dar charlas inaugurales explicando los objetivos de cada materia, la modalidad de cursada y la realización de cambios de horario que cada alumno de primer año necesitara por motivos de fuerza mayor.

Se había levantado tarde, sin posibilidad de tomar el café del cual requería para comportarse como un ser humano decente. Luego se vio obligado a desviar su destino en busca del combustible que le hacía falta a su auto.

Para cuando llegó a su aula, un mínimo de 300 alumnos aguardaban impacientes su llegada. Le costó conseguir silencio, incluso luego de haber logrado un estridente sonido al golpear por accidente el micrófono con el respaldo de su silla.

-         Siento la demora –murmuró, estableciéndose delante del escritorio-. Mi nombre es Louis Tomlinson y seré quien dicte dos de las cuatro horas semanales correspondientes a las cursadas teóricas de Producción y Análisis Musical I. Si alguno de ustedes no debe cursar esta materia, le recomiendo que aguarde unos minutos y discretamente se levante de su lugar para retirarse de forma desapercibida sin recibir burlonas miradas.

Sonrió ante el atisbo de risas que había logrado establecer. Proporcionar un ambiente relajado en su cátedra era uno de sus objetivos más importantes.

-         Estoy al tanto de los problemas que han tenido para inscribirse y eso es lo siguiente que voy a explicar. Antes debo advertirles que esta materia los acompañará durante sus cinco años de carrera. Esto significa que si les he caído mal y estaban inscriptos en mi cátedra, deberán optar por hacer un cambio de horario. Espero no sean muchos, porque soy el encargado de dicha tarea y realmente deseo retirarme de aquí cumplidas las dos horas. 

Esta vez fueron carcajadas y por primera vez en la mañana se sentía bien consigo mismo, lo cual le dio fuerzas para continuar con sus explicaciones. Logró despejar las dudas durante la primera hora. Consiguió así disminuir el número de estudiantes, quedando solamente frente a 20, quizá 30, personas que necesitaban cambiar sus horarios.

No estaba mal considerando que podría haber sido peor, pero su día parecía no querer mejorar del todo. Por lo contrario, se había convertido en todos los antónimos que la palabra "mejorar" tenía, en cualquiera de sus acepciones.

Podía jurar que el color había abandonado su rostro y probablemente la capacidad del habla también lo había hecho.

Aquel par de ojos verdes lo miraban tranquilos, imperturbables y hasta indiferentes. Como si en realidad no hubiese estado follando con él durante todo un mes.

Carraspeó intentando devolver a la vida sus cuerdas vocales. Se sintió acorralado por las miradas impacientes del resto de los alumnos.

-         ¿En qué puedo ayudarte? –murmuró y fue consciente del agudo y desagradable tono de su voz.

-         Necesito cambiar mis horarios –explicó. Lo cual era obvio-. Estoy anotado en el horario nocturno y por motivos laborales no puedo concurrir.

El reglamento decía que en casos laborales deberían presentar un certificado, pero al menos que él mismo testifique presentando sus facturas del club nocturno en las que garantizaba que este hombre se hallaba ocupado ofreciéndole su cuerpo, aquella formalidad se hallaba totalmente descartada. Louis quiso vomitar al tomar consciencia de lo que su frase implicaba. 

-         ¿Nombre? –cuestionó, procurando observar las listas y no al chico frente a él.

-         Harry Styles.

Buscó en la planilla e hizo las anotaciones necesarias para transferirlo de un horario a otro.

-         De acuerdo, ya está hecho.

Lo escucho agradecerle mientras él, bajo todos los medios posibles, seguía fijando su vista en los papeles sobre el escritorio.

10 personas después y una corrida por demás apresurada esquivando cuerpos en los pasillos, por fin se hallaba desplomado sobre el suelo del despacho de profesores con la atenta mirada de Zayn sobre él. Agradecía la ausencia del resto del personal. 

-         ¿Te encuentras bien? –preguntó, volviendo la vista a las hojas en sus manos.

-         Él está aquí.

Zayn frunció el ceño y se incorporó confundido.

-         ¿Bobby, el del comedor? Lo siento, Lou. Deberás seguir comiendo su mierda.

-         Mierda Zayn, no. Él –aclaró, como si fuera evidente-, el hombre con el que me has hecho acostar en aquel club.

Zayn pestañeó guardando silencio, sin alterar la tranquilidad en su rostro.

-         ¿No dirás nada? –lo vio encoger sus hombros-. Es mi alumno y tiene jodidos veintidós años.

-         Tú tienes jodidos veinticinco y realmente no entiendo cuál es el problema. Si tanto te apena cambia de habitación, ve a otra la próxima vez y ya –Zayn saltó su cuerpo y se dirigió a la puerta-. Debo dar clases, te llamaré en la noche.

Zayn no entendía porque no era él quien debía darle clases a la persona de la cual era cliente frecuente en un club nocturno.

Zayn no entendía porque no era él quien acababa de darse cuenta que acudía con frecuencia a un club nocturno al que no quería acudir solamente porque se había visto imposibilitado de alejarse de aquel hombre al que ahora podía frecuentar fuera de aquellas paredes, pero sería para mirarlo a los ojos y explicarle música. 

¿Por qué Zayn no entendía que veintidós años era muy joven para estar en aquel lugar? ¿Por qué no había discutido lo mal que aquello estaba? ¿Por qué había accedido a ir? No se detuvo a pensar en por qué seguía acudiendo, aquello lo supo desde el momento en que escuchó por primera vez su voz y necesitó borrar el temor que la empañaba. 

Louis estaba completamente agradecido de que no sea Zayn en su lugar en aquella habitación, pero estaba también completamente perturbado por haber sido él. 


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