Capítulo 5

20.4K 1.7K 326
                                    

Su móvil sonó desprevenidamente, haciéndolo brincar hacia atrás. Se llevó ambas manos al rostro para reprimir el agudo y poco masculino grito que pugnaba por salir.

Miró a su alrededor, no había más que la soledad y él en la oscura calle sin salida. Estaba siendo paranoico sin motivo alguno.

Pegó la espalda contra la fría pared de ladrillos y rebuscó en sus ajustados pantalones. Estaba deseoso por maldecir a la persona del otro lado de la línea. 

-         Zayn –gruñó, pegando el móvil en su oído.

-         Qué hay, Lou –canturreó con alegría-. ¿Dónde estás que no te encuentras en casa?

-         ¿No estoy en casa? –repitió. Esa era su coartada.

-         No lo estás. Mi intención era alegrar tu noche de viernes -explicó-. Esperé durante media hora, pero al ver que no volvías, decidí regresar a mi hogar y hablar contigo por teléfono.

-         Tuve que salir –fingió diplomacia. Incluso intentó volver grave su voz.

-         De acuerdo, lo entiendo –percibió el sonido de una botella siendo destapada.

-         Si no te molesta, colgaré ahora, Zayn –miró a su derecha, todavía seguía solo.

-         ¡Pásala bien Lou!

Colgó sin saludar y agradeció a Dios por la convicción de su mentira o por saber mentirse a él mismo. 

Corroboró estar en soledad una vez más antes de seguir caminando. La realidad era que había estado sentado sobre su auto decidiendo si debía entrar o simplemente irse. 

Le tomó una hora acceder a su impulso de querer quedarse, sin embargo, cada paso que lo aproximaba al lugar incitaba dentro de él una sombría sensación de estar siendo minuciosamente escrutado por su conciencia moral y anticipaba un duro castigo. 

Para cuando fue consciente de no tener argumentos para su presencia allí ni una excusa a la cual acudir, ya era demasiado tarde y no podía dar marcha atrás.

Cerró su puño sobre el lustrado pomo e ingresó inseguro en la habitación. Procuró tardar en voltearse para conseguir un minuto más de oxigenación.

Giró con cautela y se halló ante un Harry de pie sobre el alfombrado a un lado de la cama. Lo miraba confundido, casi sorprendido.

-         Hola –saludó como si acabara de entrar a una floristería en un agradable día soleado.

-         H-hola –murmuró un vacilante Harry, recobrando la compostura inmediatamente después-. Creí que no volverías.

-         Bueno, también yo, pero pensé que sería agradable un descanso en medio de la noche, ¿no?

Harry inclinó su rostro. 

-         ¿Qué quieres decir? -preguntó con una agradable arruga entre los ojos.

-         Me sentaré aquí –explicó, caminando hacia los pies de la cama para sentarse sobre el suelo-. Y tú puedes hacer lo que quieras durante este tiempo. No lo sé... ¿Dormir? ¿Comer? He traído un turrón. Quizá quieras hablar, podría explicarte algo si te ha quedado una duda so...-se interrumpió a sí mismo con horror al tomar noción de lo raro que aquello sonaba-. No, olvida eso, no soy tu profesor aquí.

El silencio los rodeó por largos minutos, finalmente sintió a Harry sentarse a su lado y voltear el rostro hacia él.

-         No creo entender con exactitud cuál es tu propósito aquí, pero déjame decirte que has gastado una gran cantidad de dinero, lo cual no tiene sentido. Si no pretendes hacer nada de lo que pagaste, deberías retirarte antes de que alguien lo note y además de arrojarte fuera, te pegue por estúpido.

Soltó una carcajada y debió forzarse por parecer serio al ver que Harry no reía con él.

-         En ese caso, es mi dinero y hago con él lo que desee. Me apetece sentarme aquí y dudo que alguien lo note, al menos que haya cámaras en esta habitación.

Harry suspiró, estiró sus largas piernas mientras se cruzaba de brazos y recostó su cabeza sobre la cama.

-         Esto no tiene sentido –se quejó con evidente molestia.

-         Ya has dicho eso –replicó, burla bailando en su tono.

Volteó a observarlo con diversión, pero el hombre parecía todo menos divertido. Por el contrario, estaba a punto de un ataque de nervios o una explosión sentimental. 

Harry llevó ambas manos a su cara y ocultó todo aquello que podía verse en sus ojos.

Louis tragó duro y giró su cuerpo hacia él.

-         ¿Sucede algo? -preguntó con preocupación. 

-         Déjalo –respondió gruñendo entre sus manos.

Juntó valor y se posicionó sobre él, una pierna a cada lado de su cintura. Harry pareció no inmutarse.

-         Quiero que quites las manos de tu rostro -pidió sin brusquedad. 

Harry obedeció por instinto. Dejó caer ambos brazos, pero continuó con la cabeza hacia abajo. Louis cerró los ojos con pesar. 

-         Mírame –ordenó con su voz suave. Estaba lejos de sonar como una orden. Más como un deseo-. Harry mírame, por favor.

Al enderezarse, Harry miró directo a sus ojos. 

Nada, eso era todo lo que se veía en su mirada. Las manos de Louis picaban por la urgencia de querer hacer algo, cualquier cosa, que reparara ese vacío. 

Harry dejó salir un suspiro y relamió sus labios antes de hablar, luego de lo que parecieron horas en silencio. 

-         ¿Esto es todo lo que harás? ¿Cambiar el sitio donde sentarte?

-         ¿Por qué?

-         Porque sigo insistiendo en que esto no tiene se...

Se acercó hasta él y capturó su boca, logrando silenciarlo.

-         ¿Qué de todo esto tiene sentido, Harry? –habló al despegar su rostro-. Lo siento por besarte sin preguntarte antes si podía hacerlo. 

Se sorprendió cuando fue Harry quién esta vez se inclinó hacia su rostro, sus manos elevándose para sujetar sus mejillas. Las entrañas de Louis revolotearon cuando percibió una sonrisa contra sus labios luego de rodear con sus brazos la cintura de Harry. 

Louis perdió la noción del tiempo. Fluyó sobre las horas en aquella misma posición, con Harry aferrado al cabello en su nuca, con sus manos masajeando círculos en la suave cadera del rizado, sin separar sus bocas más de los centímetros necesarios para recuperar el aire.

Se detuvo a observarlo. Parpados cerrados, perfecta nariz respingada sombreando un lado de su cara, negras pestañas con tonos dorados en sus puntas, labios entreabiertos y malditamente hinchados.

Lo besó una vez más. Succionó su labio inferior con desesperación y se alejó luego para unir sus frentes.

-         Tus labios parecen manchados de cerezas –habló, consiguiendo que Harry abriera sus ojos y los fijara en él-. Debo irme ya -susurró apenado. 

Arrastró una de sus manos hasta su mejilla, siguió el recorrido con la mirada y sintió a un imaginario balde de agua fría caer sobre él al ver las moradas marcas en las clavículas de Harry. Se maldijo a sí mismo por no haberlas notado antes.

Harry carraspeó para llamar su atención. Movió la mano sobre su pómulo y dejó una suave caricia antes de inclinarse a chocar sus labios. Se incorporó inmediatamente después para poder marcharse apresurado, sin ceder a su impulso de mirar atrás y llevarse al otro hombre con él. 


Client | L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora