LA HIJA DE GREY (ONE)

ESPECIAL de NAVIDAD

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LOS GREY:

— ¡Mamááááá! —Grité quejándome— Thed no me da la estrella.

Él me mostró su horrorosa lengua, no me gusta que se burle de mí. Le saqué el dedo del medio.

— ¡Mamá, Phoebe está de grosera!

Ella sale de la cocina muy enojada.

— ¿Podrían dejar de gritar? Thed, vas a enfermarte y tú Phoebe, acabas de pasar gripe, no griten.

—Thed no me da la estrella.

—Phoebe me mostró el dedo así—. Hizo el gesto con su mano.

— ¡Cristo! No hagas eso, que el señor me de paciencia con los dos. Punto número uno, no seas tan gráfico, punto dos, Phoebe sabes muy bien que no te toca a tí poner la estrella, has colgado los dulceros, quedamos en que cada uno ayudaría, los dos no pueden hacer las mismas cosas. Así que, Theodore, deja la estrella sobre la mesa y espera a que venga tu padre para que te ayude, ve a la habitación a ponerte calcetines, empieza a enfriar.

—Sí, mamá.

Crucé mis brazos sobre el pecho, y quería poner la estrella. Mamá me miraba y acercándose toma asiento en el sofá para sentarme en sus piernas.

—Cariño, no vuelvas a hacer ese gesto, es muy feo y no me gusta, la niñas no hacen eso—. Me picaban los ojos y he hecho un puchero. —No llores mi niña. Debo corregirte porque soy tu madre y es mi trabajo hacerlo. Ahora, tú sabes bien en lo que quedamos, cada uno se encargaría de poner lo que le tocó. Si continúan discutiendo por tonterías, tendré que quitar todo y guardarlo.

—No, mami. Ya no voy a llorar, ni discutir, me portaré bien. No te lleves la luces, ni el árbol, ni las bolas de colores.

—Bueno, espero que sea verdad. Quédate aquí y pinta en el libro que tu padre ha comprado para tí, no te sientes en el suelo porque está muy helado y no quiero que enfermes otra vez.

Busqué en el mueble mi libro de pintar junto a los colores, en la página habían muchas flores que pinté, me encanta pintar. Thed regresó a la habitación, pero no le hablo, no quiero. Busca su juego para distraerse, tonto. Le mostré mi lengua y continué pintado. Él se acercó a mi diciendo:

— ¿Puedo pintar? —Negué con la cabeza.

—Es mío, mi libro.

—Bueno. Te quiero aunque no me dejes pintar contigo.

Logra convencerme, después de todo, es un buen hermano. Y la discusión no tiene ninguna relevancia.

—Thed, pinta, pero solo uno, uno solito y no lo hagas feo.

Vida de hermanos.
Discutir y reconciliarse.
Al final, acabamos siendo los mejores hermanos del mundo, pintamos muchas hojas juntos, él me dijo que yo pondría la estrella y le di un abrazo.

— ¿Me invitan? —Papá ha llegado, Thed me ayudó a levantar para correr hacia él. El muy tonto ha llegado primero.

—Hola papá. —Le saludo abrazándole—. Iré donde mamá para decirle que estás aquí.