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Se sentía molesto, irritante, dolido e idiotamente enamorado. A primera hora del día cogió su móvil y llamando a Sango la citó en uno de los restaurantes de lujo más elegantes de New York; le pediría matrimonio.

Esperó pacientemente la hora y una vez que llegó, salió apresurado prendiendo el auto y arrancándolo con fuerza, dejando una pequeña nube de humo atrás.

Sabía que después de ésto todo cambiaría, tendría que olvidarse de Kagome y convivir con Sango, seguro con el tiempo aprendería a amarla. Quizás se estaba ahogando en un vaso con agua y todo era más fácil de como lo veía.

Estacionó el auto a las afueras del restaurante, miró su rostro a través del espejo retrovisor e improvisó una perfecta sonrisa. Bajó algo nervioso del auto y entró a paso firme al restaurante, a lo lejos vio su mesa sorprendiéndose de quien estaba sentada en ella.

- Kagome - susurró. Ella lo miró atenta.

- Hola, Inuyasha -

Sus miradas chocaron con dolor, no tenían el mismo brillo ni la actitud problemática que poseían cuando se encontraban. Todo se volvió un silencio eterno y lleno de culpas.

- Siéntate - él la obedeció.

- ¿Qué haces aquí? - la miró con dudas.

- Dijiste que en tus citas con Sango estuviera presente, así que aquí me tienes - bajó la mirada.

- No debiste haber venido, no te lo pedí - su voz se endureció.

- ¿Por qué me tratas de esa forma? -

- No preguntes, todo se acabó -

Sango llegó acercándose a ellos, Inuyasha la saludó sonriendo y retirándole la silla para que se sentara, ella aceptó el gesto gustosa y luego saludó a Kagome.

- Discúlpenme un momento, iré al baño - Inuyasha se paró.

- Lo siento, Sango - fue tras él.

Le cogió un hombro provocando que volteara apresuradamente, sus miradas volvieron a entrelazarse e Inuyasha tuvo el impulso de besarla; pero no lo hizo.

- Vete Kagome, no haces nada aquí -

- Necesito hablar contigo -

- No hay nada de que hablar, ya todo esta claro. -

- ¡Dime por qué me tratas así! - el fuerte nudo en su garganta empezó a dolerle.

- ¿Quieres saberlo? - dijo casi en un grito.

- ¡Si! -

- ¡Bien! -

La quitó del frente y con paso firme fue a la mesa de Sango, ésta lo vio sorprendida mientras sacaba una pequeña cajita en forma de corazón.

- Cásate conmigo - ella asintió lentamente, shockeada.

Kagome se tapó la boca evitando un sollozo, las lágrimas le recorrieron el rostro y de un fuerte impulso salió corriendo. Inuyasha la vio y cerrando los ojos de dolor, quiso borrar esa imagen de su cabeza.

- Adiós, Kagome -

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2 Semanas exactas pasaron desde que le había pedido matrimonio a Sango, no había hablado más con Kagome, ni siquiera volvió a ver un escrito de ella en el New York Times.

Suspiró nervioso mientras miraba a los lados, había mucha gente y los flash eran molestos, inundaban todo el lugar haciéndolo sentir fuera de sitio.

Esposo PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora