8

867 89 0
                                    

La había ignorado toda la tarde del día anterior y la mañana del siguiente, Kagome se sentía deshecha pero a la vez pensaba que era lo mejor.

¡A la mierda! Lo extrañaba.

- Inuyasha - susurró a un lado - Debemos hablar -

- Lo siento Kagome, las cosas entre tú y yo han quedado completamente claras. - respiró pesadamente cerrando los ojos - Salgo esta misma noche para New York - cogió su móvil y empezó a caminar.

- No lo harás - siguió tras él. - No irás a ningún lado -

- Dame un motivo para no hacerlo -

- Creo que - las palabras se le atragantaban - Yo - lo abrazó efusivamente - Solo no te vayas ¿sí? - no le diría que lo quería, por lo menos ahora no.

- Esta bien, tan pronto termine ésta boda, le pediré matrimonio a Sango - se soltó de su agarre y atendió una llamada para irse.

Kagome abrió los ojos sorprendida, se tapó la boca fuertemente para evitar un chillido de dolor. Las lágrimas le salieron con fuerza recorriéndole las mejillas hasta el mentón, quiso morir en ese instante. Quiso decirle que lo amaba.

Pero no podía. De seguro él jugaba con ella, y como no saberlo si se lo dijo el día anterior: las mujeres solo son para diversión.

- ¿Hermana estas bien? - Sota la abrazó.

- Claro que sí cariño - se limpió las lágrimas - ¿Qué haces por aquí? Deberías estar haciendo tu tarea -

- Ya las hice, ¡soy muy inteligente! - gritó eufórico pero luego su semblante cambio a uno muy serio - ¿Por qué estabas llorando, te hizo algo ese Kouga? -

- ¿Qué dices? ¡Mejor vamos por palomitas y vemos una película! - salió corriendo.

- ¡Vale hermana, ahora voy! - suspiró con cansancio - Ahora debo hacer algo más importante. -

Caminó por los largos pasillos de la mansión hasta ver a lo lejos la puerta de la habitación de Kagome, dio unos pequeños toquecitos hasta que se escuchó un amable pase con voz varonil.

- Inuyasha amigo, debo hablar contigo -

- Claro Sota, siéntate aquí - palmeó un lado de la cama.

- Es sobre mi hermana - hizo una mueca de molestia con la boca - ¿Qué ha pasado? La encontré llorando en el pasillo -

Inuyasha abrió los ojos sorprendido y por primera vez sintió pánico en todo el cuerpo.

- ¿Estas seguro? - carraspeó la garganta.

- Completamente, ¿fue ese Kouga, cierto? ¡Dímelo Inuyasha! - empuñó las manos.

- No - respiró pesadamente - Fui yo -

Sota sintió la habitación darle vueltas mientras le dirigía una expresión de decepción.

- Pensé que serías un buen hombre para Kagome, pero me he equivocado - se dio la vuelta y con brusquedad la abrió.

- La amo - susurró por lo bajo. - La amo, Sota, ¡y me jode sentir esto aquí tan dentro de mí! - se arrugó la camisa del lado de su corazón.

- ¿Por qué no se lo dijiste? -

- No es tan sencillo - rodó la vista a un lado.

- Ustedes los mayores con su rollos de autosuficiencia y enredos sobre la madurez y toda esa mierda barata - Inuyasha lo vio sorprendido por sus palabras, para un niño de 8 años poseía una capacidad adulta de razonar. Más que ellos. - Creo que si hay amor lo demás no importa - dio un paso afuera pero luego volvió a girar el cuerpo taladrando con la mirada a Inuyasha - Mi hermana no es un trofeo o una obra de arte para subastar, es un ser humano y como tal no solo merece respeto sino sinceridad; y tú Inuyasha me has decepcionado -

Salió por completo cerrando la puerta suavemente a su espalda. Respiró ahogadamente, por una vez creyó que el corredor de autos se le lanzaría encima y lo golpearía, pero confiaba en él. Sabía que era una buena persona y que solo necesitaba un pequeño empujón para declarársele a su hermana.

- ¿Dónde te habías metido? Kagome te espera en la sala de cine - su madre lo jaló por el brazo.

- Voy mamá, solo estaba arreglando un pequeño asunto - sonrió y luego desapareció.

/***/***/***/***/***/

Kagome salió sigilosamente de la sala de cine, iba descalza dando largas zancadas.

- ¿Tú eres la prima de Rin? - la voz profunda y varonil la sobresaltó.

- Sí - susurró viéndolo a los ojos, esos ojos dorados que solo le pertencían a los Taisho, entonces recordó el día de la carrera. - ¿Eres el medio hermano de Inuyasha? -

- Lamentablemente sí - bufó cansado - ¿Lo amas cierto? -

Kagome se puso pálida, ni siquiera lo conocía. ¿A qué había venido esa pregunta?

- No sé de qué me habla - una risita irónica salió de los labios de él.

- Los dos son iguales de patéticos - le pasó por un lado.

Estaba shockeada, tenía tantas preguntas que hacerle, tanto por saber.

- ¡Espere! - giró el cuerpo pero en vez de encontrarse con la figura imponente de hace rato, lo que vio fueron unos ojos dorados suaves y ¿enamorados? - Inuyasha -

- Pensé que no había nadie, lo siento - se dio la vuelta dispuesto a irse pero ella lo cogió por un brazo, para luego abrazarlo por la espalda.

- No te vayas - enterró su rostro aspirando el fresco aroma de su perfume.

- ¿Qué quieres de mí? Soy solo un trabajo - la voz lo traicionó sonándole meláncolicamente, ella negó lentamente. - ¿Cuándo dejé de serlo? -

¡Esa era la pregunta que tanto había buscado hacerse! ¿Pero cuál era la respuesta?, ¿desde cuándo ésto había dejado de ser una búsqueda para convertirse en amor?

- No lo sé, pero ya no digas que eres un trabajo porque sabes que mientes -

- Recuerda que no sé hacerlo, y si he de mentir diría que no me importas - delicadamente soltó sus brazos y se giró para mirarla - Porque lo cierto es que, yo te...-

- ¡Kagome! -

- Kouga - susurró atontada.

Inuyasha bufó obstinado saliendo como bala del lugar. Ya no lo soportaba más, necesitaba irse de allí, le pidiría matrimonio a Sango y toda esa mierda habría terminado.

Escuchó a lo lejos como Kagome gritaba su nombre pero la ignoró, cogió fuertemente su equipaje y con las llaves en mano se montó en su auto. Lo prendió molesto mientras sentía pequeños golpecitos en su ventana.

- ¡Inuyasha baja en este mismo instante! - pero él la volvió a ignorar acelerando lo más que pudo. - ¡Inuyasha! - arrancó el auto desesperado perdiéndose en la lejanía - ¡INUYASHA! -

Se dejó caer al piso con la mirada perdida y las lágrimas cayendo por su mentón, se sentía una mierda estaba más sola que nunca.

- Te amo, Inuyasha - susurró cogiendo entre sus manos un puñado de arena, mientras las lágrimas caían mojando la tierra.

Lo había perdido.

Esposo PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora