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Una mueca de disgusto apareció en su cara al recordar el por qué aguantaba a Inuyasha.

Sango.

Ella estaba ahí para emparejarla con él, no para enamorarse. ¡Maldita sea! ¿Qué era eso que sentía cuando estaba con Inuyasha? Un fuerte estremecimiento sintió en todo el cuerpo y decidió escribirle. Le solicitaría la cita por una buena vez y todo quedaría en el pasado; seguro era lo mejor. Tecleó con un cierto desgano y luego envió el texto, dejó el móvil encima del comedor mientras se hacía un té de hierbas. El móvil sonó llenando el lugar de música, lo cogió con cierto interés y luego abrió el texto; quedó en estado de piedra mientras lo releía varias veces.

- No puede ser - susurró con la voz casi ronca. "Veré a Sango siempre y cuando tú estés conmigo, hasta mañana Kagome"

De algo estaba segura, lo mataría lenta y dolorosamente cuando lo viese. El timbre sonó desesperado, bufó cansada y a paso elegante se dirigió a la puerta. Abrió delicadamente pero al intentar hablar una pequeña figura saltó encima de su cuerpo, provocando que cayeran al piso.

- ¡Hermana! -

- ¿Sota? - sus ojos se abrieron sorprendidos.

- Mamá te envía esto - se pararon mientras le daba una carta.

- Ven cariño, deja tu equipaje en mi cuarto y si quieres pende la tele. ¿Tienes hambre? - el pequeño asintió expresivamente y Kagome rió divertida - Preparé algo, ahora ve a darte una ducha -

- Esta bien hermana - a grandes zancadas se fue a la habitación.

Los ojos de Kagome rodaron algo nerviosos por la carta en sus manos, con cierta dificultad logró abrirla mientras que empezaba a leer.

Querida hija:

El cáncer se me ha extendido, lamento haberte mandado a Sota de ésta forma pero no quiero que me vea sin cabello y desanimada, es un niño bueno, fuerte. Seguro lo extrañabas. Todos aquí lo hacemos contigo cariño, espero que algún día puedas perdonarnos por todo el daño que te causamos cuando pequeña.

Sé que será difícil tener a Sota contigo, pero confiamos en que harás lo necesario por él, te mandaremos dinero y estaremos al pendiente de todos sus gastos. ¿Recuerdas a Naraku? Se casará con tu hermana la semana entrante, queremos que vengas y si quieres trae algún acompañante.

Me gustaría verte mi cielo, te extraño tanto que no quiero irme sin antes despedirme de ti.

Te ama; tu madre.

Con las lágrimas recorriendo su rostro se dejó caer al piso, arrugó la carta enojada y con las mejillas rojas. Amaba a sus padres, sobre todo a su madre. Quería estar presente en su enfermedad, cuidarla, pero sus hermanos siempre la estaban sacando de sus prioridades.

- ¡Hermana, tengo hambre! - Kagome se secó las lágrimas mientras ponía una pequeña sonrisa.

- Espera pequeño tragón, debó descongelar la carne -

- ¡Apúrate, vamos a ver una película! - entró de nuevo a la habitación de Kagome y ella suspiró feliz, extrañaba tanto a su hermanito menor, era su ángel y siempre buscaba la manera de hacerla reír.

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Inuyasha llegó con algunos minutos antes de la hora pautada al restaurante, al rato llegó Sango conmocionando la mirada curiosa de muchos, se sintió afortunado de estar en una misma mesa con ella. Era hermosa, inteligente, fuerte, tenía cualidades que no todas poseían. La saludó con un abrazo y un beso en la mejilla.

Esposo PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora