Capítulo 14

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La oscuridad se ceñía a los pensamientos cual marinero a su barco.

Un único foco cedía una, poco propia luz a la estancia, decorándola con un largo abanico de ilusiones.

El infinito hacía un pequeño vacío para dejar diminutos resquicios de amargura y muerte, trazos pintados sobre el universo.

Tres figuras corpóreas se alzaron en medio de la penumbra, dejando latente el amargo sentimiento de soledad.

— Seguiremos con el plan - una voz fantasmagórica, átona y gélida cortó hasta el más mísero hilo de silencio y tranquilidad.

— Aún no nos ha contado el plan, señor - respondió otra de las sombras.

— Pronto lo sabréis - dijo sin inmutarse tras el comentario anterior.

— ¿Cuándo será pronto? - interrumpió la última figura.

— Me parece que dudas mucho de tu amo, ¿no crees Rodulf? - sugirió, de nuevo, la primera voz.

— No señor, claro que no señor - corrigió algo avergonzado y asustado.

— Irina, Rodulf, la única razón por la cuál no conocéis mis planes es porque no confío lo suficiente en vosotros - titubeó la ronca voz.

— Señor, claro que puede contar conmigo, estoy de su lado - demandó la mujer. Su rostro estaba adornado con una media sonrisa y sus ojos brillaban rojos, ansiosos de sangre humana.

— ¿A sí? - comentó la más espectral de las tres personas. Seguidamente extendió su brazo - demuéstralo.

La mujer, sin tomarse ni un solo segundo, alargó el suyo.

— Irina, ¿juras por siempre tener lealtad hacia el señor tenebroso, el mago más grande de todos los tiempos?

— Lo juro.

— ¿Juras defenderme con tu vida, si fuera necesario?

— Lo juro.

— ¿Juras acabar con mis enemigos, aunque eso implique luchar contra tus amigos?

— Lo juro.

Un vínculo mágico había florecido entre aquellas dos personas. Un vínculo más fuerte que la propia materia física, más fuerte que este mundo, más fuerte que el universo.

Lo único que no sabían aquellas figuras es que solo hay una cosa más fuerte que un juramente inquebrantable, capaz de derribar muros, fronteras, países; capaz de separar mundos y de juntarlos; de crear universos nuevos y de destruir los ya existentes.

El amor.

La brisa se asemejaba a una suave caricia aquella tarde de julio

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La brisa se asemejaba a una suave caricia aquella tarde de julio. Mi piel descansaba, mientras mis pensamientos volaban libres como pájaros. Las nubes era mi transporte, llevándome perdida por el universo que desconocía, una paradoja me seguiría hasta el fin de mis días.

Lily Luna Potter y el nuevo comienzo #LumosAwards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora