Curiosidad

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Abrí los ojos levemente, me froté la cara con las manos y desperecé sobre la cama.

—Mmmh—Noté una leve punzada en la espalda baja que me hizo gruñir y me senté lentamente en la cama, tratando de acomodarme el pelo. Ya era de mañana, o medio día, no lo sabía bien. Era de día, eso era seguro.
La habitación en la que me encontraba era desconocida, tenía paredes de color beige y muebles de caoba oscuros. Sonreí levemente al notar que claramente no estaba en mi habitación y eso solo quería decir una cosa. Había pasado la noche con alguien, y no con cualquiera, sino con Jimin, y, quitando el dolor de trasero que tenía en ese momento, había sido fantástico.

Salí de la cama y tomé lo primero que encontré. Una camisa negra se acomodó en mis brazos y la abotoné, dejando los últimos botones desprendidos. Era de horma larga por lo que me tapaba todo hasta un poco más debajo de las nalgas, dejando mis largas piernas al descubierto. Las mangas eran largas también, pero el clima no era exactamente frío, así que decidí arremangarlas hasta los codos.

Volví a observar a mí alrededor y noté dos puertas de más dentro de la habitación, quitando la de salida. Me encaminé hacia la primera puerta y la abrí lentamente, notando un pequeño estudio que estaba a semi oscuras, con instrumentos por todas partes, un escritorio en una de las esquinas, una cabina con un micrófono y demás cables y artefactos que no conocía.
Mi primo me había nombrado que su mejor amigo era músico, pero solo pensé que era un simple chico con una guitarra que tocaba relativamente bien y se hacía el "músico". Pero que equivocado estaba.

—Hoseok... —Susurré levemente mientras cerraba la puerta del pequeño estudio, pensando en enviarle un mensaje a mi primo luego. Posiblemente esté preocupado por mi paradero. O tal vez no, al fin y al cabo me había ido con su mejor amigo.

Me dirigí a la segunda puerta en la habitación, comprobando que efectivamente era un baño y me adentré en él.
Lavé mi cara en el fregadero y me acomodé un poco el pelo.
Al bajar mi vista logré divisar un solitario cepillo de dientes que descansaba sobre el lavabo y lo tomé, descaradamente, para cepillar mis propios dientes, suponiendo que era de Jimin. Ya habíamos compartido más que saliva anoche, compartir cepillo no era algo muy diferente.

Salí de la habitación a paso tranquilo, pasando mis manos por las paredes, siguiendo la música que sonaba a lo lejos. Probablemente Jimin esté ahí.
Giré en una esquina y tras una puerta de cristal semi abierta logré divisar la esbelta y bien formada figura de Jimin, haciendo quién sabe qué en lo que parecía la cocina. Realmente no presté atención, el tipo estaba descalzo y solo unos sueltos pantalones de chandal le caían sensualmente sobre las caderas.

Me adentré silenciosamente a la cocina, sintiendo la música que sonaba un poco más clara. Alguna pieza de Rock bastante tranquilo sonaba de un estereo acomodado en el living comedor justo al lado de la cocina.
Dirigí mi mirada nuevamente al castaño que tenía en frente y él ya me estaba viendo, apoyado en la encimera.

—Buenos días —Susurró con una media sonrisa en el rostro y yo le respondí de igual forma, acercándome a él.

—¿Quieres desayunar? —Me preguntó suavemente, mientras me tomaba de las caderas y me atraía hacia su cuerpo, hundiendo la cara en el espacio entre mi cuello y mi hombro.

—Eso suena bien ¿qué tienes?

—Tostadas, zumo de naranja, café, té, leche... —Comentó lo último sugerente, mientras me miraba a los ojos. Me limité a reír y responder.

—Sólo café y tostadas está bien.

—Que aburrido —Susurró haciendo morros y se volteó a colocar la cafetera.

—¿Necesitas ayuda?

—Pasame el café que está ahí arriba, en la segunda puerta. —Di media vuelta y levanté mis brazos para buscar el café.

—No lo encuentro ¿seguro que está aquí?

—Mmm, si. Tendría que estar ahí, sino busca en la primera puerta. —volví a revolver un poco más y al no encontrarlo me dirigí a la otra puerta.

Me sobresalté al sentir unas frías manos acariciarme los muslos y comenzando a ascender, levantando mi camisa de a poco en el proceso.

—Qué atrevido, precioso. ¿Por qué no traes nada debajo de esto, eh? —Sentí la cara ardiendo después de escuchar su comentario, no había tomado en cuenta que al levantar los brazos se me vería todo.

—¿S-se me vio todo? —Pregunté abochornado y sentí la grave risa de Jimin en mi oído.

—En realidad no se vio nada, pero noté que no traías nada porque no veía la línea de tus boxers. —Suspiré pesadamente, sentir su respiración chocar con mi cuello no me ayudaba mucho a procesar lo que pasaba por mi cerebro.

—Bueno, yo... —Murmuré antes de sentir como alargaba el brazo y tomaba el frasco de café el mismo.

Fruncí el ceño al notar las largas cicatrices que cubrían su antebrazo izquierdo, desde la muñeca hasta el codo.

¿Cortes?

—Ven, esto se hace rápido. —Habló tranquilo, sin notar que había visto sus cicatrices.

El desayuno transcurrió tranquilo, me contó que se dedicaba a la música, trabajaba en una productora en la ciudad pero que tenía un estudio porque le gustaba hacer su propia música, pero solo para él y sus conocidos, no buscaba la fama.
Le conté mi relación de parentesco con Hoseok, o Hope como él le llamaba. Mi padre se había casado con la hermana del suyo, y por lo tanto éramos primos políticos, no de sangre.

—Se nota, eres demasiado lindo como para tener la misma sangre que Hope. —Me había respondido y reímos fuertemente.

Aun así yo no estaba del todo tranquilo. Si bien Jimin era encantador y muy seductor, esas marcas en su brazo habían sacado mi chispa analítica. Al fin y al cabo estudiaba psicología y ya solo me quedaba un año para terminar.

No solo eran sus brazos, era todo en él lo que estaba mal, por así decirlo. Ahora que estaban a la luz podía verlo con claridad. Jimin era muy guapo, sí, de eso no había duda. Pero tenía grandes ojeras y venas alrededor de sus ojos que trataba inútilmente tapar con maquillaje, cicatrices en ambos brazos y ojos hermosos, pero vacíos. Tristes.

¿Qué es lo que escondes, Park Jimin? —Pensé para mí mismo y decidí ese día, después de despedirme de Jimin con un beso profundo, que averiguaría lo que le pasaba.

Pero lo que no tenía en cuenta era que lo que menos quería Jimin era "ayuda" y mucho menos de un psicólogo.



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¡Buenas!
Lo prometido es deuda, así que aquí tienen otro capítulo de esta historia. Tal vez es un poco corto, pero no desesperen que el próximo lunes tendrán más♡

Dejen ☆ y comentarios, chirusas♡♡♡

Cuervo [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora