Capitulo 75

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―¡Hola a todos! ―gritó el tiziano desde aquella tarima observando a cada uno de los graduando. ―Realmente, para mí es un honor estar aquí frente a ustedes dando el discurso. No soy el mejor en esto, pero haré mi mejor esfuerzo. ―sonriendo, observó a sus padres, a sus amigos y en especial, a su novio. ―Hablare de este año escolar, porque desde entonces soy estudiante de este colegio. Este año ha estado lleno de muchas aventuras, tanto buenas como malas. Hemos conocido durante nuestra estadía, personas que nos cayeron mal y que con el pasar del tiempo, nos agradaron e hicieron nuestros amigos. Porque vamos, ¿cuántos aquí son amigos de aquella persona que odiaron en algún momento? ―algunos estudiantes alzaron sus manos riendo. ―Ah, yo sabía que no podía ser el único.

»Este hogar nos enseñó muchísimas cosas. Nos convirtió en mejores seres humanos y en mejores estudiantes, listos y dispuestos a enfrentar las nuevas metas que a partir de hoy nos impongamos. Siempre debemos tener presente que nosotros podemos vencer y alcanzar cada meta y cada prueba que se nos presente. ―suspirando, se apoyó en el estrado de la tarima y continuo. ―Además de eso, tratemos de no olvidar a las personas que aquí conocimos. Las amistades que hicimos con maestros y estudiantes, así como unas que otras relaciones que algunos tuvieron por allí… ―comentó riendo mientras movía sus cejas de arriba abajo, logrando que algunos se sonrojaran y rieran. ―La verdad chicos, solo terminaré diciendo que ustedes son los dueños de su propio futuro, no dejen que nadie más lo escriba por ustedes, porque son ustedes los escritores de este. Así que, no se rindan, luchen por lo que quieren que llegaran muy alto. ¡Felicidades, chicos! ―dicho eso, el muchacho lanzó su birrete junto a sus demás compañeros que aplaudían, reían y abrazaban a sus seres queridos.

Alexander bajo en carreras de la tarima y abrazó a sus padres quienes lo esperaban felices y orgullosos, de ver a su primogénito alcanzar una meta más.

―Felicitaciones, hijo. Te amamos. ―dijeron al unísono sin deshacer el abrazo. El tiziano se acurrucó en medio de ambos y disfrutó de aquel momento como si fuera el último. Le encantaba cuando sus padres lo abrazaban en conjunto y le decían tales cosas. Lo hacía feliz saber que sus padres lo eran.

―Los amo muchísimo. ―susurró cuan niño pequeño acurrucado aun en los brazos ajenos. La pareja sonrió y propinó pequeños besos en el cabello de su adorado primogénito.

―¡Felicidades, Alex! ―aquel gritó causó que la escena familiar se deshiciera. Sonriendo, Natalia abrazó a su yerno quien correspondió alegremente. ―Me encantó el discurso. Lo hiciste muy bien, pequeño. ―dejando un beso en la mejilla del muchacho, se separó sonriéndole.

―Muchas gracias, Natalia. ¿Y Nathan? ―preguntó curioso al no verlo llegar con su madre. La fémina se alzó de hombros sonriendo un poco.

―Dijo que te vería en el baile. Está un poco ocupado con el equipo de futbol. Por cierto, Alex. En verdad muchas gracias por ayudarlo, Nathan me contó lo que sucedió y no había tenido la oportunidad de agradecerte. ―los padres del muchacho fruncieron el ceño ante aquellas palabras.

―¿Y qué hizo Alexander por Nathan, Natalia? ―preguntó un curioso Adrián llamando la atención de la fémina. La mujer suspiró y luego sonrió observando a su yerno.

―Unos chicos del equipo estaban discriminando a Nathan por sus preferencias sexuales, incluso le habían quitado su puesto como capitán.

―Pero que horrible… ―susurró Adrián abrazando a su hijo de manera protectora. ―¿Y cómo fue que Alex ayudo a Nath?

―Oh, bueno… mi hijo pensó que podía poner a ese chico en su lugar y terminó golpeado. Pero Alexander apareció y lo defendió. No sabía que eras bueno en defensa personal.

―Ya sabía yo que estudiar eso le serviría algún día. ―dijo Christian orgulloso. Su esposo e hijo rieron ante el comentario, siendo seguidos por Natalia. ―Me alegra que Alex lo haya puesto en su sitio, ¿Nathan está bien? ―Natalia asintió logrando que ambos padres se relajaran. ―Bueno, esperemos no se repita.

―Estoy seguro de que no ocurrirá. ―susurró Alex, pidiendo luego disculpas para separarse del grupo al sentir su teléfono vibrar. Sacándolo del bolsillo del pantalón, respondió la llamada de su novio sonriendo. ―¿Dónde estás? Te extraño… ―susurró haciendo un puchero aunque Nathan no podía verlo.

Estaba con el equipo. Por ahora no puedo verte, te veré en el baile. ¿Está bien? ―Alex negó. Obviamente que no estaba bien. Él lo quería allí, ahora.

No, no lo está. ¿Por qué debo esperar hasta el baile? ―quiso saber el muchacho frunciendo el ceño.

Porque te tengo una sorpresa. Te veré esta noche, te amo. ―lanzándole un beso, colgó la llamada dejando a un Alexander frustrado.

―¿Qué estarás planeando ahora, Nathan Blake? ―susurró para sí mismo observando el protector de pantalla que tenía en el teléfono. El cual consistía en una foto de él y Nathan besándose en el atardecer.













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¡Capítulos finales!

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