Ichimatsu se levantó de la cama sin ver a su acompañante que se había mantenido en silencio durante todo el relato, abrazó con todas sus fuerzas al peluche que tenía entre sus brazos y se dirigió a la puerta.
-El resto de la historia la sabes – dijo, su voz temblaba – voy a las duchas.
Realmente estaba sudando. Estaba nervioso y tenía miedo, le aterrorizaba la idea de girarse para ver su expresión y que ésta estuviera llena de asco u odio. Si ese fuera el caso seguro saldría corriendo a los brazos de Osomatsu quien se regocijaría ante la humillación. Se obligó a caminar a paso lento hasta los baños, calentó el agua y en todo ese tiempo Karamatsu nunca llegó.
Se sentía al borde de las lágrimas, pero se negaba a derramar ninguna. Era obvio que eso pasaría, cualquiera se sentiría repelido. Continuó observando el agua sin entrar en ella, no se sentía con ánimos. Después de un rato más, cuando el agua probablemente ya estaría fría otra vez, dio la vuelta para irse. Caminó lentamente con la cabeza baja hacia la salida del baño, una vez fuera levantó el rostro y se encontró con Karamatsu recargado en la pared contraria.
-No te bañaste – dijo el sacerdote con algo de sorpresa, Ichimatsu estaba demasiado impactado para pronunciar palabra – llevas allí tanto tiempo que ya me estaba preguntando si debía entrar a ver si estabas bien. – estaba hablando con normalidad – si no te bañaste ¿qué estabas-
-¿Qué estás diciendo?- lo interrumpió Ichimatsu
-¿Cómo?
-¿Por qué me estás hablando de eso? ¡¿Acaso no escuchaste todo lo que dije?! ¡Soy una mierda ¿por qué me hablas con tanta tranquilidad?! ¡Ódiame! ¡Es lo normal! ¡siéntete asqueado al mirarme! ¿Qué mierda te pasa? –Su garganta no lo dejaba hablar bien, le costaba pronunciar palabras y su voz se hizo algo aguda al final.
Karamatsu cambió de una expresión relajada a una seria y tal vez algo molesta.
-No voy a odiarte, no voy a sentirme asqueado por nada que esté relacionado contigo – dio un paso al frente e Ichimatsu retrocedió – deja de insultarte a ti mismo – sonrió – todo está bien.
Y en serio estaba bien. A pesar de toda la rabia y la impotencia que se había albergado en él al escuchar lo que le había sucedido y no poder hacer nada al respecto, tenía una sensación de felicidad porque Ichimatsu le había tenido confianza. Tal vez no estaba bien, pero no podía evitarlo.
Las lágrimas hicieron que Ichimatsu ya no diferenciara bien, dio la vuelta y volvió a entrar a los baños, se acuclilló cuando ya no pudo seguir caminando más. Karamatsu lo siguió y se detuvo detrás de él.
-¿Por qué? – preguntó cuando el otro se agachó para estar a su altura- ¡Soy un maldito adicto!
-Ya lo sabía – Ichimatsu se giró para encontrarse con la mirada del sacerdote – me lo dijeron en el hospital, tenías los síntomas cuando llegaste y aun se nota si te pongo atención.
-Tuve sexo con montones de personas por dinero, fueran mujeres... u hombres– le siguió diciendo como si fuera muy necesario recordárselo por si en realidad no le había puesto atención – cumplí las fantasías de muchos, disfrutaba el sadomasoquismo, tengo marcas de eso.
-También sabía algo de eso – Karamatsu bajó la mirada – yo limpiaba tu cuerpo cuando te desmayabas por el cansancio al principio de tu estadía aquí, pude ver tu cuerpo, sé a qué marcas te refieres y se nota que fueron hechas por diferentes personas.
-... yo, provoque la muerte de mi hermano... -Karamatsu volvió a mirarlo a los ojos y, aunque quería, Ichimatsu no apartó la mirada.
-Y estoy seguro de que, por cómo dijiste que era, él ya te perdonó.
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Redención
FanfictionIchimatsu ha caído bajo, muy, muy bajo. Solo la bondad de un sacerdote lo ayudará a redimirse de todo lo que ha hecho, el problema será que su pasado no dejará de perseguirlo. Literalmente.