Todo había sido silencio mientras Karamatsu le limpiaba sus heridas. Ichimatsu mantuvo una mirada perdida y silenciosa, de una manera bastante similar a sus primeros días allí.
—Listo —dijo Karamatsu mientras se levantaba—. Solo han sido rasguños y raspones, se curarán dentro de nada. —puso una mano en su barbilla y con ojos brillosos agregó— mi mano es famosa por los milagros que hace.
No hubo respuesta, ni siquiera una mirada.
—¿Has intentado confesarte alguna vez? —dijo, esta vez con más seriedad que antes. E Ichimatsu sí que levantó la mirada esta ocasión.
Confesarse, para las personas de fe era una manera de arrepentimiento. No se puede volver al pasado a cambiar un error, pero Dios que ama a todos sus hijos puede permitirles renovar su vida con el perdón. Para el punto de vista de Ichimatsu, el desarrollo de esta no se ligaría con Dios, pero tendría el proceso que necesita. Hablar a alguien de sus problemas, en un espacio cerrado y privado, esperando que este fuera intermediario con quien él quisiera que llegara su mensaje.
Karamatsu tomó su lugar habitual en el confesionario y escuchó como Ichimatsu entraba. Decidió no empezar como siempre, después de todo Ichimatsu no estaba allí por las mismas razones que todas las demás personas por lo general tenían. Hubo silencio y silencio. El sacerdote no estaba seguro de que fuera una buena idea presionarlo, pero tampoco era como si fuera malo darle una pequeña ayuda.
—¿Tenías un hermano mayor llamado Osomatsu?
Escuchó como se removía el otro en su lugar, el silencio continuó y al final se salió. Karamatsu salió también y lo vio alejarse deprisa en dirección a las habitaciones, lo siguió y entró tras de él en el cuarto de Ichimatsu.
El de ojos morados se lanzó a su cama y abrazó con fuerza el peluche que tenía allí. No podía contestar ni siquiera esa pregunta. Eso implicaría terminar contándole todo y podría provocar el odio del otro.
—Ichimatsu-
—No
El padre pudo notar como temblaba. Y por alguna razón se sintió enojado, después de todo ese tiempo y ¿aún no podía confiar en él? Caminó decidido hasta él, lo tomó de sus brazos y extendiéndolos hacía ambos lados lo obligo a estar boca arriba, subió una rodilla a la cama junto a su cuerpo para tener un mejor apoyo y dejó caer algo de su peso para que no pudiera soltarse de su agarre. Lo estaba sometiendo en la cama. Pero no lo pensó de esa manera, sólo quería verlo al rostro, quería que lo enfrentara.
—Guardarte las cosas para ti solo te hace daño —su voz había perdido todo rastro de amabilidad que acostumbraba—, déjame ayudarte. No quiero seguir viéndote sufrir ¿Acaso no soy suficiente? ¿No crees en mí? —con esto último su voz salió algo quebrada.
Ichimatsu lo vio pasmado unos momentos. Y luego desvió la mirada.
—Te creo —susurró, casi para sí mismo, pero Karamatsu pudo escucharlo a la perfección y fue casi como si una corriente eléctrica lo recorriera y se hinchara de felicidad—. Osomatsu-niisan es... —La seriedad regresó a él al percatarse de que Ichimatsu estaba a punto de abrirse— él es lo que me merezco.
—¿Uh?
—¿Cuánto tiempo planeas estar sobre mí, sacerdote de mierda?
Karamatsu se movió disculpándose. Ya había perdido la costumbre de regañarlo por decir malas palabras en el templo del señor, a Ichimatsu simplemente no le importaba. Ambos se sentaron en el borde de la cama. Ichimatsu volvió a desviar su mirada al suelo.
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Redención
Fiksi PenggemarIchimatsu ha caído bajo, muy, muy bajo. Solo la bondad de un sacerdote lo ayudará a redimirse de todo lo que ha hecho, el problema será que su pasado no dejará de perseguirlo. Literalmente.