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Choromatsu avanzó hasta la orilla del lago y observó la parte superior de la iglesia que se alcanzaba a diferenciar por encima de los árboles. Volvió a mirar a su acompañante que jugaba con el agua.

-Entonces el sacerdote te escuchó y vio por unos momentos. – repitió lo que le había contado.

-Sí.

-Tu esencia ya es lo bastante fuerte. Solo es cuestión de tiempo para que también pase con Ichimatsu.

-Sí. Por eso trato de estar a su lado todo el tiempo, pero la presencia de nii-san no me deja quedarme.

-No te preocupes por Osomatsu – Choromatsu movió un brazo para crear un pequeño remolino que hizo girar y reír al otro. Ahora sabía que se refería al demonio y suponía que lo llamaba así por la forma en la que Ichimatsu lo hacía. – En cuanto Ichimatsu lo bloquee, él no podrá regresar.

-¿Es así de fácil?

-No es que sea fácil. Solo piensa en todo el tiempo que Ichimatsu lleva tratando de alejarse de él sin lograrlo.

-Pero ahora lo dijiste como si ya no faltara tanto.

-Eso lo sabrías tú mejor que yo.

-Mmmm... Sí ¡Ya no falta mucho!

Era de noche. Había mucho viento afuera que hacía que algunas partes antiguas de la iglesia crujieran. Ichimatsu giró en su cama apenas logrando relajarse para comenzar a quedarse dormido cuando su puerta se abrió de golpe. Se espabiló asustado y se relajó un poco cuando vio que se solo se trataba del otro inquilino de la iglesia.

-Muévete. – le dijo Todomatsu al llegar a la altura de su cama.

-¿Qué?

-Voy a acostarme contigo, hazte a un lado.

-No.

-No te estoy preguntando, tengo miedo así que voy a acostarme contigo, déjame espacio.

-¿Tienes miedo? – Ichimatsu le puso atención y notó que Todomatsu estaba agarrando la punta de su camisa con fuerza.

-¿Tu no? – usó un tono de voz incrédulo – este lugar es enorme y está abandonado y de noche es super obscuro y cualquier pequeño ruidito se intensifica con el eco y parece que hay fantasmas.

-Hay demonios – dijo porque casi podía jurar que en ese rincón obscuro había unos ojos rojos observándolo fijamente. Esperando a que cometiera un pequeño error y llevárselos a todos junto con él.

-¿Lo dices porque se supone que es mejor? – preguntó Todomatsu molesto por el comentario que no ayudaba en nada a sus nervios.

-No podemos dormir juntos, somos hombres y-

-No trates de salirme a mí con tus tonterías de que somos hombres. – Ignorando los escasos intentos de detenerlo, Todomatsu se acostó junto a él – He sido hombre todo este tiempo y me he acostado junto a otro hombre mucho, mucho tiempo y todo va bien. No hay ninguno de esos demonios que tanto dices detrás de mí.

-No es como si lo que tu hiciste y lo que yo hice fuera similar.

-¿En serio? Ilumíname.

Ichimatsu no tenía muchos ánimos de contarle lo que hizo. Suponía que, si lo hiciera, él saldría corriendo. ¿Qué pensaría si supiera que acababa de meterse a la cama con alguien cuya vida había sido sexo y drogas, que ni siquiera había logrado controlarse y había terminado infectando al sacerdote que lo estaba salvando, que desde el día que había llegado tenía que luchar contra sí mismo para no recaer en los vicios?

RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora