VII

107 15 2
                                    

Cuando Karamatsu despertó, aún tenía a Ichimatsu entre sus brazos durmiendo tranquilamente. Durante todo ese tiempo, siempre terminaban en esa posición, sospechaba que el otro se movía entre sueños buscando calor y él no tenía ningún problema en dárselo. Aunque consideraba que en su iglesia solía hacer más frío que en esa habitación. Como fuera, la razón no le importaba mucho en realidad, si podía tener a Ichimatsu de esa manera lo disfrutaría.

Luego sacudió un poco la cabeza para sacarse esa idea de la cabeza. No era correcto que pensara en disfrutar el estar en la misma cama abrazado a otro hombre. Se suponía que desde el día siguiente a la llegada de Ichimatsu, él iría a pedir otra habitación para este o que los cambiaran a una que tuviera dos camas, pero no lo había hecho y en la noche Ichimatsu no había dicho nada sobre que continuarían durmiendo juntos así que no le tomó mucha importancia y decidió continuar así. Trató de levantarse con mucho cuidado para no perturbar los sueños de su acompañante. No que eso fuera una misión muy difícil. Cuando ya estuvo de pie volvió a mirar al otro y no pudo contener una sonrisa al ver su rostro sin preocupaciones. Se sintió verdaderamente feliz por él, pues aún podía recordar las violentas pesadillas, el miedo que lo acompañaba aún mientras dormía, su brusco despertar y lo agotado que siempre se veía.

Todo lo silencioso que pudo, se lavó y cambio para salir de la habitación. Decidió que subiría el desayuno y que ninguno abandonaría la habitación ese día. Se encontraba contando los días que le quedaban allí, solo quería regresar a casa, a ese lindo pueblo donde lo más trágico que había pasado fue cuando un pequeño niño se enfermó y Dios decidió que ellos no pudieron hacer nada para salvarlo. En la zona del comedor había otros sacerdotes como él a quienes saludó con una sonrisa, algunos la devolvieron, y se percató de unos cuantos que hicieron una mueca y apartaron la vista, eso lo extrañó. En lugar de profundizar en el asunto, decidió dirigirse a la parte donde se servía la comida, quería llegar con ella antes de que Ichimatsu se levantara.

Allí se encontraba también Kamimatsu el encargado organizador de la congregación que decidía a dónde se debía ir, cuánto tiempo pasar y era quien había hecho la lista con los padres seleccionados. Karamatsu lo saludó y sirvió dos porciones para el desayuno.

-Eso es demasiada comida para una sola persona – comentó Kamimatsu cuando Karamatsu estaba por irse.

-No es solo para mí – dijo y haciendo memoria se percató de que en ningún momento le había mencionado ni a él ni a nadie la presencia de Ichimatsu.

-No comprendo a quién más ofrecerías comida antes de regresar a tu habitación.

-No – dijo con una sonrisa – está en mi habitación. Lo siento, padre, le explicaré después, quiero llegar antes de que se despierte.

-Karamatsu – contra su voluntad se vio en la obligación de quedarse y atender lo que el hombre que estaba pagando todo el viaje tenía por decirle – he escuchado algunos rumores poco agradables y me temo que los estas confirmando, así que te pido que lo que sea que tengas que explicar, lo hagas ahora.

-¿Rumores?

-Un hombre travestido que se coló en tu habitación a media noche y con el que has mantenido una relación morbosa a espaldas nuestras hasta ahora.

Karamatsu frunció el ceño sumamente ofendido.

-Eso no es así – dijo con la voz más grave de lo que pretendía – la persona que está en mi habitación se llama Ichimatsu y vino porque no se sintió a gusto quedándose solo en mi iglesia. No hay ninguna relación morbosa y nunca he pretendido esconderlo. Es cierto que llegó a media noche y que no le gusta salir de la habitación, pero estoy seguro de que ayer pasamos por la entrada principal sin bajar la cabeza a nadie.

RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora